Nació con la Patria: Historias del Ejército Argentino (3ª parte) Nació con la Patria: Historias del Ejército Argentino (3ª parte)
El origen de la Patria es la consecuencia
de un proceso político de sincronía y comunión
de ideales, al que se sumó una
guerra de la Independencia que muchas
veces no es considerada en todos sus
aspectos.
El sacrificio de vidas, las penurias económicas
y el dislocamiento de la sociedad fueron
causa de los duros tiempos en que se desarrolló
luego el tiempo de las guerras civiles y también
motivo de debates políticos muy duros. Para la
Argentina, el relato épico de las campañas militares
que fundaron el país ha conformado una historia
de gloria, de esfuerzo y de fortaleza que vale
la pena recordar.
Otros países del continente han alcanzado su
libertad sin atravesar una terrible guerra que significara
poner en juego todos los componentes de
la nación en ciernes. Brasil alcanzó su independencia
por la crisis de la monarquía portuguesa,
al dividirse la casa de Braganza por las peleas entre
el padre Juan VI de Portugal y el hijo Pedro I
del Brasil.
El Paraguay, debido a su posición geográfica
en 1810, no tuvo que enfrentar al imperio
español para lograr su libertad que fue de hecho
en 1811 gracias a su primer gobierno autónomo, y
jurídica en 1842. El Perú aborda su independencia
con la llegada del Ejército Libertador en 1821
y finaliza con la batalla de Ayacucho en sólo tres
años.
Las Provincias Unidas del Río de la Plata forman
sus primeros ejércitos a días de la proclama
revolucionaria del 25 de mayo de 1810 y pelearán
hasta 1824.
El Himno Nacional Argentino, con
letra del porteño Vicente López y Planes recorre
esos campos de batalla: “¿No los veis (a los españoles)
sobre México y Quito arrojarse con saña
tenaz? ¿Y cuál lloran, bañados en sangre Potosí,
Cochabamba, y La Paz? ¿No los veis sobre el triste
Caracas luto, y llanto, y muerte esparcir? ¿No
los veis devorando cual fieras todo pueblo que logran
rendir?”. También ilustra ese tiempo el Himno
a San Martín, con letra del tucumano Segundo Argañaráz
que recorre “las tierras del Plata a Mendoza,
de Santiago a la Lima gentil”. Y no se pueden
olvidar las expediciones navales que llevaron
el estandarte de la Patria desde Hawaii hasta
California y aún hoy flamea en los colores de
las banderas de Guatemala, Honduras, Nicaragua
y El Salvador. Hoy transitaremos la gloriosa estela
del Ejército de los Andes, la máxima obra militar
argentina.
El Ejército de los Andes
y su creación
El encuentro de Yatasto entre Manuel Belgrano
y José de San Martín, jefes saliente y entrante
del Ejército del Norte, marcó la historia.
Fue la única vez que ambos próceres se vieron, a
pesar de lo cual constituyeron una sólida amistad
epistolar fundamental para el logro de los fines
revolucionarios. Para el correntino fue esencial
tomar contacto con el escenario del Alto Perú, ya
que pudo sumar sus conocimientos de los planes
que en Europa se habían diseñado para lograr la
caída del poder español en su bastión americano.
Nunca está de más recordar el genio estratégico
de San Martín, inigualado e inigualable. A los pocos
días el general estableció el Plan Continental
e inmediatamente puso en marcha su indomable
voluntad para realizar los tiempos de la libertad
en la América del Sur.
Muchas veces se relativiza el carácter político
de San Martín y es una injusticia histórica, ya
que su mente funcionó como un complejo sistema
de relojería donde todas las acciones tuvieron por
destino un solo objetivo: la independencia total.
A mediados de 1814, puso en marcha el plan.
Logra
la creación de la gobernación de Cuyo y pone
su capital en Mendoza, ciudad estratégica para la
campaña a Chile. A principios de 1815 San Martín
dedicó toda su acción a la formación de un ejército
al que bautizó con su mayor desafío: Los Andes.
Vale recordar que por entonces cada fuerza
militar tenía un nombre particular y no existía un
mando unificado de un ejército nacional.
En sólo dos años, sobre todo con el apoyo de
la población mendocina, a la que exigió por encima
de las posibilidades, y el concurso político y
económico del director supremo Juan Martín de
Pueyrredón, el tercer grande de la Independencia,
San Martín logró formar un ejército con 3 generales,
28 jefes, unos 200 oficiales, unos 4000 soldados
de tropa, 1200 milicianos, 120 barreteros
de minas, 25 baqueanos y 47 oficiales de sanidad.
Como logística el ejército contaba con 16 piezas
de artillería, 1500 caballos y 10000 mulas. No deja
de sorprender que en tan poco tiempo se haya
organizado la que fue la mejor fuerza militar de
América del Sur, cuyo espíritu se transmitió con
los años al Ejército Argentino.
El Cruce de los Andes
El curso de acción decidido por el Estado Mayor
se puso en práctica con la marcha de dos columnas
principales y cuatro secundarias, que lograron
dislocar el sistema defensivo de los españoles
comandado por el general Rafael Maroto,
quien respondía al gobernador español Casimiro
Marcó del Pont. Hay que destacar que fue la primera
campaña militar posterior a la Independencia
declarada el 9 de julio de 1816, con lo que es
correcto hablar de patriotas y de españoles o realistas.
Las dos columnas principales partieron a
mediados de enero desde el Campamento de El
Plumerillo, al norte de Mendoza, rumbo a Uspallata,
donde la columna principal al mando del general
Miguel Soler tomó rumbo al paso de Los Patos,
y la otra columna bajo la conducción
del general Juan de las
Heras lo hizo por el paso de
Uspallata.
Nunca está de
más decir que la altura alcanzada
por las tropas
supera en más del doble
la alcanzada por el francés
Napoleón Bonaparte
y el cartaginés Aníbal
en sus cruces de los Alpes.
Se produjeron durante
la marcha escaramuzas y
combates en Picheuta, Potrerillos,
Guardia Vieja, Achupallas y
Las Coimas.
Las cuatro columnas secundarias partieron
desde Guandacol, en La Rioja, al mando del
teniente coronel Francisco Zelada; desde San
Juan al mando del teniente coronel Juan Manuel
Cabot; por el paso del Planchón, al mando del
teniente coronel Ramón Freire; y por el sur de
Mendoza, al mando del capitán José León Lemos.
Se logró el gran objetivo que fue desconcertar
a los españoles, que no supieron por dónde
llegaría el grueso de las tropas hasta que éstas
se encontraron en Chile.
Es destacable José
álvarez de Condarco como jefe de inteligencia
de San Martín, que llevó adelante la guerra
de “zapa”, que enloqueció a los jefes realistas.
La eficacia del aparato militar creado por
San Martín queda en evidencia recordando las
bajas producidas en la batalla de Chacabuco
el 12 de febrero de 1817: los patriotas sufrieron
12 soldados muertos y 120 heridos, mientras el
enemigo tuvo 500 muertos, quedando 32 oficiales
y 600 soldados prisioneros.La gran batalla
de Maipú el 5 de abril de 1818 fue la derrota final
española en el Cono Sur y las bajas fueron impresionantes:
entre muertos y heridos las fuerzas
patriotas perdieron un tercio de los hombres,
y los realistas mil muertos y dos mil prisioneros.
Nunca volvió a flamear la bandera española
en Santiago de Chile, a ocho años de que
dejara de ondear en las Provincias Unidas.También
se combatió en Curapaligüe, Gavilán y Talcahuano.
La Campaña del Perú
San Martín, luego de la independencia de
Chile, plantea una estrategia diferente para enfrentar
el máximo bastión realista de América:
Lima. Puso en marcha una campaña naval, ensombrecida
por su mala relación con el almirante
británico Thomas Cochrane, que sin embargo
llevó al Ejército rumbo al Perú, que luego de
desembarcar llevó adelante las campañas de
las sierras, una operación de guerrillas exitosa
en la que se destacó el general Juan álvarez de
Arenales, el militar más “escondido” de nuestra
guerra independentista.
La caída del Callao, la captura del buque
“Esmeralda” y la proclamación de la independencia
del Perú son los jalones de esta campaña,
a veces poco relatada en nuestra historia
nacional debido a que hace presente la disputa
entre San Martín y el Libertador del Norte,
Simón Bolívar, resuelta por la extraordinaria decisión
del argentino de evitar una lucha fraticida
y renunciar a los honores y los cargos luego
de la entrevista de Guayaquil el 26 de
julio de 1822. A la generosa actitud
de San Martín la historia le
respondió con una situación
política caótica en que el
Perú se sumergió luego del
retiro del argentino, lo mismo
que en el Alto Perú, pero
la justicia de los tiempos
ha hecho que los peruanos
sigan considerando sin duda
a José de San Martín como
su libertador.
El fin de la
guerra de la
Independencia
El 20 de diciembre de 1824 se produce la
batalla final de la guerra de la Independencia:
Ayacucho en el actual territorio peruano. Muchos
argentinos pelearon allí, pero ya sin sus
jefes. Luego de Guayaquil muchos jefes del
Plata fueran relegados y algunos emprendieron
el regreso a la Patria. Nunca hay que olvidar
que miles de santiagueños participaron de
todos los ejércitos patrios que pelearon durante
catorce años por la Independencia. Algunosregresaron
a sus tierras y ni siquiera lograron
reencontrarse con sus familias o al menos
rehacer su vida.
La historia argentina resplandece
en el relato de las grandes épicas, pero
adolece aún de la falta de homenaje a quienes
dieron la vida por la Patria, aun sobreviviendo.
Recomendamos la lectura de los grandes
textos históricos sobre la gesta del Ejército
de los Andes: la “Historia de San Martín y de
la Emancipación Americana” de Bartolomé Mitre,
“Maitland& San Martín” de Rodolfo Terragno
y “San Martín, general victorioso, padre de
naciones” de Miguel ángel de Marco. La figura
extraordinaria de José de San Martín merece
que los argentinos dediquemos nuestro tiempo
a conocer al más grande de los militares de
la historia americana.
Dejamos para el próximo
domingo, si Dios quiere, el relato en estas
páginas de EL LIBERAL de las campañas de la
primera fuerza militar que se llamó a sí misma
Ejército Argentino: la guerra contra el Brasil.