Viejo y certero... Viejo y certero...
Viejo y cert
e ro , c o m o
suelen serlo,
un proverbio
chino dice
que quien
teme sufrir ya
sufre el
temor.
Y e l
temor a sufrir tiene, además,
efectos colaterales. Incita a
ver riesgo en todas partes, en
todas las cosas y, a la larga, en
todas las personas, con escasas
excepciones.
Es así. El temor
a sufrir no evita el sufrimiento,
pero impulsa a acciones
y actitudes que, en el intento
de procurar protección
del dolor, de la pérdida, de la
frustración o de cualquier otro
tipo de padecimiento, lleva finalmente
a protegerse de la vida.
Pobre resultado.
(…) La sociedad de la información
bombardea continuamente
con horrores. Ya no sólo
se teme a morir sino, mucho
peor, a lo que nos puede pasar
mientras estamos vivos.
Lo
cual es grave, porque nuestras
vidas son hoy más largas de lo
que fueron nunca en la historia.
¿Vamos a transcurrir en
ellas aislándonos, protegiéndonos
hasta de nuestra sombra,
temerosos de cada próximo
paso, viendo en cada semejante
a un peligro potencial?
¿Vale la pena vivir más para
hacerlo así?
¿No estaremos
perdiendo esa gracia de una
vida más prolongada que bien
podría ser la oportunidad de
explorar con menos angustia y
más pasión el sentido de nuestro
existir las posibilidades de
dejar en el mundo huellas que
lo mejoren?
(…) Nacimos para ir al encuentro
del otro (cuando ese
encuentro se produce, se consuma
el amor), no para huir de
él. Para salir de nuestra “separatidad”
original y madurar
nuestra humanidad mientras la
abandonamos (…) Porque vivir
encierra riesgos; es que la vida
tiene sentido. Y porque esos
riesgos son preguntas, vivir es
responder. Cada uno de nosotros
enfrenta el más valedero
de los riesgos, el único que lo
consagraría en la totalidad de
su humanidad: el de dar su propia
respuesta. (De mi libro EL
RIESGO DE VIVIR).