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EL LIBERAL . Santiago

Los golpes de estado: 53 años de inestabilidad (5ª parte)

17/04/2022 05:13 Santiago
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Los golpes de estado: 53 años de inestabilidad (5ª parte) Los golpes de estado: 53 años de inestabilidad (5ª parte)

Los historiadores están de acuerdo, sin fisuras, en que el último gobierno de facto tuvo pretensiones de eternidad, ansias fundacionales y sobre todo encabezó el Estado nacional en los tiempos más violentos de la vida argentina desde la Constitución de 1853. La reacción de las fuerzas militares que sumaron a las policiales con la finalidad de controlar las acciones de las organizaciones insurreccionales cuyo objetivo era cambiar el marco institucional argentino provocaron la detención, la desaparición y la muerte de miles de ciudadanos que se acumularon con las víctimas de las acciones terroristas, provocando un baño de sangre que aún tiene consecuencias sociales en el país. Además, no debe olvidarse que la orgía violenta llevó al país al borde de una guerra con Chile en 1978 y finalmente a una guerra con Gran Bretaña en 1982.

Queda para la sociología, la historiografía e incluso para la psicología, profundizar en las razones que sumergieron a la Argentina en ese oscuro período que fue la década de 1970, cuyas consecuencias directas alcanzaron hasta 1983 y sus proyecciones aún hoy nos alcanzan. Pero sin duda el conocimiento y el análisis de los hechos acaecidos sirve para seguir indagando en aquellas causas y razones que deben ser identificadas para aprender de ellas y sobre todo evitar el riesgo de repetir situaciones similares. Seguimos hoy en el tránsito que llevó a la restauración de la democracia en 1983.

El duelo Videla – Massera

Algo inédito en los anteriores gobiernos de facto fue la mala relación desde 1976 entre los comandantes del Ejército y de la Marina, que generó una tensión política casi insostenible. Emilio Eduardo Massera se había convertido en un líder potente en la Armada, gracias a las enormes adquisiciones en material que llevaron a la Escuadra de Guerra a convertirse en la más potente de Sudamérica. El carácter ambicioso de Massera hizo que aspirara a reemplazar a Videla como presidente de facto cuando se cumplieran los cinco años previstos por la junta militar, que se cumplirían en 1981.

Durante la realización del Campeonato Mundial de Fútbol de 1978, una sorda disputa que alcanzó niveles críticos llevó al reemplazo de los tres jefes militares en sus comandos, formándose una nueva junta militar formada por el general Roberto Viola, el almirante Armando Lambruschini y el brigadier Omar Grafigna. A partir de entonces Massera trató de consolidarse como una alternativa política, iniciando un derrotero que no logró ningún objetivo, pero que significó una situación de pelea permanente en la cúspide del poder.

El tiempo más violento desde 1853

No puede obviarse que entre 1976 y 1979 se alcanzaron los más altos grados grados de violencia en la represión del fenómeno subversivo, con miles de detenidos, de desaparecidos y de asesinados, lo que fue menguando el accionar de las organizaciones insurreccionales más importantes: el Ejército Revolucionario del Pueblo y Montoneros, que sin embargo lograron perpetrar centenares de acciones terroristas, algunas espectaculares como el asesinato del jefe de policía, el general Cesáreo Cardozo y del presidente del Ente Autárquico Mundial 78, el general Omar Actis; la bomba en el comedor de la Superintendencia de Seguridad Federal de la Policía (hasta hoy el atentado más sangriento en contra de una fuerza policial en el mundo) con 23 muertos; y las heridas lacerantes que dejaron cuadripléjico al canciller César Guzzetti. Pocos días antes de su asunción, Lambruschini sufrió un atentado que acabó con la vida de su hija Paula de 15 años y la destrucción de su casa. La contraofensiva planteada por Montoneros entre 1979 y 1980 terminó en un desastre militar y acabó con la capacidad operativa de la organización.

La lucha contra la subversión, como se la llamaba entonces, provocó también graves tensiones internas en el Ejército, donde el liderazgo de Videla y luego el de Viola fueron cuestionados seriamente por jefes de distintas guarniciones. El más grave episodio fue el motín encabezado por el comandante del III Cuerpo de Ejército, el general Luciano Menéndez, con su sede en la ciudad de Córdoba y jurisdicción en las diez provincias del norte, incluida Santiago del Estero, hecho que estuvo cerca de provocar la caída de Videla, quien logró a pesar de todo dominar la situación y arrestó al sublevado sólo por 90 días.

El conflicto con Chile

La posibilidad de una guerra contra Chile, en el marco de las fracasadas negociaciones por la soberanía de las islas del Canal de Beagle, fue tan real que hubo tiroteos en la frontera patagónica en las vísperas de la Navidad de 1978. El origen del conflicto fue un fallo de la reina Isabel II de Gran Bretaña que otorgó la posesión de las islas Picton, Lennox y Nueva a Chile, lo que no fue aceptado por la Argentina, basándose en que se daba al país trasandino proyección sobre el océano Atlántico, reservado a la Argentina por el tratado de límites de 1881.

Una audaz mediación propuesta por el novel papa Juan Pablo II, que había asumido en octubre de ese año, estuvo a cargo del veterano diplomático cardenal Antonio Samoré, que logró detener lo que hubiera sido la culminación de la locura violenta del gobierno de Videla, sin desconocer que del otro lado de los Andes gobernaba Augusto Pinochet a la cabeza de una dictadura tan violenta como la que sufría la Argentina. Luego de arduas negociaciones que duraron cinco años, se terminó con el conflicto cuando ya, durante el gobierno de Raúl Alfonsín, un plebiscito dio una abrumadora mayoría a favor de aceptar la propuesta de Juan Pablo II, que fijó los límites definitivos en el área austral, con la promesa de una paz eterna.

El gobierno de Viola

Videla cumplió sus cinco años de gobierno y la junta militar, no sin tensiones, eligió a su sucesor, el general Viola. Es de destacar que Videla es el único dictador en la historia nacional que duró el período que se propuso al inicio de su gobierno. La llegada de Viola a la presidencia hizo presumir a muchos un tiempo de apertura política. La sintonía entre el saliente y el entrante venía desde el momento en que Viola sucedió a Videla en el Ejército. El tándem político que armaron permitió a su fuerza seguir hegemonizando el poder durante el gobierno militar, a pesar del asedio que Massera mantuvo siempre.

En 1979 Viola entregó la jefatura del Ejército al general Leopoldo Galtieri y quedó clara su voluntad de ejercer el poder una vez que Videla cediera la presidencia. El 29 de marzo de 1981 Viola asumió el cargo y nombró un gabinete con más civiles que militares que simulaba fruto de negociaciones con distintos sectores y políticos, mostrando cierta voluntad de dejar atrás los tiempos violentos de antaño. Sin embargo los desafíos para Viola eran enormes: una economía con graves desajustes y que sobre todo había comenzado un endeudamiento público y privado exagerado que aún hoy la Argentina no ha logrado controlar; un creciente aislamiento diplomático del país como consecuencia de la “guerra sucia”, eufemismo que nombraba las violaciones de los derechos humanos; un agravamiento de las tensiones sociales; y por encima de todo las presiones acumuladas por la falta de un diálogo político sincero con los actores civiles de la vida nacional.

En su discurso inaugural Viola dirá: “Habré de gobernar para todos, sin caer en sectarismos ni en injustas preferencias o exclusiones... Difícil es el tiempo en que me toca sucederle (a Videla),… se suman a los… problemas nacionales, las graves distorsiones políticas, económicas y sociales del mundo actual”. La historia demostraría que los buenos propósitos eran sólo retórica.

El ministro de Economía Lorenzo Sigaut iba a protagonizar un hecho que aún hoy se recuerda, cuando en una conferencia de prensa anunció pomposamente: “El que apuesta al dólar pierde”. Cuando al poco tiempo el gobierno devaluó la moneda un 30%, toda la credibilidad se perdió, lo que llevó la inflación al 131% anual. La intervención a varios bancos y empresas derivó en pérdidas millonarias para ahorristas e inversores que se tradujo en una crisis de la que Viola no pudo reponerse. En Santiago del Estero no se produjo ningún cambio cuando Viola llegó al gobierno. Siguió siendo gobernador de facto César Fermín Ochoa, que sólo abandonaría el poder en medio de la guerra de 1982.

La Multipartidaria

Como hecho alentador se creó la Multipartidaria, una coordinación entre los grandes partidos políticos fundamental para la transición que llevó a las elecciones de 1983. La conformaron los presidentes de la Unión Cívica Radical Ricardo Balbín, del partido Justicialista Deolindo Bittel, del Movimiento de Integración y Desarrollo Arturo Frondizi, de la Democracia Cristiana, el santiagueño Francisco Cerro y del partido Intransigente Oscar Alende. El 15 de julio de 1981 se reunieron públicamente y presentaron un documento que decía: “Si bien tiene su origen en los partidos políticos, (la Multipartidaria) es una gestión que se despliega en toda la comunidad argentina por encima de las diferencias partidistas, religiosas, económicas, sociales y culturales… Es un pronunciamiento de democracia, por democracia… En un ambiente de desesperación, angustia, necesidades, miedos e inseguridades, agravado por la crisis económico-social más profunda de la historia del país, (la Multipartidaria) ofrece como… solución, la solidaridad de los argentinos”.

Falta transitar el gobierno de Galtieri, la guerra de las Malvinas, el final de la dictadura y la llegada de la democracia. De eso nos ocuparemos, si Dios quiere, el domingo próximo. Para todos los lectores, los trabajadores, los periodistas y los directivos de El Liberal , un sentido deseo de muy felices Pascuas, y que la Resurrección del Buen Dios nos permita vivir en una sociedad fraternal y amigable.


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