Dos bolivianos llevaban casi $ 811 M. con 45 kilos de cocaína camuflados en mantas en un colectivo

Un colectivo que trasladaba peones golondrina desde el límite Salta-Bolivia, también transportaba 45 kilogramos de cocaína y, como si fuera poco, a dos ciudadanos boliviano-argentinos con casi 200 cápsulas con droga (al cierre habían expulsado 187 y continuaba el procedimiento bajo control médico en el Hospital Regional).

Los acusados fueron identificados como Mauro Javier Tejerina, de 28 años, agricultor, con residencia en Bº 25 de Mayo, provincia de Jujuy. El otro detenido resultó Emanuel Federico Baltazar Gómez, de 33 años, domiciliado en el Bº Santa Ana, Monterrico, Jujuy.

Por donde se contemple, la historia se nutre y rebosa de misterio y carencia total de control en el pasaje, confió un gendarme a esta redacción.

El vehículo era una unidad de la firma "Araña Viajes", con sus oficinas en Jujuy y habituales viajes con la provincia de Buenos Aires. Una de sus unidades fue detenida ayer a la madrugada en la ruta 34, a la altura de la localidad de Rapelli, departamento Pellegrini.

La distancia entre Rapelli y la capital de Santiago del Estero es de aproximadamente 272 kilómetros. Se accede a Rapelli a través de la ruta nacional 34 y luego por la provincial Nº 21.

El procedimiento estuvo a cargo del personal de la Sección Núcleo, dependiente del Escuadrón 59 "Santiago del Estero" en prevención ante una infracción a la Ley 23.737.

Limite con Bolivia

Mientras las bajas temperaturas invitaban al reposo, los gendarmes recibieron (en la ruta) a un transporte público de pasajeros. Se intuye que provenía del límite de Argentina con Bolivia. Su destino final era el conurbano de Buenos Aires.

En pleno control físico y documentológico de los pasajeros, los gendarmes advirtieron una frazada con mucho peso. Al analizarla, los efectivos constataron que cubría paquetes rectangulares envueltos en cintas de color amarillo.

Alertado el juez federal Nº 2 de Santiago del Estero, Sebastián Argibay, frente a testigos, los uniformados contabilizaron un total de 44 paquetes. Al producirse la apertura, los gendarmes visualizaron una sustancia blanca pulverulenta. En minutos, los expertos confirmaron la presencia de clorhidrato de cocaína mediante la prueba de campo "Narcotest".

Finalmente, los expertos pesaron y concluyeron la presencia de 45 kilos, 240 gramos de cocaína, con un avalúo sideral: $ 810.927.000.

El magistrado ordenó la detención de los dos sujetos, ya que serían los dueños de las mantas y quedaron en carácter de incomunicados. La medida incluyó, el secuestro de los estupefacientes y la confección del acta del procedimiento.

En celdas separadas han sido alojados en Gendarmería

Los dos bolivianos quedaron detenidos y a media mañana fueron alojados en la base de Gendarmería, en esta capital. De inmediato, la Justicia Federal les incautó sus celulares y ahora, los efectivos intentarán recrear sus rutas.

Visiblemente desconcertados, los dos individuos han sido ubicados en celdas separadas. Los gendarmes tomaron sus celulares, optimistas en recibir o captar información de los cómplices.

Los voceros confiaron que los aparatos constaban de un programa inusual, deduciéndose que los dueños de la droga tomaron sus recursos para el caso de que cayeran, nada pudiese guiar a los gendarmes hacia los jerarcas.

Un efectivo deslizó que el Federal investigará ahora a su entorno, a su núcleo familiar, e indagará si cuentan con antecedentes. Movilizar 45 kilos de cocaína no es una cantidad atribuida a personas amateurs, ilustró el funcionario.

Prima facie, el juez Federal, Sebastián Argibay y la fiscal, Indiana Garzón, les atribuirían "transporte de estupefacientes con fines de comercialización" y las indagatorias se concretarían recién la semana entrante.

Dos hombres "mulas" presos de los nervios y con pánico escénico, en pleno revuelo

En pleno revuelo de pasajeros y dos hombres "pegados" a las mantas repletas de ladrillos de cocaína, los gendarmes identificaron a dos bolivianos más con sus rostros destilando nerviosismo puro.

En escasos minutos, uno confesó que transportaban (ambos) en sus organismos cápsulas con cocaína.

Denominados "mulas", las dos personas también han sido separadas del resto del pasaje. Alertado el juez Argibay, facultó a los gendarmes a trasladarlos al Hospital Regional Ramón Carrillo en la ciudad Capital.

Fuentes del caso indicaron que médicos asistían anoche a los dos bolivianos sobre la base de un protocolo de evacuación. Primero, les habrían realizado ecografías y otros estudios, a fin de contabilizar las cápsulas con cocaína. Al cierre de edición, las "mulas" habían expulsado 187 cápsulas y seguía el procedimiento.

Tomando como base el estado individual de los "pacientes", los médicos resolvían el método de evacuación. El resto, solo será paciencia y tediosa espera para los gendarmes. Luego, los espera el Federal para indagarlos.

Los entrenan con uvas enteras y trozos de zanahorias para vencer las arcadas

Los "capsuleros" –también conocidos como "ingestados", "mulas", "camellos" o "dragones"– son entrenados durante días para tolerar el viaje con la droga en sus organismos.

En el contexto del tráfico de drogas, "mulas" se refiere a personas que transportan drogas ilegalmente a través de fronteras o lugares, a menudo a cambio de dinero. Estas personas pueden ocultar la droga en sus pertenencias, en vehículos, o tragársela.

Es una práctica común, aunque sumamente riesgosa desde el punto de vista médico, pues la "mula" puede llegar a morir si uno de dichos paquetes llegara a estallar en su interior. Sin embargo, cada "mula" requiere un entrenamiento especial.

"Me entrenaron durante cuatro días en un hotel del centro de Santa Cruz de la Sierra junto con otras dos mulas más que no conocía", declaró una "mula". Los narcos trabajaron sobre su capacidad estomacal y garganta: ensancharon con uvas enteras y después trozos de zanahoria.

Cuando el hombre superó las arcadas, empezó a tragar tal: ahí recién llegaron los envoltorios de látex. Para los narcos, negocio redondito. Son muy pocos casos en los que la "mula" brinda información que amenace a una banda.

La transacción prevé un anticipo de pago, al tragarse la droga. Casi siempre, los montos están supeditados al trayecto y la carga. También entregan a las "mulas", el pasaje y medicamentos: anticolinérgicos (como Loperamida) para reposar el intestino y evitar una eliminación anticipada; también, Buscapina para prevenir espasmos, y laxantes o vaselina líquida por si hay que apurar la evacuación.

El lado bien oscuro puede acabar en muerte. La explosión de una sola cápsula -sometida por horas a los jugos gástricos- puede conducir a una "mula" a una muerte rápida por sobredosis. La alternativa es terminar en prisión por entre 4 y 15 años.