Sarmiento: el padre del aula Sarmiento: el padre del aula
Hace 134 años moría en Asunción
del Paraguay Domingo Faustino
Sarmiento, que se había instalado
allí con sus dolores de anciano,
en la compañía del amor de su vida
otoñal Aurelia Vélez y de su hija Ana Faustina.
La
noticia conmocionó a toda Sudamérica y el cortejo
fúnebre naval que condujo sus restos hasta
Buenos Aires debió detener su marcha en todos
los pueblos y ciudades costeros de los ríos Paraguay
y Paraná, donde las multitudes despidieron
al gran sanjuanino. Como ejemplo, en la plaza
25 de Mayo de la ciudad de Rosario, detrás
del Monumento a la Bandera y frente a la Catedral
y la Municipalidad se encuentra marcado el
lugar donde fue colocado el ataúd para el homenaje
popular.
El 21 de septiembre el vicepresidente
Carlos Pellegrini recibió al ilustre presidente y
proclamó: “He aquí el cerebro más potente
de la América”.
Sin duda no ha habido en la historia nacional
un personaje más genial que Sarmiento.
Periodista,
sociólogo, historiador, maestro, escritor (el
más prolífico en castellano en el siglo XIX), polemista,
como hombre público fue director general
de Escuelas de Buenos Aires, presidente del Consejo
Nacional de Educación, concejal porteño,
senador nacional, embajador, gobernador de San
Juan y presidente de la Nación.Entre otros aspectos
menos conocidos, no es poco ser considerado
el primer constitucionalista argentino, Nunca
debe olvidarse que ejerció diversos oficios tales
como minero, agricultor y tipógrafo.
Pero sobresale sin duda su condición de mayor
promotor de la educación pública en la América
del Sur.
El título de “Padre del Aula” lo hizo popular
su himno, obra del catalán Leopoldo Corretjer,
quien llegó a la Argentina al tiempo que Sarmiento
ya vivía en el Paraguay,quien llegó a ser
inspector de Música en la ciudad de Buenos Aires
y fue el director de la orquesta de 500 músicos
y 30.000 coreutas alumnos de escuelas públicas
que cantaron el Himno Nacional Argentino el 25
de mayo de 1910, en el festejo del Centenario de la
Revolución de Mayo.
Vamos a dedicar hoy este artículo a recordar
su acción educativa.
Maestro en San Luis y Chile
Su pasión por enseñar nace cuando viaja a San
Francisco del Monte, en San Luis, acompañando en
el exilio a su tío fray José de Oro entre 1826 y 1827.
Allí aún se conserva el rancho que sirvió de vivienda
e improvisada escuela, donde el joven Domingo
enseñó a leer y escribir. Tenía 15 años y fue el primer
establecimiento fundado por Sarmiento.
A principios de la década de 1830 cruza a Chile
y se afinca como agricultor en una pequeña localidad
rural, donde por las tardes se dedica a enseñar
lectura y una de sus alumnas, María de Jesús del
Canto se convierte en su primer amor y en la madre
de su hija Ana Faustina en 1832.
Sus primeras fundaciones
escolares
En 1839, en San Juan y retomando una idea de
fray Justo Santa María de Oro, otro de sus tíos,
Sarmiento funda el Pensionado de Santa Rosa de
Lima, dedicado a la educación de niñas y bajo el
amparo de las monjas dominicas, con las que el
gran educador mantuvo siempre una relación muy
cordial.
Era gratuita y fue el primer establecimiento
en la provincia donde estudiaban mujeres. Sigue
existiendo en el predio de la casa natal de Oro, el
primer obispo de la Independencia y congresal de
1816. Nuevamente en Chile e instalado en Santiago,
Sarmiento desarrolla una gran actividad como periodista
y hombre público, pero su notable espectro
de intereses le permitió en 1842 fundar la primera
escuela normal de preceptores en Sudamérica.
El sanjuanino fue su primer director y marca
el comienzo de la formación normalista en el continente,
teoría que imponía la enseñanza de normas.
Hoy funciona como Escuela Normal Superior “José
Abelardo Núñez”.
La formación militar
Sarmiento asume el 12 de octubre de 1868 y el
hecho de haber dedicado toda su vida a pensar el
país, hizo de su presidencia una de las más ordenadas
de la historia. Respecto de la educación, el
sanjuanino entendía que no sólo se trataba de la
formación elemental sino de la necesidad de educar
en todos los niveles, y proveer de conocimiento
intelectual y científico a la Argentina para convertirla
en una sociedad instruida, ilustrada y moderna.
Es muy importante entender que Sarmiento
veía al país con enormes posibilidades, y que
tomar el ejemplo del mundo más avanzado no era
más que acelerar el progreso argentino.
Por eso no
tuvo complejos en contratar a los mejores extranjeros
en cada campo para perfeccionar la población.
Encaró la instrucción en las fuerzas armadas,
y respetando las virtudes castrenses que los grandes
de la Independencia habían insuflado en los
hombres de armas, decidió la fundación de las academias
militares.
El 11 de octubre de 1869 se promulgó
la ley 357 que creó el Colegio Militar de la
Nación.
En un primer encuentro con los profesores
dirigidos por el coronel austro-húngaro Juan
Czetz, les trasmitió su deseo de formar “oficiales
científicos”afirmando que el arte de la guerra,
por el material y sus medios poderosos de destrucción,
ponían el valor al servicio de la ciencia y
del genio y donde el saber “era una guía hasta
en los campos de batalla”.
Más adelante, el 5 de octubre de 1872 se sanciona
la ley 568 que funda la Escuela Naval Militar.
Al inaugurarla en el vapor “General Brown” el presidente
Sarmiento dijo: “Guardo la seguridad
que con la Escuela Naval quedará garantida
la independencia que nos legaron nuestros
padres y asegurado el vínculo que nos
une a todas las otras naciones, por el cultivo
de las ciencias y las artes que dominan
las fuerzas de la naturaleza, enfrentan las
olas y contienen la injusticia”.
Las escuelas normales
Las escuelas normales de maestras y la contratación
de maestras con graduación universitaria en
los Estados Unidos de América son la máxima creación
de Sarmiento y su timbre de honor.
Estas decisiones
hicieron de la Argentina el país más instruido
de América Latina y uno de los primeros en el
mundo en acabar con el analfabetismo infantil. Para
el presidente fue muy duro cotejar en el censo nacional
de 1869 que el 71% de los habitantes no sabían
ni leer ni escribir. El 1° de octubre de ese año
se sanciona la ley que decía: “verificar los gastos
que demanden la plantación (sic) de dos
escuelas normales, para formar preceptores
de instrucción primaria”.
La primera se instaló en Paraná en 1871 y la segunda
en San Miguel del Tucumán, aunque se inauguró
recién en 1875. Fueron sus directores dos
hermanos: Joseph y John Williams Stearns. En Paraná
formó parte del plantel de maestras llegadas
desde el Norte Sara Chamberlain de Eccleston, la
fundadora del primer jardín de infantes del país.
Esta
idea de Sarmiento iba a sembrar escuelas normales
en todo el país, comenzando por las capitales
de provincia con la llegada de las 65 “Maestras
de Sarmiento”.
Es el primer caso de discriminación
a favor de la mujer, ya que eran 61 mujeres y 4
hombres que han quedado relegados en el recuerdo.
Esto le permitió a Sarmiento fundar centenares
de escuelas públicas en todo el territorio nacional.
Las instituciones
científicas
Dos entidades fundamentales para el desarrollo
de la ciencia fueron creadas por Sarmiento.
Ambas
fueron radicadas en Córdoba, lo que sumado
a la fundación de las escuelas normales en Paraná
y Tucumán le permitió al sanjuanino cumplir con
su precepto federal manifestado en su discurso ante
el Congreso Nacional cuando asumió: “Vengo a
ser porteño en las provincias y seré provinciano
en Buenos Aires”. Se trata del Observatorio
Nacional Argentino y de la Academia Nacional
de Ciencias.
El 24 de octubre de 1871 fue fundado con la presencia
del presidente el primer observatorio astronómico
del hemisferio sur. Para ello, su ministro de
Instrucción Pública Nicolás Avellaneda contrató
a Benjamín Gould, el primer doctor en astronomía
del mundo, quien llegó al país y logró la provisión de
un impresionante equipamiento que permitió la primera
publicación del mapa astronómico del sur llamado
“Uranometría Argentina” en 1877.
La vida de
Gould sufriría una tragedia con la muerte de sus hijas
durante una inundación provocada por una creciente
del río Primero.
El 11 de septiembre de 1869 una ley nacional autorizó
a “contratar dentro y/o fuera del país
hasta veinte profesores, que serán destinados
a la enseñanza de ciencias especiales
en la Universidad de Córdoba y en los
colegios nacionales…”. En 1872 se dictó un decreto
reglamentario que ordena la creación de una-
Academia de Ciencias Físicas y Matemáticas.
La
mayoría de los que fueron posteriormente contratados
fueron alemanes y para 1878 ya habían aprobado
el reglamento de la Academia Nacional.
El primer
director, nombrado en 1873, fue Germán Burmeister,
el paleontólogo que dirigió durante muchos
años el Museo de Buenos Aires, hoy Museo
Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”.
La sede de la Academia se edificó en la
manzana jesuítica de Córdoba y comparte hoy ese
solar con el antiguo rectorado de la Universidad y el
Colegio Nacional de Montserrat.
El homenaje de los
estudiantes
El funeral de Sarmiento en el cementerio porteño
de la Recoleta, donde el prócer había establecido
que fuera su tumba, se produjo el 21 de septiembre
de 1888, fecha que fue proclamada como
Día del Estudiante por la Universidad de Buenos
Aires en 1902 a propuesta de un alumno, Salvador
Debenedetti, que era el presidente del Centro
de Estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras.
Incluso en este acto final se encuentra la relación
de Sarmiento con la educación, a la que consideraba
en función de lo más importante, los alumnos.
Se advierte que esta columna no es exhaustiva.
Han quedado pendientes los relatos de muchas
otras instituciones creadas por el prócer. Para terminar,
como dice su himno “Gloria y loor, para
el grande entre los grandes, padre del aula,
Sarmiento inmortal”.