Por Saúl N. Keifman.
7 Premios Nobel sostienen la importancia de la inversión en capital humano, ciencia y tecnología 7 Premios Nobel sostienen la importancia de la inversión en capital humano, ciencia y tecnología
La realidad presupuestaria que atraviesa las universidades públicas es alarmante. Existe una caída real del presupuesto universitario de 2024 respecto a 2023 del orden del 20%, y una reducción real del presupuesto proyectado para este año del 30% respecto a 2023. El examen de partidas más desagregadas revela tendencias aún más preocupantes, como el recorte de rubros tales como el fortalecimiento de la ciencia y la técnica, los proyectos especiales y el desarrollo de institutos tecnológicos de formación profesional de entre 70% y 80% en términos reales en 2024.
No obstante, el 11 de septiembre el Presidente no solo vetó dicha ley, sino que, además, introdujo una reducción adicional de 40 mil millones de pesos del presupuesto destinado a las universidades nacionales, por medio de la decisión administrativa 23/2025.
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Por otro lado, el presupuesto destinado al rubro Ciencia, Tecnología e Innovación tuvo un desempeño aún peor, ya que cayó un 30% en términos reales en 2024 respecto a 2023, y acumularía este año un recorte real superior al 40% respecto a 2023. A esto se suman los ajustes del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria y el Instituto Nacional de Tecnología Industrial.
Muchos recordarán que cuando el presidente era entonces candidato, había declarado que el Estado no debería asumir ninguna responsabilidad en materia de ciencia, tecnología y educación. No se puede negar que ha sido consecuente con sus declaraciones.
Cabe preguntarse, si la teoría económica justifica la visión del Presidente. La respuesta es claramente negativa. En el tema que nos ocupa, existe un amplio consenso entre los economistas académicos.
Theodore Schultz
Empecemos por el capital humano, uno de los conceptos fundamentales para entender el crecimiento económico de los países, que nació y se desarrolló en la catedral de la ortodoxia económica, la Universidad de Chicago, de la mano de Theodore Schultz, Premio Nobel de Economía en 1979. Hijo de un humilde agricultor de Dakota del Sur que no quería que su hijo estudiase y que se formó en universidades públicas, explicó que los gastos en salud, educación, capacitación laboral y migración, eran una forma de inversión ya que aumentaba la productividad de los trabajadores.
Además, consideraba que en una economía de mercado habría una subinversión en capital humano que debería ser corregida por el sector público apoyando especialmente a los sectores más desfavorecidos de la sociedad, tanto para aumentar la productividad de la economía como para reducir la desigualdad.
Robert Fogel
Robert Fogel, profesor de la misma Universidad, ganó el Premio Nobel de Economía en 1993 por sus contribuciones a la historia económica. Argumentó que la mitad del crecimiento de la productividad del trabajo en Gran Bretaña desde mediados del siglo XVIII y mediados del siglo XX, se debía a la mejora en las condiciones de salud de los trabajadores, determinada tanto por las grandes mejoras en su alimentación como en la drástica reducción de las enfermedades parasitarias gracias a la inversión pública en la provisión de agua potable y el sistema de cloacas.
Robert E. Lucas
Robert E. Lucas, gran crítico del keynesianismo y ganador del Premio Nobel de Economía en 1995 por introducir la hipótesis de expectativas racionales en la macroeconomía, construyó modelos teóricos de crecimiento económico basados en la acumulación de capital humano.
En estos modelos, Lucas postuló que como el conocimiento acumulado por cada individuo afecta positivamente no solo su productividad sino también la productividad de aquellos con quienes interactúa (externalidades positivas en la jerga técnica), en una economía de mercado habría una subinversión en capital humano que debería ser corregida subsidiando la educación y las actividades económicas donde el aprendizaje por la experiencia (learning by doing) sea más intenso.
James J. Heckman
James J. Heckman, otro profesor de Chicago, ganó el Nobel en 2000 por sus contribuciones a la microeconometría. Hace décadas que Heckman viene estudiando empíricamente la importancia de invertir en salud y educación en la primera infancia de los niños de hogares desfavorecidos, y probando que esta inversión tiene la tasa de retorno más alta de todas, del orden 13% anual.
Paul Romer
Paul Romer, doctorado en Chicago, ganó el Nobel en 2018 por sus contribuciones a la teoría del crecimiento endógeno. Sus modelos explican el crecimiento económico por las inversiones de las firmas en investigación y desarrollo (I+D), es decir, para adquirir nuevos conocimientos que les permitan innovar reduciendo costos y/o producir bienes más valiosos.
Destacan, además, que como otras firmas también pueden utilizar el conocimiento de aquellas para sus propias innovaciones, la inversión de las firmas en I+D será inferior a la óptima en el equilibrio de mercado, lo que debería corregirse subsidiando parcialmente la actividad innovadora. Uno de los modelos de Romer también explica el papel crucial del capital humano en la innovación y el crecimiento económico, y sugiere subsidiarlo.
John R. Hicks
Fuera de Chicago, cabe mencionar las reflexiones de John R. Hicks, profesor de la Universidad de Oxford, ganador del Nobel en 1972 por sus contribuciones a la microeconomía y la macroeconomía, sobre el papel fundamental que jugó la ciencia en la Revolución Industrial. En sus palabras: " es la ciencia, especialmente, la ciencia física, la que ha abierto, evidentemente, perspectivas ilimitadas para la industria" y para ilustrar el papel de las universidades, menciona que James Watt, el inventor de la máquina a vapor, tenía el título de fabricante de instrumentos matemáticos en la Universidad de Glasgow.
Richard R. Nelson
Richard R. Nelson, profesor de la Universidad de Columbia, fue pionero de los estudios de ciencia y tecnología, y del enfoque evolucionista de la economía. Ante el impacto del lanzamiento del Sputnik, el primer satélite artificial, por la Unión Soviética, plantea en su artículo seminal de 1959 que, dado el carácter de bien público de la ciencia básica, el sector privado no tendría incentivos para financiarla, y que, por lo tanto, esta debería ser financiada por el Gobierno. Aún hoy, el gobierno federal de los Estados Unidos sigue financiado el grueso de la investigación científica que llevan las universidades tanto públicas como privadas.
Kenneth J. Arrow
Kenneth J. Arrow, profesor de la Universidad de Stanford y ganador del Nobel en 1972 por sus contribuciones a la economía del bienestar y a la teoría del equilibrio general.
En un famoso artículo de 1962 demostró que la asignación de recursos para la innovación y la investigación en una economía de mercado sería inferior a la óptima debido a la incertidumbre, a la apropiación parcial de los de beneficios derivados y a la existencia de economía de escala, adelantando cuestiones que luego modelaría Paul Romer. En particular, destacó que la subinversión sería máxima en ciencia básica.
Para finalizar este recorrido necesariamente incompleto de esta literatura académica, citaremos un artículo de 1996 de los mencionados Nelson y Romer, quienes desde perspectivas distintas coinciden en el papel fundamental del gobierno en el financiamiento de la investigación en ciencia básica y aplicada y el papel central de las universidades no solo en llevar a cabo tales investigaciones sino también en la formación de profesionales capaces de hacer investigación para luego innovar en empresas privadas.
Por Saúl N. Keifman, investigador y profesor titular de Crecimiento Económico en la Facultad de Ciencias Económicas UBA, para Ámbito.








