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EL LIBERAL . Santiago

La vida es simple... mentira

Por Francisco Viola, médico y sexólogo.

07/04/2024 06:00 Santiago
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La vida es simple... mentira La vida es simple... mentira

La vida es simple, dicen, me dicen. Como que no hay que hacerse problemas. Hay en esa afirmación la sutil mentira que ayuda un momento. Pero, lo sabemos, no resiste el análisis. La vida de la ameba, quizás sea fácil. Nacer, crecer, reproducirse y morir. Lineal y nada más. La vida del ser humano es compleja en sí misma. Es un cúmulo de cosas, de relaciones, de estímulos, de interacciones, por solo mencionar algunas. Por ello, nos pasan cosas rutinarias, geniales, aburridas, espectaculares, reales, imaginarias y el listado se hace enorme. Nos topamos a diario con decisiones de todo tipo: tontas, circunstanciales, trascendentes, maravillosas, impredecibles y más. Desde la sutileza del arte (me contaron que Sábato se pasó una noche eligiendo donde poner la coma en un texto) y Picasso, creo haber leído, decía que en la primera línea de su dibujo estaba el todo (o lo imaginé). 

Así es, el ser humano tiene ejemplos cotidianos y constantes que la vida es compleja, pero nos aferramos al deseo absurdo que sea simple. Lo decimos como si fuese una salvación. Sobre todo, lo decimos frente al que piensa (aunque piense tonteras y sin valor). No, les aseguro que la vida es compleja. Pero no como un mesías o un lector del mensaje de las estrellas. Lo digo por haber vivido como cualquiera de los que leen esto. 

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La suma desordenada de las torpezas y aciertos que tenemos (¡sí!, me gusto esta frase) hace que sepamos que la vida es compleja. Desde que nacemos, necesitamos a otro y ya tener a otro agrega complejidad. Ese otro, en ese momento, imprescindible, no es moldeado por nosotros, sino al revés. Y lo que nos toca en suerte define senderos que luego, en tantas ocasiones, nos obligará a persistir o a renegar del mismo. En el medio nos desafía el agobio o la alegría y aparecen pérdidas y nuevos descubrimientos. La vida es la suma de todas las cosas que pasan con el simple hecho de andar por la vida. Así, la compararon con todo y con nada. Con arte, con estelas en el mar, con un escenario, con lo que quieras.

El principito, que muchos hemos leído y casi todos hemos escuchado nombrar, no es simple por más que su mensaje sea tan directo y evidente que enamora, en tantas ocasiones. O, ¿alguien vio alguna vez un niño venido de un asteroide?

Lo que sí está claro es que frente a lo complejo del hecho de vivir podemos hacer todo más complicado o llevarlo por el camino de la simplicidad. He aquí, sin dudas, la clave que todos apelamos cuando repetimos eso que la vida es simple. Ser menos complicado en una vida compleja necesita más dedicación. Eso sí que es un desafío hermosamente humano. Para ello, mucho tiene que ver el dejar que las cosas fluyan y sumergirse en el placer del encuentro, en la serena sensación de saber que aun compleja, la vida nos regala la posibilidad de preguntarnos, de responder, de reír, de sentir, de viajar a donde la geografía nos permita o al simple espacio de nuestras propias imágenes oníricas, que una buena conversación tiene con una dosis de seriedad y otra de delirio. Esa vida que nos permite, si nos autorizamos, la calidad en las caricias que ofrecemos, y comprendemos que el tiempo corre salvo cuando lo convertimos en momentos compartidos, que la naturaleza sólo existe cuando la saboreamos un poco, por más que no necesite de nosotros para estar. 

La vida es simple. Sin dudas: nacer, crecer, reproducirse (o no) y morir. Pero el ser humano viviendo eso es otra cosa. Es una maravilla que tiene las dimensiones de todos los seres que cruzamos y está tallada sobre un lienzo que es capaz de adaptarse y con ello de hacer lo mismo haciéndolo aún diferente. La complejidad es una de sus riquezas es lo que garantiza la diversidad, la belleza, la creación, las relaciones, la majestuosidad elemental del placer, la compasión, la tristeza como instante y la alegría como estado, la mágica posibilidad de descubrir que estamos vivos a pesar de las tragedias inevitables y la constante capacidad de poder caminar, la esperanza que nos motiva al leer las cosas cotidianas y simples. Definitivamente cada una de esas cosas son complejas, pero, no quita, podemos vivirlas simplemente y, lo bueno es que logramos hacerlo cuando nos lo proponemos, he aquí la esperanza, el desafío y, para muchos, la promesa a cumplir. Siempre nos la debemos.

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