En una entrevista íntima desde Luzbola, el músico revisó su pasado ricotero, habló del impacto emocional de la separación de la banda y responsabilizó a Skay por instalar la idea de una disputa por la "gloria".
El Indio Solari volvió sobre el final de Los Redondos y apuntó sin rodeos contra Skay El Indio Solari volvió sobre el final de Los Redondos y apuntó sin rodeos contra Skay
En una entrevista cargada de crudeza, humor y honestidad, el Indio Solari volvió a abrir este viernes 5 de diciembre la puerta de su mundo íntimo. Desde Luzbola, su estudio en Parque Leloir, dialogó en audio con Andy Kusnetzoff y la productora Sol Liggera para repasar su vínculo con el pasado ricotero, su relación con Skay Beilinson y la manera en que transita el avance del Parkinson sin abandonar el impulso creativo que aún lo moviliza.
El formato elegido sin cámaras, sin exposición y con apenas un dibujo proyectado en tiempo real acentuó el clima introspectivo del encuentro. Solo una fotografía difundida días antes acompañó el anuncio. En el resto, la escena se sostuvo en la respiración, la voz y los silencios del músico.
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La apertura marcó el tono de lo que vendría. Con una mezcla de humor y franqueza, Solari habló del esfuerzo que supone el simple acto de comenzar el día. "Esta no es una buena mañana, pero me estoy acostumbrando porque es una enfermedad que te obliga a aprender a vivir de nuevo. Cuando no tengo asistencia, tardo cuarenta minutos en ponerme un suéter", confesó. El contraste entre el mito popular y el hombre vulnerable se volvió nítido: quien movilizó a ciudades enteras hoy describe cuánto pesa levantarse, vestirse, seguir.
Desde su estudio rodeado de discos rígidos, maquetas y canciones en desarrollo se aferró al único eje que lo mantiene en marcha: crear. Allí detalló el volumen de su obra en proceso y dejó entrever la energía que aún lo impulsa: "Tengo computadora, 23 mil elementos en los discos rígidos, tengo canciones para la cuarta generación de Solaris del futuro, porque amo lo que hago".
Al profundizar en su método de composición, reivindicó el universo digital por encima de cualquier nostalgia analógica: "Lo último que hago son las letras, lo primero es la textura, me interesan las texturas que trae lo digital. Lo digital es cero uno, cero uno; tenés que encargarte vos de que sea lindo lo que hacés". Su declaración funcionó como una reafirmación de principios: laboratorio antes que museo.
También apuntó contra la idea de reverenciar tradiciones o permanecer anclado al mismo molde. "No quiero respetar ninguna tradición, no quiero ser cultor de nada, lo lamento por aquellos que creían que uno podía ser Redondito toda su vida. Redondo es el público, no los que estamos sobre el escenario", lanzó, desmontando expectativas que conviven desde el final del grupo.
Esa distancia con la mitología ricotera reapareció al reflexionar sobre su vínculo con el público. "No todos te quieren por lo mismo no hay una característica", dijo, y volvió a definirse con una frase que mantiene intacta su incomodidad con el pedestal: "Sigo diciendo que soy una especie de malentendido de la popularidad".
Sobre su forma de escribir, negó que sus letras se basen en hermetismos deliberados. Prefiere pensar la composición como un mecanismo para convocar imágenes, no para narrar hechos concretos: "La gente, por ejemplo, propone que son crípticas las letras mías yo escribo para que imagines, no para contarte lo que pasó con la piba del Blockbuster. Yo genero un puzzle, un enigma que sea atractivo".
El tramo más tenso de la charla llegó cuando habló del final de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Sin rodeos, evocó ese momento como un proceso de duelo y apuntó directamente hacia Skay Beilinson por declaraciones que aún lo resienten: "Viví un duelo con el final de Los Redondos porque era mi banda, y a Skay se le ocurre decir en un reportaje que todo esto se debía a que uno de nosotros se había querido quedar con la gloria de la banda. Semilla no fue, soy yo". La sentencia cayó con el peso de una verdad que no piensa revisar, aunque reconoció la potencia de aquella etapa compartida: "En su momento hicimos cosas canciones muy lindas, hicimos una mitología buena".
EL VIDEO:
Entre la memoria ricotera, la incomodidad con los mitos y el avance de una enfermedad que obliga a reinventar la vida cotidiana, el Indio sigue parado en el mismo lugar que defendió durante décadas: el de un creador que, incluso ante la fragilidad, apuesta por seguir componiendo. Allí, en su laboratorio silencioso, se prepara para que otras generaciones las del "futuro Solaris" encuentren lo que él aún tiene para ofrecer.
Fuentes consultadas: Urbana Play.








