Su discapacidad nunca fue un impedimento para cumplir con sus promesas. Año tras año acompaña a la columna de peregrinos, a la salida de la Capital y en el ingreso a la Villa.
Juan, el devoto del Señor de Mailín, que en su silla de ruedas forma parte de la peregrinación Juan, el devoto del Señor de Mailín, que en su silla de ruedas forma parte de la peregrinación
No hay manera de que Juan Martín no cumpla su misión. Participar de la peregrinación hacia el Señor de los Milagros de Mailín ya se ha convertido en un estilo de vida, a pesar de que una discapacidad motriz de nacimiento le impide movilizarse por sus propios medios. Sin embargo para él, eso es secundario, pues su silla de ruedas, fiel compañera de su rutina y aventuras, no lo abandona nunca, y en la medida de sus posibilidades, lo transporta hacia donde él quiere. Hoy, el destino es el altar del Señor de los Milagros.
Juan Martín Coronel Montenegro forma parte del grupo de fieles de la Coordinadora de Peregrinaciones Marianas y el miércoles, como ya es habitual, participó de la columna de fieles que partió desde la Catedral Basílica. Claro que hoy es imposible realizar los más de 100 kilómetros que separan la "Madre de Ciudades" de la Villa en donde el domingo se realizará la Fiesta Chica del Señor de Mailín. Pero él cumple. Su promesa es acompañar, desde donde él puede.
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"Juan acompañó a los peregrinos hasta la salida de la ciudad y se unirá a ellos mañana (por hoy) nuevamente, en Lugones para cumplir con el último tramo hacia el encuentro con el Señor de Mailín. Esto hace siempre. Lamentablemente tiene una silla de rueda básica, que no aguantaría una travesía así, pero en la medida de sus posibilidades él avanza. Siempre quiere participar y hacer el recorrido completo pero no se puede, no podemos contar con todo lo que necesita para una peregrinación tan larga", cuenta su abuela, quien además se anima a contar un poco más de Juan Martín.

Su vida
El joven, que hoy cursa sus estudios secundarios en el Colegio Santa Lucía, con integración del equipo del CEPSI, es protagonista de una dura historia, pero a la vez es ejemplo de superación permanente.
"Cuando Juan nació, con 7 años de gestación, murió su mamá. Él nació con una falta de oxígeno que le provocó una parálisis cerebral. En su parte intelectual no tiene secuelas, pero sí en su parte motriz. Pero lleva una vida normal, digna de todo joven. Su gloria es el Señor de los Milagros de Mailín. Su devoción es muy grande", expresa.
Sin embargo, su máximo sueño es completar su peregrinación, y lo vive como una asignatura pendiente.
"Siempre intenta salir a la Ruta, pero nunca lo podrá hacer porque la silla de rueda de Juan no está hecha para eso. Es simplemente para trasladarse aquí, de uso cotidiano. Una silla de ruedas adaptada es algo que nunca vamos a poder tener", lamenta su abuela.
Un guerrero
Mientras lucha por ese sueño, Juan se conforma con sentirse parte de la peregrinación, cumpliendo con varios kilómetros en su silla.
Quizás su súplica más sincera en su encuentro con el Señor de Mailín es siempre, poder cumplir su deseo de cumplir el recorrido, junto a todos sus amigos peregrinos.
Juan quedó a cargo de su papá y de sus dos abuelas
Desde que nació, Juan quedó a cargo de su papá y de sus dos abuelas: "Intentamos tapar el sol con las mano y ser madres. Ninguna de las dos puede. Nadie puede como una madre. Pero hacemos todo lo posible para estar siempre", sostiene una de ellas.
Tanto el joven como su padre tienen un grado de discapacidad, ya que Juan convive con su parálisis y su papá tiene reducida su audición en un 90 por ciento. Hoy viven en la casa de una de sus abuelas y seguramente uno de los deseos que Juan lleva al Señor de los Milagros es el de lograr una mejor calidad de vida, en un espacio acondicionado para él.








