Wanda Nara: entre libros ocultos y lección de vida

Cuando parece que ya no hay nada más por descubrir en la vida de Wanda Nara, aparece un nuevo capítulo. Invitada al streaming de Telefé que conduce Grego Rossello, la empresaria dejó atrás el personaje público que suele ocupar titulares y se animó a abrir la puerta a temas que nunca había contado.

Uno de los pasajes más llamativos llegó cuando recordó que, durante su embarazo en Milán, escribió dos libros. Una confesión que sorprendió incluso a ella misma: "Odio escribir y odio leer, pero no podía hacer otra cosa y terminé presentándolos en la Feria del Libro de Milán. Fue un éxito, hasta fueron políticos", relató entre risas. Uno de esos trabajos giraba en torno a la infancia y la alimentación, un tema que vinculó con su propia experiencia personal: "Como como el culo", dijo.

Pero la charla no se quedó ahí. Con la misma naturalidad con la que admite usar filtros en sus fotos, pero ser "sincera en lo que comparte", habló de la economía familiar y la educación de sus hijos. Aseguró que ellos son plenamente conscientes del valor del dinero y contó una anécdota que lo ejemplifica: "Me dicen 'no, mamá, el alfajor está carísimo, lo llevamos de casa'. Ellos cuidan un montón y me acompañan en esta etapa en la que estoy sola al frente de todo".

También hubo lugar para la nostalgia. Wanda evocó su propia infancia en la Argentina, entre crisis económicas y padres trabajadores. "Nunca nos faltó nada, pero pasamos todas las crisis habidas y por haber en la Argentina. Yo me hubiera quedado acá. Para mí no hay como este país", dijo.

Y siguió: "Siento que hoy tengo el lugar y estoy donde quería estar, yo quería que mis hijos vivan su adolescencia, su infancia en la Argentina. Para mí no hay como este país. La gente, la solidaridad... Y eso lo hablo en serio, porque hay un montón de todo lo malo, ya lo conocemos", profundizó.

"Pero tenemos un montón de cosas buenas. Somos solidarios, se usa eso de ir a tomar mate. O sea, en Italia para juntarte a comer es como con turno. Imaginate que yo hasta en el dentista me olvido el turno y capaz me duele una muela".

El costado más inesperado apareció cuando relató una cita frustrada con quien, a su criterio, es "el hombre más lindo del país". Confesó que, aunque el encuentro estaba preparado para el romance, ella no tenía ganas de nada: lo recibió en jogging, despeinada, descalza y con cero disposición para dejarse conquistar. El final de la velada fue tan insólito como divertido: dos vinos sin descorchar y dos tazas de té olvidadas en la mesa.

Entre anécdotas personales, recuerdos familiares y revelaciones inéditas, Wanda volvió a mostrar su costumbre de sorprender. Cuando parece que todo ya está dicho, encuentra una historia nueva para contar. Y eso no es todo. Sabe el impacto que tendrá.