Carolina Villalba es la única cuidadora que hace esta tarea en el hipódromo 27 de Abril y con apenas dos meses en el oficio llevó a Leopolis a ganar un Clásico. "Lloré de emoción porque sabía que podía andar bien", dijo la joven de 25
Rompió un mito y hoy la aplauden todos en el turf Rompió un mito y hoy la aplauden todos en el turf
Para Carolina Villalba, la única mujer que cuida un caballo de carrera en el hipódromo 27 de abril, ganar el Clásico Guillermo Llugdar sobre 1.400 metros con Leopolis, fue tan importante para ella misma como para los que confiaron en su trabajo y dedicación.
Lo curioso es que con apenas dos meses de tomar el oficio de cuidadora, ya sabe lo que es obtener una victoria y sepultar aquel mito de que solamente con experiencia y capacidad sobrada, se pueden lograr los grandes objetivos.
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Pero no solo eso pudo hacer Carolina, que con sus 25 años, y viviendo en el stud El Okey, fue capaz de demostrarle a todos que su tarea no es menos que la de ningún otro que se precie de ser mejor. Todo ocurrió el pasado 13 de julio y con un ejemplar que no salía del último lugar. Las tres últimas competencias las había terminado en esa ingrata posición y en medio de una situación que daba a pensar si valía la pena insistir o no.

Fue ahí que apareció Carolina en escena y ahora todo es diferente. Y por suerte para bien de Leopolis y para su dueño, un comerciante de Villa Río Seco, Córdoba, que sin pensarlo mucho puso a su caballo a disposición de la cuidadora santiagueña.
"Un amigo mío me recomendó y desde el 25 de mayo que Leopolis esta conmigo en el stud. Es un caballo mansito y hace caso a todo lo que le pido", comentó Carolina cuando recibió a EL LIBERAL en el lugar donde siente que es su mundo.
Cuando recordó las horas previas al Clásico del 13 de julio, ella inmediatamente fue por el lado de la "sesión de terapia" que le hizo a Leopolis para pedirle que dejara atrás todo esa mala racha y darle lugar a las alegrías.

"Parece que me escuchó y entendió cuando le hablé y le pedí que nos diera una mano. Hizo una buena carrera y le ganó al gran candidato", afirmó Carolina con palabras de orgullo y satisfacción.
Si hay algo que la caracteriza y la distingue a ella es su pasión y el amor que siente por el turf. Su papá Walter Villalba es capataz del Stud Los 4 de Córdoba y el hombre que le permitió abrazar esta actividad desde niña.
"A los 14 años quise ser jocketa, pero mi papá se asustó cuando tuve un par de caídas. Me había inscripto en la escuela de jockey que abrieron en ese tiempo en el hipódromo y lamentablemente no se pudo dar", expresó la joven que no guarda rencor por ello.

Como también cuando la tentaron para que fuera a Buenos Aires con gente del ambiente turfístico para probar suerte como jocketa. "De los 20 que éramos en la escuela, eligieron a cinco y entre ellos estaba yo que era la única mujer del grupo. Tampoco se pudo dar", agregó.
Para una mujer como Carolina que está las 24 horas y todos los días de la semana al servicio de las tareas del stud y de Leopolis, es muy difícil de encontrar tiempo para visitar a familiares y amigos.
"Cuando tengo la oportunidad de visitar a mi familia o amigos, trato de hacerlo en poco tiempo porque tengo que volver al hipódromo para seguir con lo mío. Es lo que me gusta hacer. Tengo poca vida social. Los que quieran verme, tendrán que venir al hipódromo para hacerlo", aclaró.

La labor de ella es prácticamente exclusiva. Se levanta antes de que el sol se asome por la mañana y empieza con sus actividades, siempre con Leopolis como aliado y compañero.
"Leopolis es buenito. Se deja hacer la higiene sin problemas y cuando lo saco para el vareo en la pista, siento que le hace muy bien. Lo entreno el tiempo que sea necesario y después lo pongo en su box para que descanse y se sienta cómodo", amplió sobre su único y primer caballo de carrera en darle atención como cuidadora.
Carolina tampoco se siente intimada ni mucho menos ser víctima de prejuicios por lo que viene haciendo. Ella está muy a gusto con la gente que la rodea y la trata con mucho respeto.
"Aquí todos me conocen y están contentos por mi trabajo de cuidadora. Cuando el caballo ganó el Clásico, me felicitaron y me desearon lo mejor para todo lo que viene de ahora en más. Me siento muy respetada por todos y ojalá que este hermoso clima de sociabilidad se mantenga como hasta ahora", anheló.
Con el legado de su papá Walter, el capataz
Hoy tal vez la vida de Carolina Villalba hubiera tenido otro rumbo de no haber sido por lo que le transmitió su papá Walter, el capataz del stud Los 4 de Córdoba. Desde su crianza después de que falleció su mamá cuando apenas tenía tres años, la llevó a abrazar esta actividad y a vivir en carne propia lo que es el ambiente del turf.
"Con mi papá somos los únicos de la familia que estamos trabajando y siguiendo al turf. Mi hermana menor, Luciana, que tenía un año cuando mi mamá falleció, nunca quiso saber nada. Todo esto se lo debo a mi papá que hace más de 40 años que está en el hipódromo", comentó Carolina sobre el hombre que hoy está más orgulloso que nunca del presente de su hija.








