El analista Sergio Berensztein examinó la relación del Gobierno con gobernadores tras la derrota electoral en PBA, la vuelta de la incertidumbre económica y las sospechas de corrupción.
"El daño autoinfligido por el Gobierno por sus errores se está pagando carísimo" "El daño autoinfligido por el Gobierno por sus errores se está pagando carísimo"
¿Ves al Gobierno dando un giro en sus modos, formas y gestión desde el fin de semana pasado?
El Gobierno hasta ahora dio un giro, tal vez parcial, pero orientado a salir de una situación compleja, tratando de tener una actitud más proactiva en relación con actores políticos claves como los gobernadores, pero evidentemente uno puede luego de esta primer semana, afirmar que tal vez sea un giro incompleto o no del todo suficiente. Veremos si este es un primer paso y complementan con otras medidas orientadas hacia una mayor oxigenación y sobre todo, mayor capacidad de respuesta a las demandas sobre todo de los gobernadores, fundamentalmente de los gobernadores, pero en particular con el Congreso enfrentan una situación seria, compleja, con las chances que les insistan en varias leyes, que rechacen otros vetos del Presidente, asi que me parece que el giro que están dando si se agota en esto, no va a lograr el objetivo buscado de tomar el centro de la escena y la iniciativa política.

¿ Pasó ya ese margen en que la sociedad soporta un ajuste a cambio de renovar esperanza en algo nuevo con este Gobierno?
Creo que todavía la sociedad está dispuesta a hacer un sacrificio, de hecho lo está haciendo en la medida en que los logros sean, aunque sean graduales, no palpables, en que valga la pena hacerlo. El espíritu del sacrificio está, no es que se agotó completamente. Es cierto que ya antes de esta turbulencia que arrancó en julio, había una situación de malestar creciente por el esfuerzo realizado, lo cual es lógico. Pero, por lo menos hasta mayo, todavía había síntomas de que la recuperación de la economía, si bien era heterogénea, era como una pauta de lo que podía llegar a venir. Eso es precisamente lo que luce ahora más complicado, porque todos los problemas, fíjate, julio, agosto y lo que va es septiembre, casi un trimestre lleno de despelotes. Con la devaluación, los precios no subieron tanto, pero la actividad económica cayó, incluso en sectores que venían recuperándose. Eso modificó el clima. Entonces, creo que el gobierno necesita, primero, hacer algún tipo de autocrítica, reconocer que hay cuestiones que no se hicieron bien, que hubo errores no forzados, salir de la postura de soberbia y, sobre todo, plantear un esquema que demuestre a la sociedad que está alineado con las nuevas demandas emergentes y con los nuevos sentimientos que surgen.
Incluso, otra vez, hay incertidumbre respecto del futuro de la economía, que hoy está, en primer lugar, junto con la inseguridad como la principal demanda. Esta última cuestión de incertidumbre es todo fruto de los errores del gobierno, con las Lefis, con el lío del "Compra Campeón", todo eso generó una sensación que el gobierno no puede ignorar. Entonces, creo que no se agotó el espíritu de sacrificio de la sociedad, si vale la pena hacerlo, pero acá hubo un mal paso. Y ahora el gobierno probablemente tenga que revisar el programa, sobre todo porque el dólar ya llegó al techo de la banda y hay que ver si pueden defenderlo, y si vale la pena usar esos dólares para defender un tipo de cambio que probablemente ya quedó desfasado.
Hay varias cosas para resolver, sobre todo en un contexto en el cual los sectores más informados en el mercado financiero se preguntan si hay dólares para todo, para satisfacer la demanda de los individuos, para pagar las importaciones, para el turismo y para pagar la deuda con los vencimientos significativos que hay en los próximos tiempos.
¿Cuánto daño le está haciendo al Gobierno la gestión de la hermana del presidente?.

Se ha dado acá una polémica enorme respecto del papel de Karina, por razones obvias, porque efectivamente ella presuntamente podría estar involucrada en casos de corrupción, Libra, Andis, por el rol de los hermanos Menem, que son sus operadores políticos, sobre todo Lule, y por otras cuestiones que ponen de manifiesto su papel vital, central en todo el esquema de poder, eso es evidente. Cuando las cosas salen bien nadie dice nada, pero cuando las cosas empiezan, en todo caso, a generar signos, si no de fracaso, de malas decisiones empiezan los cuestionamientos.
En este sentido, hay dos visiones: Aquellos que dicen que es impensable pensar a Javier sin Karina, que están totalmente integrados en una especie de simbiosis, que no puede funcionar el presidente sin la hermana, en términos de confianza, delegación, etcétera, y hay otros que sostienen que ella puede seguir teniendo ese rol pero con una exposición y la responsabilidad política más acotada.
En términos de daño yo diría lo siguiente: Si la economía no hubiera entrado en esta zona tan compleja, me pregunto si ahora estaríamos hablando tanto de Karina, ¿no?, aún con los escándalos estos de presunta corrupción instalados, con lo cual matizo o planteo un matiz respecto a ese daño, indudablemente que el efecto combinado de una economía complicada y los escándalos de corrupción generan un daño muy significativo. Pero estoy obligado a plantear esto aunque sea como una hipótesis contra fáctica, porque me parece que al final del día la promesa más importante que hizo el presidente es que con sacrificio, haciendo el ajuste, con motosierra, con licuadora, la cosa iba a mejorar.
Y si bien la desinflación es importante, todavía no se notan los frutos, por lo menos en términos de nuevas posibilidades, nuevo trabajo, digamos, un horizonte más más optimista para el conjunto de la sociedad, ¿no? Incluso algunas cosas que son tal vez ciertas, es que el salario real para el sector formal se mantuvo bastante bien, digamos, lo cierto es que cambió la canasta de los individuos, de las familias, y ahora hay que pagar más por el gas, por el transporte, lo cual no es que esté mal, está bien, pero hay menos plata para consumir, que en definitiva es lo que la gente busca, y bueno, y el sacrificio en ese plano ha sido significativo.
¿El mercado comenzó a soltarle la mano? O exige más condiciones para seguir apoyando?
Creo que el mercado lo que está haciendo, por lo menos en esta última etapa, es reaccionar a los errores no forzados, hubo ahí un problema de coordinación con los bancos, una pelea con los bancos. Trascendió que hubo problemas de coordinación entre el presidente y el equipo económico, por la forma en la cual se implementó este fin de las Lefis, todos esos líos han generado un run run, pero me parece que lo que el mercado está viendo es que se agotó un método de gestión, de acumulación de poder, con los vetos rechazados, con esta nueva lógica más confrontativa o cuestionadora por parte de los gobernadores, el consenso tácito o explícito, del que gozó el presidente, -por ejemplo, ley bases 2-, las expectativas del acuerdo de mayo, todo eso se fue diluyendo y el mercado también está mirando que aún con una buena elección el Presidente no va a tener suficiente apoyo para avanzar en las reformas estructurales sin un cambio de actitud. Ese cambio de actitud por ahora parece remoto. No hay señales, ni siquiera después de la derrota en Buenos Aires, de una postura más dialógica, más abierta, más contemplativa con los intereses de los gobernadores como para armar una coalición un poco más amplia.
Entonces el riesgo a la Argentina es de reversión, hacia posturas estatistas, dirigistas, populistas, con o sin cristinismo. Para eso hay que armar una plataforma, una coalición de sustentación de políticas de pro estabilidad y crecimiento, que no se pueden limitar a La Libertad Avanza, ni siquiera después del traspié de la provincia de Buenos Aires, a una Libertad Avanza que termine subsumiendo al Pro, porque eso a lo sumo te suma dirigentes, pero no votos. Entonces me parece que el mercado está reaccionando a eso. Hubo por ahí un poquito de sobre reacción, bueno, hay ahí algún argumento, en un contexto en el cual los emergentes mejoran, el riesgo de Ecuador mejora, etc., Argentina está en torno a los 1100 puntos, puede ser. Pero me parece que el daño autoinfligido acá por errores políticos se están pagando carísimo. Entonces, eso no es soltar la mano, es reaccionar ante evidencia, ¿no? Si el gobierno cambia, yo creo que es posible que obviamente se modifique el ánimo de los inversores.
¿Será suficiente argumento la baja de la inflación para triunfar en octubre o habrá algún anabólico para que la gente vote con otro estado de ánimo?

Anabólicos no veo, bajar mucho la tasa es lo que está ocurriendo, cuánto más se pueda bajar, pero eso obviamente tiene un límite que es la demanda de dólares así que es que hay como una sábana corta ahí. Creo que lo que hay que tener en cuenta es que la sensación de alivio generada por la desinflación inicial sigue presente, pero compite y hay otros sentimiento que también están presentes: El malestar por el esfuerzo, por el sacrificio, por haber limitado el consumo o resignado marcas, depende el sector que se mire hay un poco de cada cosa. La incertidumbre respecto del futuro de la economía que trae otra vez dudas, hay también una situación de preocupación y de reacción negativa frente a las sospechas de corrupción. Pero sobre todo, la idea y esto sí es importante en el electorado moderado, había ya un cansancio con el estilo agresivo del presidente, eso fue corregido, pero el daño ya estaba hecho. Iba a ser difícil recuperar ese voto, sobre todo si no hay una estrategia ad hoc, entonces creo que el Gobierno tiene que enamorar sin plata y eso no es fácil. No va a poder recurrir a los métodos característicos del populismo para ganar un voto más. Tiene que recrear esperanza, expectativas, tiene que mostrarse más humilde, no es que Milei tiene que dejar de ser Milei, tiene que ser otro Milei. El mismo en convicciones pero más sutil, más abierto, menos encerrado.
"La imagen del presidente cae más del 20% desde sus
máximos, pero nadie en la oposición tiende a capitalizarlo"
"En el estudio del humor social, la encuesta sistemática que hacemos todos los meses con D'Alessio, se nota un deterioro muy significativo de todos los indicadores económicos, las perspectivas para el año próximo, las diferencias de este año con el anterior donde mucha gente se ve que está peor, sin embargo el presidente sigue teniendo la misma imagen positiva que el mes anterior que son 39 puntos, no fueron los 50 que supo tener, está lejos de los máximos, experimenta una caída desde los máximos de poco más del 20% que es mucho, pero nadie de la oposición tiende a capitalizarlo", indicó el analista.
Agregó que "por otro lado, ese 39 si se tradujera en votos, no total sino parcialmente, si el Gobierno saca 36% en la elección de octubre no dejaría de ser un buen resultado, un 20% más de lo obtenido en la primera vuelta del 2023, con lo cual, el deterioro es evidente, pero creo que si el Gobierno corrige errores, si controla esta variable crítica que es el tipo de cambio y presenta una propuesta, una narrativa un poquito más sutil, diversificada y sensible a las nuevas demandas, tiene chances todavía de pelear".








