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EL LIBERAL . Santiago

Nació con la Patria: Historias del Ejército Argentino (3ª parte)

11/06/2022 23:03 Santiago
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Nació con la Patria: Historias del Ejército Argentino (3ª parte) Nació con la Patria: Historias del Ejército Argentino (3ª parte)

El origen de la Patria es la consecuencia

de un proceso político de sincronía y comunión

de ideales, al que se sumó una

guerra de la Independencia que muchas

veces no es considerada en todos sus

aspectos.

El sacrificio de vidas, las penurias económicas

y el dislocamiento de la sociedad fueron

causa de los duros tiempos en que se desarrolló

luego el tiempo de las guerras civiles y también

motivo de debates políticos muy duros. Para la

Argentina, el relato épico de las campañas militares

que fundaron el país ha conformado una historia

de gloria, de esfuerzo y de fortaleza que vale

la pena recordar.

Otros países del continente han alcanzado su

libertad sin atravesar una terrible guerra que significara

poner en juego todos los componentes de

la nación en ciernes. Brasil alcanzó su independencia

por la crisis de la monarquía portuguesa,

al dividirse la casa de Braganza por las peleas entre

el padre Juan VI de Portugal y el hijo Pedro I

del Brasil.

El Paraguay, debido a su posición geográfica

en 1810, no tuvo que enfrentar al imperio

español para lograr su libertad que fue de hecho

en 1811 gracias a su primer gobierno autónomo, y

jurídica en 1842. El Perú aborda su independencia

con la llegada del Ejército Libertador en 1821

y finaliza con la batalla de Ayacucho en sólo tres

años.

Las Provincias Unidas del Río de la Plata forman

sus primeros ejércitos a días de la proclama

revolucionaria del 25 de mayo de 1810 y pelearán

hasta 1824.

El Himno Nacional Argentino, con

letra del porteño Vicente López y Planes recorre

esos campos de batalla: “¿No los veis (a los españoles)

sobre México y Quito arrojarse con saña

tenaz? ¿Y cuál lloran, bañados en sangre Potosí,

Cochabamba, y La Paz? ¿No los veis sobre el triste

Caracas luto, y llanto, y muerte esparcir? ¿No

los veis devorando cual fieras todo pueblo que logran

rendir?”. También ilustra ese tiempo el Himno

a San Martín, con letra del tucumano Segundo Argañaráz

que recorre “las tierras del Plata a Mendoza,

de Santiago a la Lima gentil”. Y no se pueden

olvidar las expediciones navales que llevaron

el estandarte de la Patria desde Hawaii hasta

California y aún hoy flamea en los colores de

las banderas de Guatemala, Honduras, Nicaragua

y El Salvador. Hoy transitaremos la gloriosa estela

del Ejército de los Andes, la máxima obra militar

argentina.

El Ejército de los Andes

y su creación

El encuentro de Yatasto entre Manuel Belgrano

y José de San Martín, jefes saliente y entrante

del Ejército del Norte, marcó la historia.

Fue la única vez que ambos próceres se vieron, a

pesar de lo cual constituyeron una sólida amistad

epistolar fundamental para el logro de los fines

revolucionarios. Para el correntino fue esencial

tomar contacto con el escenario del Alto Perú, ya

que pudo sumar sus conocimientos de los planes

que en Europa se habían diseñado para lograr la

caída del poder español en su bastión americano.

Nunca está de más recordar el genio estratégico

de San Martín, inigualado e inigualable. A los pocos

días el general estableció el Plan Continental

e inmediatamente puso en marcha su indomable

voluntad para realizar los tiempos de la libertad

en la América del Sur.

Muchas veces se relativiza el carácter político

de San Martín y es una injusticia histórica, ya

que su mente funcionó como un complejo sistema

de relojería donde todas las acciones tuvieron por

destino un solo objetivo: la independencia total.

A mediados de 1814, puso en marcha el plan.

Logra

la creación de la gobernación de Cuyo y pone

su capital en Mendoza, ciudad estratégica para la

campaña a Chile. A principios de 1815 San Martín

dedicó toda su acción a la formación de un ejército

al que bautizó con su mayor desafío: Los Andes.

Vale recordar que por entonces cada fuerza

militar tenía un nombre particular y no existía un

mando unificado de un ejército nacional.

En sólo dos años, sobre todo con el apoyo de

la población mendocina, a la que exigió por encima

de las posibilidades, y el concurso político y

económico del director supremo Juan Martín de

Pueyrredón, el tercer grande de la Independencia,

San Martín logró formar un ejército con 3 generales,

28 jefes, unos 200 oficiales, unos 4000 soldados

de tropa, 1200 milicianos, 120 barreteros

de minas, 25 baqueanos y 47 oficiales de sanidad.

Como logística el ejército contaba con 16 piezas

de artillería, 1500 caballos y 10000 mulas. No deja

de sorprender que en tan poco tiempo se haya

organizado la que fue la mejor fuerza militar de

América del Sur, cuyo espíritu se transmitió con

los años al Ejército Argentino.

El Cruce de los Andes

El curso de acción decidido por el Estado Mayor

se puso en práctica con la marcha de dos columnas

principales y cuatro secundarias, que lograron

dislocar el sistema defensivo de los españoles

comandado por el general Rafael Maroto,

quien respondía al gobernador español Casimiro

Marcó del Pont. Hay que destacar que fue la primera

campaña militar posterior a la Independencia

declarada el 9 de julio de 1816, con lo que es

correcto hablar de patriotas y de españoles o realistas.

Las dos columnas principales partieron a

mediados de enero desde el Campamento de El

Plumerillo, al norte de Mendoza, rumbo a Uspallata,

donde la columna principal al mando del general

Miguel Soler tomó rumbo al paso de Los Patos,

y la otra columna bajo la conducción

del general Juan de las

Heras lo hizo por el paso de

Uspallata.

Nunca está de

más decir que la altura alcanzada

por las tropas

supera en más del doble

la alcanzada por el francés

Napoleón Bonaparte

y el cartaginés Aníbal

en sus cruces de los Alpes.

Se produjeron durante

la marcha escaramuzas y

combates en Picheuta, Potrerillos,

Guardia Vieja, Achupallas y

Las Coimas.

Las cuatro columnas secundarias partieron

desde Guandacol, en La Rioja, al mando del

teniente coronel Francisco Zelada; desde San

Juan al mando del teniente coronel Juan Manuel

Cabot; por el paso del Planchón, al mando del

teniente coronel Ramón Freire; y por el sur de

Mendoza, al mando del capitán José León Lemos.

Se logró el gran objetivo que fue desconcertar

a los españoles, que no supieron por dónde

llegaría el grueso de las tropas hasta que éstas

se encontraron en Chile.

Es destacable José

álvarez de Condarco como jefe de inteligencia

de San Martín, que llevó adelante la guerra

de “zapa”, que enloqueció a los jefes realistas.

La eficacia del aparato militar creado por

San Martín queda en evidencia recordando las

bajas producidas en la batalla de Chacabuco

el 12 de febrero de 1817: los patriotas sufrieron

12 soldados muertos y 120 heridos, mientras el

enemigo tuvo 500 muertos, quedando 32 oficiales

y 600 soldados prisioneros.La gran batalla

de Maipú el 5 de abril de 1818 fue la derrota final

española en el Cono Sur y las bajas fueron impresionantes:

entre muertos y heridos las fuerzas

patriotas perdieron un tercio de los hombres,

y los realistas mil muertos y dos mil prisioneros.

Nunca volvió a flamear la bandera española

en Santiago de Chile, a ocho años de que

dejara de ondear en las Provincias Unidas.También

se combatió en Curapaligüe, Gavilán y Talcahuano.

La Campaña del Perú

San Martín, luego de la independencia de

Chile, plantea una estrategia diferente para enfrentar

el máximo bastión realista de América:

Lima. Puso en marcha una campaña naval, ensombrecida

por su mala relación con el almirante

británico Thomas Cochrane, que sin embargo

llevó al Ejército rumbo al Perú, que luego de

desembarcar llevó adelante las campañas de

las sierras, una operación de guerrillas exitosa

en la que se destacó el general Juan álvarez de

Arenales, el militar más “escondido” de nuestra

guerra independentista.

La caída del Callao, la captura del buque

“Esmeralda” y la proclamación de la independencia

del Perú son los jalones de esta campaña,

a veces poco relatada en nuestra historia

nacional debido a que hace presente la disputa

entre San Martín y el Libertador del Norte,

Simón Bolívar, resuelta por la extraordinaria decisión

del argentino de evitar una lucha fraticida

y renunciar a los honores y los cargos luego

de la entrevista de Guayaquil el 26 de

julio de 1822. A la generosa actitud

de San Martín la historia le

respondió con una situación

política caótica en que el

Perú se sumergió luego del

retiro del argentino, lo mismo

que en el Alto Perú, pero

la justicia de los tiempos

ha hecho que los peruanos

sigan considerando sin duda

a José de San Martín como

su libertador.

El fin de la

guerra de la

Independencia

El 20 de diciembre de 1824 se produce la

batalla final de la guerra de la Independencia:

Ayacucho en el actual territorio peruano. Muchos

argentinos pelearon allí, pero ya sin sus

jefes. Luego de Guayaquil muchos jefes del

Plata fueran relegados y algunos emprendieron

el regreso a la Patria. Nunca hay que olvidar

que miles de santiagueños participaron de

todos los ejércitos patrios que pelearon durante

catorce años por la Independencia. Algunosregresaron

a sus tierras y ni siquiera lograron

reencontrarse con sus familias o al menos

rehacer su vida.

La historia argentina resplandece

en el relato de las grandes épicas, pero

adolece aún de la falta de homenaje a quienes

dieron la vida por la Patria, aun sobreviviendo.

Recomendamos la lectura de los grandes

textos históricos sobre la gesta del Ejército

de los Andes: la “Historia de San Martín y de

la Emancipación Americana” de Bartolomé Mitre,

“Maitland& San Martín” de Rodolfo Terragno

y “San Martín, general victorioso, padre de

naciones” de Miguel ángel de Marco. La figura

extraordinaria de José de San Martín merece

que los argentinos dediquemos nuestro tiempo

a conocer al más grande de los militares de

la historia americana.

Dejamos para el próximo

domingo, si Dios quiere, el relato en estas

páginas de EL LIBERAL de las campañas de la

primera fuerza militar que se llamó a sí misma

Ejército Argentino: la guerra contra el Brasil.

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