Sebastián Mascherano visitó los colegios de Los Juríes

LOS JURÍES, Taboada (E) Sebastián Mascherano recorrió distintas instituciones educativas de nivel secundario de esta ciudad, dónde se acercó a los jóvenes con un vivo testimonio sobre el consumo problemático de drogas y alcohol.

Las charlas en los colegios se realizaron en el marco de un ciclo organizado por la Lic. Giselle Tonani, con la colaboración del Obispado de la Diócesis de Añatuya, del Gobierno de la Provincia de Santiago del Estero, del Hogar de Cristo Cura Brochero y de la Pastoral Social de Los Juríes.

Mascherano contó su experiencia personal y dolorosa de su vida, pero sin presentarse como víctima. Resaltó con fuerza que "es una enfermedad, que proviene de una serie de condiciones como la ausencia de los padres, el miedo de no pertenecer a un grupo, la soledad, vivir súper acelerados por los productos ofrecidos hoy en día. Los cambios permanentes que no dejan encontrarse con uno mismo".

Los jóvenes tanto del Colegio Agrotécnico N° 6, como del Colegio Secundario "Pbro. Lancelot Carroll" y de Lote 5, descubrieron cuáles fueron sus "límites a enfrentar en sus vidas: quererse, es madurar en un perspectiva de crecimiento de un individuo, y permitirse vivir sus sentimientos, tanto tristezas como felicidad, siempre con límites, que la vida nos muestra". Y "con el desafío de desarrollarse: cada uno es único. No como clientes de vida, sino como dueños de sus vidas". Sebastián dio el testimonio de su vida, "desde la realidad, como una liebre que escapó de la trampa, porque de cada 10 personas enfermas, solo 2 logran sanarse. Como primer paso es indispensable abrirse, hablar, qué nos duele y de quererse uno, tal cual es".

Enseñó al respecto: "Nunca deben truncarse sus sueños. Drogarse es no quererse. Resumido: cada joven debe manifestar lo que le preocupa, hablar sobre lo que le duele y, lo que es un 'must' (deber), aprender a quererse. Hay conversaciones que aparentan cerrar puertas: voces que alzan muros, palabras que lastiman y silencios que aíslan. Pero en la tensión de ese choque puede nacer la claridad. Cuando nos atrevemos a escuchar sin defendernos, la verdad que duele se vuelve luz que despeja sombras".

Los jóvenes quedaron en un respeto silencioso, pero en segundo término, se acercaron para fotos y más todavía, con preguntas personales. Todos quedaron convencidos de que juntos se puede combatir este flagelo, "vacunándose" con respeto y apertura a sus padres y amigos, y hablando de lo que les duele y aprendiendo a quererse.

"Aceptar la propia herida y nombrarla en presencia de otro es empezar a soltar lo que nos aprisiona. Se trata de acoger la realidad con humildad: mi dolor, tu dolor, la verdad que somos. Desde ahí brota la libertad —no como olvido, sino como reconciliación— y gradualmente nos dirigimos a un camino de encuentro. Que aparezca la valentía de la escucha y la ternura para decir la verdad. Y que, en el silencio, encontremos una puerta abierta hacia la paz". 

Los directivos manifestaron que las charlas y la presencia de Mascherano fueron un primer paso para crecer en la sanación de esta enfermedad, silenciada en nuestra comunidad.