Luchen por entrar por la puerta estrecha Luchen por entrar por la puerta estrecha
Mientras Jesús sigue
de camino hacia Jerusalén,
una persona le pregunta
por el número de
los que van a salvarse:
“Señor, son pocos los
que se salvan?”.
Jesús no responde a
la pregunta planteada,
no importa el cuánto, sino
el cómo. Para entrar
al Reino hay que “esforzarse”,
porque la única
puerta de acceso es “estrecha”.
Muchos intentarán
entrar, pero no podrán.
Más aún, intentarán
entrar cuando ya sea
demasiado tarde, cuando
el dueño de casa haya
cerrado la puerta. Esto
significa que el acceso al
Reino depende no sólo
del “esfuerzo” por entrar
por la puerta estrecha,
sino también de la actitud
del dueño de casa
que cierra la puerta en
un tiempo insospechado
y deja fuera a los “desconocidos”.
Estos dicen
haber comido con él y
escuchado sus enseñanzas,
pero el dueño de casa
(Jesús) no los conoce
ni sabe de dónde vienen.
Incluso, les dice: “Apártense
de mi todos los
que practican la injusticia”.
Estos que son echados
fuera del Reino son
aquellos que se conformaron
con un vínculo
superficial con el maestro,
es decir, que no
adhirieron a su llamada
a la conversión ni pusieron
en práctica sus enseñanzas.
El Reino es descrito
como la celebración de
un banquete en el cual
participan el dueño de
casa y los recién admitidos
junto a Abrahán,
Isaac, Jacob y los profetas
de Israel. Los admitidos
no sólo son los contemporáneos
de Jesús
sino “gente del este y
oeste, del norte y del
sur” (el Israel reconstituido)
que en el Evangelio
de Lucas designa a
los paganos.
Sin duda
que esta situación refleja
el rechazo de Jesús de
parte de algunos sectores
de su pueblo, pero
manifiesta con mayor
claridad la preocupación
de la comunidad cristiana
ante la apertura del
Evangelio a los paganos.
Por eso, anuncia la inversión
de los valores de
la sociedad que promueve
el Reino: los últimos
serán los primeros, y los
primeros los últimos.
Conclusión
En nuestra sociedad
actual no son muchos
los que se preocupan por
la salvación que trae el
Reino instaurado por Jesús.
La gran mayoría de
las personas ni siquiera
han podido hacer una
experiencia de encuentro
con él. Más aún, muchos
ni siquiera han escuchado
su “nombre”.
Por eso, hoy más que
nunca, los discípulos debemos
llevar a Jesús a
los demás, tender puentes
para que lo conozcan,
se enamoren de él y sean
sus testigos. Este es el
desafío mayor que tenemos
los cristianos hoy.
Mama Antula fue
una mujer cuya preocupación
se centró en que
todos conozcan a Dios:
“Quisiera andar hasta
donde Dios no es conocido
para hacerlo conocer”.
Ella interpretó mejor
que nadie la necesidad
de Dios que las
personas tenemos, y como
el encontrarnos con
él nos llena el corazón
de felicidad. Por eso la
recordamos y celebramos,
por eso es tan querida
por nuestro pueblo
santiagueño, en especial
por los pobres y marginados
que ven en su vida
y en su obra una luz
inextinguible de la misericordia
de Dios. Mama
Antula, ruega
por nosotros.