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EL LIBERAL . Viceversa

Crónicas adelantadas

Por Belén Cianferoni.

21/04/2024 06:00 Viceversa
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Nací quince minutos antes de lo esperado. El doctor estaba apurado, tenía una fiesta, y tuvo que apurar el parto. Lo entiendo, su asado dependía de mi salida acelerada de la panza de otro ser humano. Así aparecí en el planeta, a las apuradas, sin tiempo para despedirme del líquido acuoso y con un cachito de miedo.

Esos quince minutos me han perseguido toda mi vida, veo al reloj y le digo: ¿Ahora quien me indemniza mis quince minutos?

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Me duermo temprano, pienso en el número 15, y me despierto aceleradísima con el sonido de la alarma que sonó horrorosamente antes. Cuando abro los ojos, mi cuerpo se mueve, pero mi alma queda dormida quince minutos más en la cama. Me arrastro entre las sábanas para existir, lucho codo a codo con el café con leche, pero es una batalla que perderé en los siguientes quince minutos.

"¡Cianferoni apure". Meta, meta, que está llegando tarde", era el rosario de mis profes. "Belén, el mate no es micrófono", cualquiera de mis amigas. "¿Aún no saliste?", cualquier persona que está esperando. Perdí varias convocatorias y becas por no moverme a tiempo, esta crónica saldrá tarde porque mi espíritu tardo en llegar al teclado. Lo intento, pero cuando llego a la meta, siempre me gana alguien quince minutos antes.

Mis canciones favoritas fueron éxitos en el pasado. Hablábamos con mi pá de los Cantores del Alba, y yo pensaba en los cantores de la noche, del canto escondido antes de que salga el sol, quince minutos antes. ¿Por qué tan temprano? Corro entre las letras desfasadas de los textos, intento apurarme y me pierdo entre las conjugaciones. ¿Esto es presente o el pasado? Tampoco voy a ponerme en modo pluscuamperfecta del subjuntivo: "No hubiera llegado tarde si el medico no hubiera apurado el parto!". No me hago la "vistima", reconozco que me enamore del pecado de la pereza. De adolescente redoblaba la apuesta, ¿me quitaste quince? Me demoro 30, toma. Era insostenible, era mucho delay hasta para mí. 

La aceleración del espacio, la gravedad del tiempo, la modernidad, el reloj que se derrite mientras el tiempo avanza, y todo el ruido de este nuevo Santiago del Estero modernizado, frenético, iluminado con brillitos LED y esquizofrénico, fue demasiado. Tuve que refugiarme en el mundo virtual y trampearle a la vida con aplicaciones en el celular, tocar todas las alarmas, jugar con todos los despertadores y decir miau, cuando la vida me muestre los dientes. 

Aquí me tienen gritando "Miau!", apurada sobre el teclado 15 minutos antes de que cierre todo, y las maquinas de la imprenta del diario anuncien el fin del tiempo. Tecleo, tecleo, mientras en la radio canta Arjona… " /el cadáver del minuto que paso/ me dice así se vive aquí te guste o no". Tiene razón, hasta un reloj parado da la hora exacta dos veces en el día. Esta aceleración es el precio a pagar por estar en este planeta, y créanme cuando les digo, que con gusto pago el derecho de piso, solo por ver un día más'.

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