Los hijos de la libertad (1a parte) Los hijos de la libertad (1a parte)
La República Argentina ha
sido bendecida por personajes
que han sobresalido
en los relatos históricos
del continente y del mundo
durante el siglo XIX.
Pero sin duda la
presencia en nuestro país de José de San
Martín, Manuel Belgrano y Juan Martín
de Pueyrredón constituye un trípode
que hizo posible durante la década fundacional
de nuestra independencia un
proceso consistente y armónico que dio
origen a una nueva y gloriosa nación.
El
carácter de San Martín, el papel de Manuel
Belgrano y el rol de Juan Martín de
Pueyrredón los convierten en los responsables
máximos del éxito de la Independencia
Americana, y exalta su disposición
a olvidar antiguas rencillas en
aras de un principio superior de libertad
para sus pueblos.
Vamos hoy a dedicarnos a la descendencia
directa del primero de estos
gigantes, Don José de San Martín, una
de las hijas de la Libertad, atributo argentino
que sólo fue posible por el pensamiento,
la acción y la voluntad de los
“Tres Grandes de la Independencia”, tal
como los llamó el historiador Bartolomé
Mitre.
El amor del Libertador
La vida romántica de don José Francisco
de San Martín es bastante acotada, teniendo en
cuenta su vida errante como militar y su responsabilidad
como hombre fuerte de la Revolución.
Apenas llegado a Buenos Aires, pudo aseverar
que sus padres, don Juan y doña Gregoria Matorras,
se habían casado en la Catedral el 1° de octubre
de 1770, lo que puso fin a las sospechas sobre
su origen. Y deseoso de demostrar la pasión
por la causa independentista, y a instancias de su
colega Carlos Antonio de Alvear, quien le presentó
a la amiga de su esposa Carmen Quintanilla, la
joven María de los Remedios Carmen Rafaela Feliciana
de Escalada y Quintana, procedió a casarse
el 12 de septiembre de 1812. él tenía 34 años
y su esposa sólo 14, lo que amerita aclarar que
la mayoría de edad femenina se alcanzaba con la
posibilidad de ser madre.
La llegada de Merceditas
No se puede ignorar el tiempo tempestuoso
en el que se fortaleció el matrimonio.Su mejor
época transcurrió desde 1814 cuando emprendieron
juntos el camino a Mendoza. Allí, en la
rutina del trabajo de gobierno y de organización
del Ejército de los Andes, San Martín pudo
disfrutar de su vida familiar como nunca, ni antes
ni después. La vida cotidiana en la casa del
gobernador alcanzaría su mayor felicidad el 24
de agosto de 1816, cuando a sólo 45 días de la
declaración de la Independencia en San Miguel
del Tucumán, nacía en la capital cuyana Mercedes
Tomasa de San Martín y Escalada. Hoy
se ha organizado un museo de sitio que ha restaurado
arqueológicamente ese lugar sagrado.
La niña es bautizada en la iglesia mendocina
de San Nicolás de Tolentino el 31 de agosto.
Don José y doña Remedios sólo compartieron
cinco años de su vida y que la separación
se hizo definitiva desde el traslado de la esposa
del general a Buenos Aires, a principios de
1819, cuando ya mostraba signos de la tuberculosis
que la llevaría a la muerte. Junto a Remedios
viajó su hija Mercedes, y en la capital
se instalaron en la casa paterna de los Escalada.
Así la hija de San Martín fue criada por
sus abuelos, que suplían la ausencia del padre
y la enfermedad de la madre, que murió el
3 de agosto de 1823. Merceditas tenía apenas
6 años.
Al regresar a Buenos Aires, luego de la liberación
de Chile y el Perú, y de la entrevista
de Guayaquil con Simón Bolívar, San Martín
tuvo que enfrentar a su hija, a quien recordaba
como un bebé y que no había sido alimentada
en el amor a su padre, ya que su abuela
guardaba bastante rencor contra el yerno.
Cuando pudo hacerse de la niña, se embarcaron
rumbo a Europa el 10 de febrero de 1824.
Quizá comenzó allí la tarea más ciclópea de
don José: conquistar el corazón de Mercedes.
El viaje fue bastante complicado y el propio
San Martín, en carta a Manuel de Olazábal le
dice: “Qué diablos, la chicuela es muy voluntariosa
e insubordinada, ya se ve, como educada
por la abuela; lo más del viaje la pasó arrestada
en un camarote”. Agregará que su hija es un
“diablotín”.
Padre e Hija en Inglaterra y Bélgica
El relato histórico argentino no suele profundizar
en la vida de los próceres una vez que termina
su vida pública. Hay que rescatar el cuarto
de siglo que San Martín vive en Europa hasta su
muerte. En Londres el padre responsable interna
a su hija en el distinguido “Hampstead College”.
San Martín se instala en Bélgica, un país muy
amable con el Libertador.
Allí escribe las “Máximas
para mi hija” en 1825, un compendio de virtudes
prácticas que muestran el empeño de San
Martín por educar a Mercedes. Creemos que la
Argentina sería un mejor país si todos los padres
enseñáramos esas sencillas normas a nuestros
hijos.
Al terminar sus estudios dirá San Martín en
una carta a su gran amigo Tomás Guido el 6 de
enero de 1827: “La mutación que Mercedes ha
operado en su carácter es tan marcada como
la que ha experimentado en figura. El inglés y el
francés le son tan familiares como su propio idioma
y su adelanto en dibujo y la música son sorprendentes.
Usted me dirá que un padre es un
juez muy parcial para dar su opinión; sin embargo,
mis observaciones son hechas con todo el
desprendimiento de un extraño, porque conozco
que de un juicio equivocado pende el mal éxito
de su educación”.
Se afianza el vínculo entre padre
e hija.
Se instalaron en la calle Rue de la Fiancée 14
de Bruselas, junto al hermano de don José, su
querido Justo Rufino, hasta que San Martín decide
volver a Buenos Aires a fines de 1828, propósito
que se frustra por la guerra civil entre federales
y unitarios. A su regreso pasa por Francia
y por Inglaterra, y llega a Bélgica en 1829, viviendo
amablemente con su hija hasta que estalla
la revolución independentista belga. Don José
era un hombre de orden y decide trasladarse a
una quinta de las afueras de París, en Montmorency.
Allí se reencuentra con Alejandro Aguado,
un viejo compañero de armas convertido en gran
banquero, quien además de descontarle las cartas
de pago que San Martín recibía desde la América
del Sur, lo nombra tutor de sus hijos, en homenaje
a la tarea que había llevado adelante con
Merceditas.
Padre e hija se enferman de cólera en 1831
y son atendidos por el médico argentino Mariano
Antonio Severo Balcarce, hijo del general
Antonio González Balcarce, antiguo colaborador
del Libertador. Entre los jóvenes nace
el amor y el 13 de septiembre de 1832 se
casan en París. Mercedes tenía 16 años y Mariano
25. Luego de la ceremonia religiosa los
novios fueron agasajados por don José en el
restaurante “ChezGrignon”.
San Martín y los Balcarce en Francia
Los flamantes esposos deciden viajar a Buenos
Aires para su luna de miel y es allí donde
nace su primera hija, María Mercedes el 14 de
octubre de 1833. Los esposos, a su regreso a
Francia, decidieron vivir con don José, quien ordena
vender sus bienes en Argentina para poder
afincarse definitivamente en Francia.
En 1834
adquiere, con la ayuda de Aguado una mansión
a orillas del río Sena, en el pueblo de Evry sur
Siene, a la que se llamó finca de Grand Bourg,
que ocuparán hasta 1848. Como muestra del
ambiente familiar vale destacar que sus miembros
hablaban fluidamente castellano, francés,
inglés e italiano. En esa casona de Evry nace el
14 de julio de 1836 Josefa Dominga, la segunda
nieta de San Martín. Para entonces Merceditas
había tomado conciencia de la importancia histórica
de su padre y dedicará el resto de su vida
a conservar su legado moral.
Hombre de consulta política, San Martín
disfruta de una cómoda vida y se convierte en
un abuelo dedicado, cuidado con esmero por su
hija.
En 1845 parte don José a Italia con su mayordomo,
visitando Florencia, Nápoles, las ruinas
de Pompeya y finalmente recala en Roma,
donde se aloja en el Hotel de la Minerve, lugar en
el que sufre una convulsión que es casi fatal. De
regreso en París vuelve a disfrutar de la vida familiar
y la revolución de 1848 hará que se trasladen
todos hacia el norte de Francia, disfrutando
del primer viaje en tren desde la capital gala
hasta las costas del canal de la Mancha llegando
a Boulogne Sur Mer.
Don Mariano Balcarce se convirtió en delegado
diplomático de la Confederación Argentina
en París. La muerte de don José de San Martín
lo muestra haciéndose cargo de todos los
asuntos familiares y con su esposa Merceditas
cumplen el testamento del Libertador. La familia
se trasladará más adelante a Brunoy, al sur
de París.
El 21 de mayo de 1860, por una mala
práctica médica muere María Mercedes a sus
26 años, soltera. El 15 de junio de 1861 se casa
Josefa con un diplomático mexicano, Fernando
Gutiérrez Estrada.
La hija del prócer máximo argentino morirá
el 28 de febrero de 1875, a los 58 años, sin ver
realizado su máximo propósito que era el reposo
de San Martín en tierra argentina, algo que concretará
su marido cinco años después. Mariano
morirá el 20 de febrero de 1885 y ambos compartirán
con su hija mayor la bóveda Balcarce
en el pequeño cementerio de Brunoy. Josefa vivirá
hasta los 87 años, convertida en una heroína
nacional de Francia por su participación como
jefa de enfermería del ejército galo durante
la 1ª Guerra Mundial. Fue quien preservó la herencia
del Libertador, donando el mobiliario de
la casona de Boulogne Sur Mer al Museo Histórico
Nacional y el resto de los bienes al Patronato
de la Infancia.
En 1951 los restos de Merceditas, Mariano
y María Mercedes fueron repatriados y hoy
se encuentran sepultados en la basílica de San
Francisco en Mendoza. Josefa fue llevada junto
a su marido a México, donde reposan en paz. La
vida y la obra de los hijos de los próceres sonsiempre
interesantes y aportan una visión acabada
de quienes nos dieron la libertad. El próximo
domingo, si Dios quiere, abordaremos la vida
de los hijos de Manuel Belgrano, desde estas
páginas de EL LIBERAL.