Brutal crimen: irrumpe en casa del vecino y lo asesina de un disparo de escopeta

De un certero disparo de escopeta, un individuo asesinó ayer a su vecino. Le disparó al pecho desde escasos 3 metros. Al parecer le reprochaba haber ingresado a su propiedad y haber liberado un cerdo. 

Tan insólita como increíble, la tragedia diezmó a una familia en el paraje Santa Rosa, distante a 30 kilómetros de la capital y a 3 de la ruta 64, que conduce a Frías y a Catamarca.

Según se desprende del proceso que impulsa la fiscal, Luciana Jacobo, el horror sobrevino ayer a las 13. Mientras los contados habitantes del lugar se encontraban de sobremesa, Diego Marcelo Orieta, 30, escuchó que alguien golpeaba las manos. Era su vecino, David Eduardo Jiménez, 45, con quien Orieta mantenía añejos enfrentamientos por un terreno y por los animales que ambas familias solían enviar al campo a pastar.

Versión de los Orieta

De acuerdo con los familiares de Orieta, Jiménez apareció desorbitado. Estaba furioso y le atribuía a Diego haberle retirado una correa y liberado a uno de sus cerdos. En vano el dueño de casa intentó darle una explicación, ya que Jiménez no lo escuchó y ante la mirada incrédula de todos, le apuntó con su escopeta y abrió fuego.

El estallido del cartucho lanzó a dos metros a Orieta, entre agonizante y casi muerto ya. Los parientes corrieron para socorrer a Orieta y Jiménez comenzó a correr hacia el monte.

Con su casa enclavada en el corazón de una zona de arbustos y árboles, sin siquiera señal de celular, la muerte se precipitó por lógica decantación, mientras el cuerpo iba rodeándose en un charco de neto tono rojo.

Búsqueda agotadora

En menos de 20 minutos, los policías y la fiscal comandaron un rastrillaje. Antes de las 15, Jiménez fue  alcanzado, esposado y detenido, por requerimiento de la jueza de Control y Garantías, María del Huerto Bravo Suárez (foto).

Urgente, los peritos le retiraron las prendas de vestir, ya que ahora serán sometidas a pericias. Se sabe que presentaban sangre y todo indica que correspondía a la víctima.

Los uniformados que lo alcanzaron indicaron que balbuceaba frases incoherentes, pero sin negar haber disparado a Orieta. Desconocía que lo había matado, pero tenía claro que el proyectil tenía entidad para causar un daño terrible.

Ni bien el sol comenzó a castigar con más rigor, Jiménez fue cargado a un patrullero y conducido a Sanidad y luego a la seccional Novena, hasta ser indagado.

En tanto, el cuerpo de Orieta fue trasladado a la Morgue Judicial y hoy será sometido a una autopsia, desde las nueve de la mañana. Posteriormente, Jacobo lo entregará a sus familiares para la sepultura.

Entre el shock y el espanto, policías tercian con sutil vigilancia para pacificar a las dos familias

La investigación por el asesinato recayó en personal de Homicidios y Delitos Complejos. A la vez, la fiscal encomendó ayer a los policías jurisdiccionales montar vigilancia en Santa Rosa.

Nadie lo decía, pero muchos temían una posible revancha, ya que en ese lado del mapa no abundan las soluciones tamizadas desde el plano policial y algunos "actores" prefieren limar asperezas a la vieja usanza, es decir con violencia.

Por las dudas, los funcionarios se cercioraban de que los Orieta y los Jiménez no encontrasen un punto de encuentro, sin importar las motivaciones.

En ese escenario de tensa calma, la fiscal tomaba muchas decisiones: pedía autopsia, análisis de toda la ropa de los dos vecinos; testimoniales de los testigos presenciales y el secuestro de la escopeta.

Jacobo armará el rompecabezas, ya que los plazos corren y debe preparar las bases de la imputación. Esta podría ser "homicidio simple", o bien "agravado", sin que hasta el cierre el detalle haya sido establecido.

Al bordear la medianoche, Jiménez debía ser alojado en la Seccional Novena. Su entorno deslizó que no hablaba nada. ¿Para qué? Terminaba de dejar atrás el umbral de la cordura y el único futuro posible será un juicio con una condena máxima de 25 años.