La mamá de Lali reveló cómo superó el cáncer de mama y volcó esa experiencia en un libro

Por Emilio Marcelo Jozami / De la Redacción de EL LIBERAL

Majo Riera, la mamá de la actriz y cantante Lali Espósito y de la influencer Ana Espósito, debutó como escritora con "Fue un buen verano", un relato íntimo que reivindica la amistad, el linaje femenino y los vínculos que sostienen incluso en los momentos más desafiantes.

¿Puede un giro inesperado de la vida, como atravesar un cáncer de mama que ya superó, convertirse en la llave de la escritura? Con esa inquietud nace "Fue un buen verano", el primer libro de Majo, una obra íntima que transforma un momento límite en una historia luminosa sobre el amor, la amistad y los vínculos que nos sostienen.

"Mis amigas organizaron una pijamada que duró todo el verano… Ellas nunca dejaron, ni por un instante, de pensar que todo iba a estar bien y yo les creí". Es la certeza de que el amor de otros puede reconfigurar la vida entera.

-¿Qué la motivó a escribir "Fue un buen verano" y convertirlo en un tributo a la amistad y los vínculos?

"Fue un buen verano" nunca iba a ser un libro, nunca tuvo esa intención en sus inicios. Empezó con una escritura terapéutica que me había recomendado mi psicóloga. Venía escribiendo cosas que tenía guardadas hasta que me topé con Pata Liberati, escritora y psicóloga amiga con quien hacemos el podcast "Dos pendejas de 50". Ella me dijo que yo debería escribir. Cuando le digo que lo hago, me pidió que le mostrara lo que escribía. Cuando se lo mandé, me dijo: "Majo, esto es un libro". Yo tenía dudas de publicar porque yo nunca hice pública mi vida privada y no encontraba el sentido de publicar un libro. ¿Para qué? ¿A quién le interesaría mi vida? Hasta que me di cuenta, leyendo lo que había escrito, de la importancia que habían tenido mis amigos en mi vida. Entonces, ese libro tomó sentido y se transformó en "Fue un buen verano" en honor a aquél verano en que me separé, me fui a vivir sola en la casa de mi hija, hice quimioterapia, radioterapia y todo el tratamiento acompañada de mis amigas.

-¿Cuéntanos cómo ha sido el proceso de transformar una experiencia de vida, como superar el cáncer de mama, en un libro asequible?

-A ese proceso lo pasé amorosamente. No fue un proceso que lo recuerde mal porque me acompañaron tanto, fui tan cuidada y tan querida en ese momento sin que se compadecieran, sin esa mirada triste. Yo siempre digo que mis amigas me dijeron que todo iba a estar bien y que yo se los creí. Y así fue. Yo recuerdo ese verano como bueno porque fue muy lindo. Mis amigas se mudaron a vivir conmigo. Entonces, yo creo que no hay mayor muestra de amor que esto. A mí me hicieron pasar el tratamiento muy bien, nos divertíamos, comíamos asado, era verano con lo cual nos metíamos a la pileta, estaban con sus niñitos, se disfrazaban con la ropa de mi hija que sacaban de su vestidor que para ellos era Hollywood. Eso me daba un aire fresco precioso. Yo lo viví bien a ese proceso. El mensaje es que, más allá de lo molesto que puede ser físicamente, hay otra manera de transitar. Hablo de mi experiencia y recomiendo, dentro de las posibilidades de cada uno, de que se rodeen bien en esos procesos.

-Remarcas la importancia de los vínculos en un proceso de sanación y destacas que "celebra el linaje".

-Durante todo ese tiempo y el de la escritura del libro, como también hay un repaso de dónde vengo, cuando me mudo a mi Santiago querido y todo lo que empiezo a vivir allá y mi madre tan feliz allá, es inevitable remitirme a mis antepasados y a mi linaje y en donde yo descubro todas mujeres pequeñas físicamente, de baja estatura, pero muy enormes: mi abuela, mi madre, mis tías. Entonces, en el libro me era inevitable hablar de mi linaje en donde noto un linaje femenino muy fuerte que yo lo veo reflejado desde mi abuela, mis tías abuelas, mis tías, mi madre, mi hermana, yo, mis sobrinas, mis hijas (Lali y Ana Espósito). Entonces es inevitable hablar y ahí veo de dónde viene para mí esta fuerza de continuar para adelante con todo, porque todas ellas eran así. Y es como una característica femenina de mi familia, que todas las mujeres de la familia somos como muy así, muy trabajadoras, muy para adelante, muy luchadoras. Así que por eso me es inevitable y me honra hablar de mi linaje femenino.

-Majo, ¿qué lecciones sobre la resiliencia y la toma de decisiones para mejorar aprendiste en este proceso de cambio en tu vida?

-Ponerme primera en la lista. Yo siempre fui mucho para el otro, a veces a pesar de mí misma o en detrimento de mí misma. Y con el paso del tiempo y viviendo la experiencia de resiliencia, como vos decís, que no sé si es tanto, pero yo hablo desde mi experiencia y lo que a mí pasó, que te repito, yo no la pasé mal. Yo creo que ocuparse de uno, ponerse primero en la lista y saber que nadie, nadie, nadie se va a ocupar de uno como uno mismo, ni nadie te va a querer tanto, ni nadie te va a cuidar tanto como vos mismo, que todo parte desde ahí. Si vos lo haces, después viene solo el cuidado, el amor y todo lo de los demás, pero si uno no lo hace..., eso fue lo que más aprendí.

Vivió parte de su infancia y juventud en Santiago

Majo Riera nació en Buenos Aires en 1967 y vivió parte de su infancia y juventud en Santiago del Estero. Actualmente, tiene familiares en la "Madre de Ciudades" quienes viven en el barrio Jorge Newbery.

Su trayectoria es diversa: fue visitadora médica mientras estudiaba Marketing, para luego volcarse al mundo audiovisual.

En 2012 fundó Cinemática Films, productora con la que desarrolló videoclips y shows para artistas.

En 2019 co desarrolló la serie "La suerte de Loli" para Telemundo Internacional, nominada a los premios Emmy. Actualmente desarrolla nuevos proyectos de ficción y conduce podcasts.

Y ahora se volcó a la escritura. "Fue un buen verano", es su ópera prima y promete más.

"Es cerrar un ciclo y empezar otro. No tengo ninguna batalla, no tengo enemigos, yo tengo una vida linda"

La escritura llega a su vida como una necesidad visceral, un modo de nombrar lo que permanece y agradecer lo que sostiene. "Fue un buen verano" es una obra íntima que transforma un momento límite en una historia luminosa sobre el amor, la amistad y los vínculos que nos sostienen.

-¿Hubo momentos durante la escritura que fueron difíciles?

-Sí, escribir sobre mi madre. Escribí mucho sobre mi padre y en un momento me di cuenta que no había escrito nada aún sobre mi madre. Y entonces tenía que estar presente mi madre y me costó mucho escribir sobre mi madre. Creo que ese capítulo de mi madre es el capítulo que más me costó escribir.

-¿Cambió tu mirada sobre la vida tras concluir el libro?

-Yo nunca puse mucha expectativa sobre el libro en sí, digamos. La realidad es que hoy me estoy sorprendiendo con lo que está pasando con el libro, con el interés de la gente, con gente que me escribe por Instagram, que no me conoce y me cuenta sus historias personales. Es para mí cerrar un ciclo y empezar otro ciclo viviendo como de otro modo, con menos mochilas, con menos silencios, con más felicidad. Yo no tengo ninguna batalla, no tengo enemigos, yo tengo una vida linda y me parece que este libro lo que hace es bueno, todo esto pasó hasta acá, es la historia de mi vida, es mi vida, pero tengo un montón para disfrutar para adelante. Y quizás todo lo triste que a uno le puede haber pasado, digo, a cualquiera, siempre hay que pensar y trabajar para salirse de esos lugares, para pensar que las cosas van a estar mejor y así van a suceder en tanto y en cuanto uno se corra de los lugares oscuros o tristes, hay que trabajar para eso. Uno tiene que elegir cómo quiere continuar.