Por Eduardo Lazzari, historiador.
Anécdotas de la historia: Hoy Lucio V. Mansilla, un dandy honorable Anécdotas de la historia: Hoy Lucio V. Mansilla, un dandy honorable
La historia argentina, sobre todo en algunos períodos, ha sido agraciada con la presencia de personajes extraordinarios que marcan épocas y definen a la sociedad de su tiempo. Los años de la Independencia fueron marcados por el genio de Manuel Belgrano; los años de la Organización Nacional no hubieran sido lo que fueron sin la presencia de Domingo Faustino Sarmiento; y la Generación del '80 sería un tiempo desabrido si no hubiese existido Lucio Victorio Mansilla.
El segundo Lucio Mansilla, hijo de un legendario héroe de la Independencia cuya memoria histórica está referida a su participación en el combate de la Vuelta de Obligado, es uno de los argentinos más notables de su tiempo: periodista, escritor, militar, excéntrico, diplomático, bon vivant, político, y sobre todo dueño libre de su vida, en la felicidad y en la adversidad. El recorrido por su biografía es una aventura maravillosa que abarca nueve décadas en las que el país transitó desde las guerras civiles hasta el Centenario, que este personaje observó desde su amada París.
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Un dandy enamoradizo
Lucio Victorio fue el primer hijo del segundo matrimonio de Lucio Norberto Mansilla, y había nacido el 24 de diciembre de 1831. Su madre Agustina era hermana del gobernador Juan Manuel de Rosas y la madre de los cinco hermanos del primogénito, que tenía cuatro medios hermanos del matrimonio anterior de su padre. Lucio V. comenzó a trabajar a los 16 años como auxiliar contable en una empresa familiar, donde se enamoró de una modista de su edad, hija de franceses, a la que se conoce como Pepita. Llevados por su fervor juvenil, deciden escapar juntos para convivir en Montevideo, pero un amigo los delata, y a la adolescente la internan en un convento y al joven lo arrestan.
Doña Agustina, apodada la "Belleza de la Federación", quiso convencerlo de entregarle sus cartas románticas y el retrato de su amada, a lo que Lucio se negó. Por eso fue desterrado a la estancia de Rincón de López que pertenecía a su tío Prudencio, donde Lucio se enamoró de su prima Catalina, a la que desposaría más tarde. Los preocupados padres deciden enviarlo de viaje alrededor del mundo, algo muy excéntrico para esos tiempos finales de los 1840, para alejarlo de "unos amores que la prudencia no veía con buenos ojos". Además su padre había descubierto a Lucio leyendo libros revolucionarios franceses, hecho que no hubiera sido grato a su tío Juan Manuel, por lo que el viaje sentaba muy bien para mantener la tranquilidad de la familia. Así fue que antes de cumplir 20 años Lucio conoció la India, Egipto, Turquía, Francia e Inglaterra.
Vuelve al país al enterarse del desafío político que el entrerriano Justo José de Urquiza impone a Rosas para gobernar la Confederación Argentina, y es de ese tiempo su relato sobre "Los siete platos de arroz con leche", un fresco genial sobre la tensión en la casa del Restaurador en las vísperas de la batalla de Caseros. En 1852 los Mansilla viajan a Europa con ánimo de exilio, pero Lucio Victorio regresa prontamente a fin de casarse con su amada prima Catalina el 18 de septiembre de 1853. El matrimonio durará 42 años y tendrá seis hijos.
Luego de enviudar en 1895 y ya radicado definitivamente en Europa, se casa con Mónica Torromé, una nicoleña a la que había conocido en uno de sus viajes por Inglaterra, a quien duplicaba en edad, hecho que no perturbó a los novios, aunque fue objeto de maliciosos comentarios. El matrimonio se celebró el 9 de febrero de 1899 en la Catedral de Westmister, en Londres y ofició el matrimonio el Cardenal Herbert Vaughan, la máxima autoridad católica de Gran Bretaña. Mansilla ya era para entonces un personaje de la alta sociedad europea.
El gran escritor
Si bien su obra más conocida es "Una excursión a los indios ranqueles" de 1870, premiada en el Congreso Geográfico Internacional de París de 1875, su fina pluma creó un estilo literario basado en pequeños relatos costumbristas que ilustran la vida de los argentinos de varias décadas llamados "Causeries de los Jueves" ("Charlas de los Jueves"), publicados en diarios y revistas, y que fueron recopilados en una colección llamada "Entre Nos" en cinco volúmenes impresos en 1889. Su primer libro es el relato de su viaje editado en 1855 con el título "De Adén a Suez". Otros de sus libros son "Una venganza africana", "Retratos y recuerdos" y "Estudios morales o sea el diario de mi vida", una reseña autobiográfica de gran calidad literaria.
Mansilla fue también un activo y laborioso periodista. En el ejercicio de su oficio protagonizó un escándalo en un teatro porteño, cuando insultó a viva voz a José Mármol durante la función de "Amalia", una obra de teatro que ridiculizaba a su padre Lucio Norberto, retando a duelo al autor, por lo cual fue nuevamente desterrado de Buenos Aires, esta vez rumbo a Paraná, donde siguió escribiendo artículos y se convirtió en el secretario del vicepresidente Salvador María del Carril. Cada acto de su vida estaba teñido de su honorable personalidad, nada afecta al compromiso social.
Dedicó un libro al estudio de la personalidad de su tío Juan Manuel de Rosas, texto que definió como un "ensayo psicológicohistóricopolítico", que es una demostración cabal de sus virtudes como literato. Desde Europa, donde vivió muchos años, no dejó de colaborar con los medios porteños, enviando textos en forma permanente, lo que lo mantuvo presente en la aristocrática sociedad argentina de fines del siglo XIX, a pesar de sus largas ausencias.
Sus campañas militares
Quizá llevado por su espíritu aventurero y el peso de la herencia paterna, dedicó etapas de su vida al ámbito castrense. Su bautismo de fuego se produce en la batalla de Pavón el 17 de septiembre de 1861, obteniendo en el campo su primer grado militar: capitán de línea. Fue destinado como comandante del fuerte de Rojas, redactando allí unos reglamentos militares. En 1865 participa de la Guerra de la Triple Alianza y desde el frente de batalla envía artículos periodísticos criticando la conducción del general Bartolomé Mitre, a los que firmaba con curiosos seudónimos. El ministro de Guerra quiso castigarlo enviándolo a Cuyo, donde su acción no fue necesaria, regresando al frente para la batalla de Humaitá. Fue herido en el asalto al fuerte de Curupaytí, la mayor derrota argentina de la historia.
Al asumir la presidencia Domingo Faustino Sarmiento, Mansilla lo entrevistó para pedirle ser su ministro de Guerra, pero el sanjuanino no aceptó el convite y lo envió a la frontera sur, cuya comandancia se encontraba por entonces en Río Cuarto, ascendiéndolo a coronel. Durante sus expediciones en tierras indias para afianzar el dominio del estado nacional, pudo captar el espíritu de los caciques sureños y surgió "Una excursión a los indios ranqueles", una obra que muestra su carácter libre de todo condicionamiento y que le provocó no pocas críticas.

Todo un dandy.
En diversas oportunidades, los gobiernos lo comisionaron para estudiar en Europa la organización de los grandes ejércitos del mundo y alguna vez lo hizo en misión secreta ante los gobiernos británico y alemán. Llegó al grado de general de división y era de su gusto posar, ya anciano, con el uniforme del Ejército Argentino, por entonces imitación del francés.
Sus cargos públicos
En los tiempos de la secesión de la provincia de Buenos Aires, fue diputado por Santa Fe entre 1858 y 1860 al congreso de Paraná, y participa de la Convención de 1860 que reforma la Constitución Nacional para adecuar la relación económica de las provincias con la Nación, siendo elegido secretario de la asamblea. Es elegido diputado nacional por el Partido Autonomista Nacional en 1876, renunciando para asumir como gobernador del Gran Chaco, por entonces territorio nacional, nombrado por el presidente Nicolás Avellaneda.
En 1881 fue comisionado por el presidente Julio Argentino Roca como promotor de la inmigración desde Europa. Volvió a ser diputado en 1885 y en 1890 fue elegido presidente de la Cámara de Diputados de la Nación. En 1900 el presidente Roca, quien había prologado alguno de sus libros, lo nombra ministro plenipotenciario ante Alemania, Austria-Hungría y el imperio ruso, siendo esta su última tarea en el servicio público.
Peripecias de un hombre extraordinario
La vida de Mansilla estuvo jalonada por episodios de todo tipo. Dos veces declararon su quiebra económica, y dedicó varios años a pagar todas las deudas que habían quedado pendientes, incluso vendiendo su casona de Belgrano, que fue declarada monumento histórico nacional, fue sede durante muchos años de la Escuela Normal de Maestras N° 10 y actualmente es una expresión mayúscula del abandono del patrimonio argentino. Otra demostración del alto sentido del honor personal de don Lucio V.
En 1870, durante su estadía en la frontera, ordenó el fusilamiento sumarísimo de un desertor, lo que le costó su relevo y un juicio de honor, que lo dejó en disponibilidad, quedando una mancha en su foja de servicio. La epidemia de fiebre amarilla de 1871 lo encontró como miembro de la comisión popular de ayuda a los damnificados. Durante un duelo a pistola en 1880 mató a su contrincante, el reconocido médico Pantaleón Gómez, de un tiro en el corazón, lo que le granjeó una gran antipatía popular y lo obligó al ostracismo social durante bastante tiempo.
Murió a los 81 años en los brazos de su amada esposa Mónica el 8 de octubre de 1913 en su casa de París en la Rue Victor Hugo, que aún se conserva. Durante su adultez sufrió la muerte de tres de sus hijos. Sus necrológicas se publicaron en todos los diarios argentinos y mereció una página en el periódico francés "Le Figaró". Sus restos fueron repatriados y hoy descansan en la tumba familiar del cementerio de la Recoleta. El Ejército lo definió así: "Hombre de mundo y de salón es quizá el primer causeur (conversador) del país, y puede decirse de él que es el argentino más conocido de propios y extraños".








