El niño, la cisterna, el Papa Francisco y un "milagro": una historia que tocó el corazón de Añatuya

El sábado en que el mundo despedía al Papa Francisco en Roma, en Añatuya nos llegaba otra noticia que nos conmovió profundamente: la historia de Lionel Coronel Ventureira, un niño de apenas dos años de Los Telares – Dpto Salavina que había caído en una cisterna de agua.

Mientras todos seguíamos con emoción las imágenes del funeral papal, en nuestra tierra otro acontecimiento tocaba el alma de muchos: una madre, Romina, rezando con toda su fe por la vida de su hijo. En ese momento de desesperación, ella invocó con fuerza la figura de Francisco, pidiéndole su intercesión. Lo sintió cerca, lo visualizó, casi como si estuviera con ella. Y luego de eso, cuando todo parecía oscuro, comenzaron a aparecer los signos de mejoría en su hijito.

Quiero compartir esta historia no desde un lugar oficial, ni como portavoz de ninguna institución, sino desde la emoción, la fe compartida y el asombro de lo humano que se abre a lo divino. No tengo autoridad para declarar un milagro, pero sí siento que vale la pena detenernos en esta experiencia que tocó a tantas personas.

Romina lo expresó con total claridad: para ella, su hijo está vivo por gracia de Dios, y por la intercesión del Papa Francisco. Y como creyentes, sabemos que Dios actúa de muchas maneras: a través de la oración, pero también de los médicos, de la ciencia, de quienes asistieron con entrega y rapidez. Todo eso también forma parte del milagro.

¿Fue un milagro? Para esa madre, sin dudas lo fue. Y su testimonio es sincero, auténtico, profundamente creíble. Ella vivió algo que marcó su fe para siempre, y nadie puede negarle esa vivencia espiritual tan fuerte.

Ahora bien, la Iglesia tiene un camino muy cuidadoso para reconocer oficialmente un milagro, especialmente si se quiere iniciar un proceso en vistas a una eventual beatificación o canonización. Este proceso es serio, largo y muy riguroso. Requiere informes médicos detallados, documentación clínica, testigos, y un dictamen científico que certifique que no hay explicación médica posible. Entre otros criterios, para ser considerado milagro debe ser:

-Instantáneo, es decir, que ocurra de manera muy rápida.

-Completo y perfecto, sin secuelas o recaídas.

-Duradero y estable en el tiempo.

-Inexplicable para la ciencia, aun después de estudios serios.

No sabemos si este caso será investigado formalmente por las autoridades eclesiásticas. Tal vez sí, tal vez no. Es un camino que lleva años y mucha paciencia.

Pero lo cierto, lo innegable, es que Lionel está bien. Está vivo, sano, y disfrutando de su infancia. Y eso ya es un regalo inmenso para sus padres, para Los Telares, para Santiago del Estero… y por qué no decirlo, para toda nuestra patria.

Personalmente, me encantaría algún día conocer a Lionel. Ojalá que cuando crezca, sus padres puedan transmitirle lo vivido, y que él pueda valorar el poder de la fe, de la oración, del amor incondicional que lo rodeó. Lindo sería que pueda saber que durante unos días, su historia fue una bocanada de esperanza para muchos, y que en medio del dolor de la despedida del Papa Francisco, su recuperación fue como un guiño de cielo.

Tal vez no tengamos todas las respuestas. Pero sí tenemos algo que no falla: la certeza de que Dios no está lejos, y que la fe sencilla —como la de Romina— puede mover montañas.