Triple crimen narco: Sotacuro, su esposa y su sobrina volvieron a ampliar sus declaraciones

Víctor Sotacuro, su esposa Mónica Mujica y su sobrina Florencia Ibáñez —tres de los diez detenidos por el triple crimen de Florencio Varela— ampliaron este jueves sus declaraciones indagatorias en la causa que lleva adelante la UFI de Homicidios de La Matanza.

La decisión de volver a declarar fue solicitada por los propios imputados, pocos días después de que la Justicia confirmara el traspaso del expediente al fuero federal. Los fiscales a cargo del caso son Arribas, Rulli y Fornaro.

Sotacuro e Ibáñez declararon en condición de procesados, luego de que el juez de Garantías Fernando Pinos Guevara aceptara los ocho pedidos de prisión preventiva presentados por el equipo fiscal. Además de ellos, también quedaron procesados Miguel Ángel Villanueva Silva, Ariel Giménez, Maximiliano Andrés Parra, Celeste Magalí González Guerrero, Iara Florencia Ibarra y Matías Agustín Ozorio.

En cuanto a Mónica Mujica —detenida el fin de semana pasado, cuando los procesamientos del resto ya habían sido solicitados—, los investigadores cuentan con un mes para pedir su prisión preventiva. Está acusada de encubrir a su pareja, Víctor Sotacuro. Mujica y Florencia Ibáñez fueron trasladadas al mediodía hasta la fiscalía: la primera se negó a declarar, mientras que su sobrina presentó un escrito. Sotacuro amplió su declaración pasadas las 14.

Según fuentes judiciales citadas por Infobae, el hombre insistió en su versión inicial, asegurando que desconocía el plan criminal y que solo había sido contratado como remisero para realizar un viaje. Afirmó que hasta marzo de 2025 trabajaba para una clínica realizando traslados de pacientes. Sin embargo, para los investigadores el móvil del crimen, la mecánica y los roles de los involucrados están claramente definidos. Solo resta determinar la ruta de la droga que la organización narco comercializaba.

La situación de Sotacuro cambió drásticamente tras la declaración de Celeste González Guerrero, inquilina de la vivienda donde se cometieron los homicidios. Su testimonio lo ubicó junto a "Pequeño J" y otro hombre descendiendo de una Chevrolet Tracker junto a las tres víctimas —Brenda, Morena y Lara—, a quienes habrían engañado haciéndoles creer que asistirían a una fiesta.

"Bajaron sonrientes, se las veía engañadas, como si vinieran a una fiesta", relató la también imputada. Según su testimonio, minutos antes Tony Janzen Valverde Victoriano le pidió que abriera el portón del garaje por donde ingresó el vehículo. Desde entonces, Sotacuro pasó de ser considerado un simple chofer a ser apuntado como uno de los eslabones más altos de la estructura criminal.

La defensa del acusado, sin embargo, negó esa versión: "Creo que Celeste (Guerrero) se confundió. No sé si mintió, pero tengo mis dudas", señaló.

González Guerrero, que se presentó como testigo arrepentida, también declaró que esa misma noche vio en el patio de la vivienda que alquilaba a Matías Agustín Ozorio a tres hombres —identificados como "Nero", "Paco" y el propio Ozorio— cavando un pozo. "Vi tierra removida, a Matías sin remera con una pala y a los otros dos frente a él", aseguró.

Según su relato, "Nero" y "Paco" ocupaban lugares de jerarquía dentro de la organización, aunque dijo no conocer sus nombres reales: "Solo se movían en los niveles más altos, lejos del contacto con los miembros de base".

En esa estructura, el siguiente escalón lo ocupaba el "tío": Víctor Sotacuro Lázaro, alias "Duro". Según los investigadores, él era el responsable de coordinar la operación local, mantener el contacto con los encargados intermedios y distribuir las tareas.

"'Duro' recibía órdenes de 'Papá' y estaba a cargo de la logística de acopio, reparto y comercialización en la zona", sostuvo la imputada. Además, afirmó que Sotacuro tenía un rol clave dentro de la banda: "Era quien decidía castigos y autorizaba los movimientos más delicados. Nadie podía actuar sin su aprobación".