Cayeron detenidos casi todos los presuntos maleantes. Aún no fue interceptada en Buenos Aires una gitana. La trama del golpe, la tortura y armas de fuego, voracidad y compras.
No fueron $ 70 M. sino $ 300 M. los despojados a comerciante por banda de 4 gitanos y 3 civiles No fueron $ 70 M. sino $ 300 M. los despojados a comerciante por banda de 4 gitanos y 3 civiles
Cuatro integrantes de la comunidad romaní, el empleado de una UPA, un ex empleado público y un transportador habrían materializado un audaz golpe, estimado en $ 300.000.000, con una ayuda extra: un hombre que marcó el objetivo, pero aún sin identidad.
La víctima resultó el comerciante Carlos Eugenio López, golpeado y secuestrado la noche del 26 de marzo pasado, según emana del proceso que timonea el fiscal, Nicolás Santillán.
Primero, a simple vista, López estimó en $ 70.000.000 el botín, pero dos días después amplió la denuncia y precisó que se llevaron $ 300.000.000. "Pago de proveedores y dinero destinado para asistir a mi hermana de dificultades en su salud", explicó.
Todo comenzó a las 22.30. Dos maleantes interceptaron a López mientras intentaba ingresar a su casa del Bº Jardín, en la capital. Uno era porteño y el otro, de tonada tucumana. Uno lo golpeó en la nuca y el restante, le apuntó en el rostro con un arma de fuego. Lo torturaron durante una hora, pero el botín de $ 80.000 no los satisfizo. Menos, una cadena de oro, una pulsera, un anillo y dos relojes.
"Queremos la grande", gritó uno y citó cajas fuertes. "No te hagas matar al pedo"… "Entregá todo porque te voy a cortar los dedos", bramó el tucumano con una navaja amenazante. "Entrégame las llave de la caja fuerte, o la combinación", insistió. Sangrante, López se rindió. "El dinero está en mi distribuidora", en calle Ramón Chávez, La Banda. Lo desataron, lo subieron a una camioneta y enfilaron a La Banda. Pasaron por Bº Fraternidad; siguieron por Monteagudo hasta San Lorenzo y arribaron al negocio.
El porteño fue a la caja fuerte. La abrió y se apoderó de más de $ 300.000.000. En plena faena, apareció un amigo de la víctima y terminaron encerrados en una oficina. "Dame 20 minutos, no llames a la policía; vos sabes lo que te pasará", fue el ultimátum del porteño, antes de huir.
Del pelotón, el primero en caer preso fue Guillermo Enrique Rodríguez, el sujeto al mando del vehículo y que afirmó ser solo transporte. Sin embargo, tras el golpe cerró operaciones de compra por más de $ 30.000.000. El 19 de mayo, la jueza Luciana Oyola, dictó su prisión preventiva por "robo doblemente calificado por el uso de arma de fuego en poblado y en banda y privación ilegítima de la libertad en concurso ideal".
Fiel al silencio, Sergio Castillo, empleado de una UPA
Sergio Alejandro Castillo acaba de ser indagado en La Banda, representado por los abogados Juan Manuel Rojas y Delfín Santillán. Como ignoran la gravedad de las pruebas, le aconsejaron no abrir la boca hasta nuevo aviso.
Abstrayéndose de esa incómoda realidad, la Fiscalía trabaja en silencio y a paso muy acelerado. Por lo pronto, tendría informes de triangulación de imágenes de cámaras de seguridad y secuestros de vehículos. Por ejemplo, Rodríguez le habría vendido un vehículo a Castillo el 2 de abril pasado.
También, un testigo habría declarado haber recibido un préstamo de $ 4.100.000 proveniente de su amigo, Rodríguez. Con ello, adquirió una motocicleta que ya ha sido secuestrada por la policía.
Le siguen diversos videos con el circuito seguido por los asaltantes, mientras llevaban cautivo al comerciante, rumbo a su distribuidora, agregó un vocero.
Con papeles
También, la Fiscalía tendría documentada una operación en un corralón. Al parecer, Rodríguez no pudo contener su ansiedad y salió a gastar y comprar materiales de construcción, aún sin apuro por llevárselo a su casa.
El rompecabezas fiscal incluye informes policiales, actas, pericias y un cúmulo de pruebas, sobre las cuales el funcionario cimentará la acusación, en especial para el resto de maleantes, temerosos de acabar como Rodríguez, es decir con prisión preventiva por el plazo de Ley.
Sea cual fuesen sus destinos, la danza de indagatorias proseguirá y aún resta caer una gitana. Es considerada la pensante y hasta nexo con el sujeto que habría marcado el objetivo a comienzos de año: en definitiva, de haber brindado la noticia a los maleantes, al punto tal de inspirarlos a planificar el gran golpe y escapar a la provincia de Buenos Aires con las alforjas bien gorditas, ironizaron los voceros al cierre.
