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El rol de los empresarios, de los trabajadores y los partidos políticos

Por Daniel Milki.

24/12/2025 19:32 Opinión
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Los empresarios: Para calificar la función del empresariado en la Democracia Social argentina, partimos de que la empresa se organiza sobre una base humanística. Los criterios para ello nacen de la esencia de este Modelo Argentino, social y cristiano. El primer objetivo de la empresa en una sociedad que quiere justicia social auténtica, no es simplemente el beneficio, sino el servicio al país.

El beneficio de la empresa, en nuestra concepción, debe establecerse en forma tal que se asegure una retribución justa al empresariado como factor de producción, lo cual incluye cierta retribución de riesgo que se hace mínimo en la medida que se trabaje con planificación; y que determina también los frutos del progreso que se definen a toda la comunidad a través del sistema de precios.

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Solo cuando el empresariado procura prestar el mayor servicio al país, admitiendo límites mínimos y máximos a su beneficio, puede coincidir lo que es conveniente tanto para el empresario como para el país. Esta coincidencia es precondición para que exista una Democracia verdaderamente social.

La admisión de que la empresa constituye un bien social y que la participación de los trabajadores en su funcionamiento y beneficio es una realidad irreversible, constituyen elementos de juicio que deben ser adecuadamente reglamentados.

Otro aspecto reside en la participación de los empresarios en las decisiones. La fisonomía de esta participación admite formas que van desde el asesoramiento al gobierno hasta compartir ciertas actividades con él. Será la sociedad la que determinará, a través de sus mecanismos idóneos, cuál será la competencia específica que le corresponden para cada uno. La empresa debe ser concebida como un sistema cuya eficiencia debe ser siempre incrementada.

Ella es el ámbito esencial de aplicación de la tecnología en el propósito productivo y reconocemos que básicamente la expansión de esa producción se debe originar en el efecto de la eficiencia.

Se reconoce también como decisivo el aporte del empresariado a la estructura de precios que en todo momento debe adecuarse al desarrollo deseado.

Desde el punto de vista del beneficio empresario, el mismo debe guardar estrecha relación con la aspiración de trasladar a la comunidad los frutos del progreso, a través del sistema de precios. Esto implica la necesidad de establecer las formas de producción y comercialización que sean intrínsecamente más aptas para funcionar dentro del Modelo requerido. La sociedad deberá decidir sobre ello, consideradamente cada actividad en desarrollo.

Los trabajadores: En nuestra concepción, el trabajo es un derecho y un deber, porque es justo que cada uno produzca por lo menos lo que consume.

Los trabajadores constituyen uno de los pilares del proceso de cambio. En el momento en que teníamos que rescatar a la sociedad de una concepción liberal, los trabajadores configuraron la columna vertebral del proceso. En la comunidad a que aspiramos, la organización de los trabajadores es condición imprescindible para la solución auténtica del Pueblo. A partir del principio de libre posibilidad de constituir sindicatos, el Justicialismo siempre se sustentó en el criterio de indivisibilidad de la clase obrera organizada. Se requiere, en consecuencia, una sola central obrera. El fundamento del vínculo es la solidaridad. Las organizaciones sindicales viven al impulso de esa solidaridad, que es la que da carácter permanente a la organización y la única fuerza indestructible que se aglutina. Ello con el claro sentido de que, además de la solidaridad de la organización, está vigente la esencia de la solidaridad individual de los hombres que la integran, por la sola razón de ser trabajadores. Los objetivos de las organizaciones de trabajadores residen en la participación plena, la colaboración institucionalizada en la elaboración del Proyecto Nacional y su instrumentación en la tarea desarrollada del país.

Los trabajadores tienen que organizarse para que su participación trascienda largamente la discusión de salarios y condiciones de trabajo. El país necesita que los trabajadores, como grupo social, definen cual es la comunidad a la que aspiran, de la misma manera que los demás grupos políticos y sociales.

Se requiere la presencia activa de los trabajadores en todos los niveles. Ello exige actualización y capacitación intensa y exige también, que la idea constituya el medio esencial que supere a todos los instrumentos de lucha.

Las organizaciones sindicales no valen solo por la cantidad de componentes que agrupan, sino por los dirigentes capacitados que las conducen. Debe procederse a la formación de líderes en todos los niveles. Ello es fundamental para los trabajadores que cumplan con toda la responsabilidad social que este Modelo Argentino les asigna.

La capacidad para decidir y para participar de las organizaciones de los trabajadores forma parte de las condiciones fundamentales del dirigente gremial.

Los Derechos del Trabajador, consagrados en nuestra reforma constitucional de 1949, (1) tienen plena vigencia e integran este Modelo. Los derechos a trabajar, a una retribución justa, a la capacitación, a condiciones dignas de trabajo, a la preservación de la salud, al bienestar, a la seguridad social, a la protección de la familia, al mejoramiento económico y a la defensa de los intereses profesionales, contenidos en dicha reforma, tienen que ser adicionados con el derecho a la participación plena, en los ámbitos en los cuales el trabajador sea convocado por leyes especiales y, además, con el derecho de participación en las empresas en las cuales se desenvuelve.

Los Partidos Políticos: En un país institucionalmente representativo, la organización de las fuerzas políticas debe ser representativa para servir con fidelidad al país.

Para ello, toda organización política debe tener establecida claramente su unidad de doctrina, en la cual se aprovecharán sus estructuras orgánicas y de su accionar.

La unidad se logra básicamente cuando se logra disponer de un profundo conocimiento del país y se hallan determinado, con claridad, los objetivos que desean alcanzarse y los medios a utilizar. La Democracia Social que deseamos no se funda esencialmente en la figura de caudillos, sino en un estado de representatividad permanente de las masas populares. Todas las fuerzas políticas necesitan de la acción armónica de quienes conciben la doctrina, de los que predican y de los que habrán de ejecutarla. La doctrina de cada partido debe ser predicada y no solamente enseñada. Ello significa que hay que hacerla conocer, comprender y sentir. Pero todo partido político, para que ejerza una acción eficiente, requiere no solamente del valor numérico de sus integrantes, sino también de una base ideológica explícitamente establecida. Tal aspecto podrá evidenciarse a través de una clara plataforma política que no será otra cosa que el partido conciba como Proyecto Nacional. Está es, a mi juicio, la forma en que cada partido político debe concebir los medios para lograr los objetivos en diferentes campos del quehacer nacional.

(1) Referencia a la Constitución Nacional aprobada el 11 de marzo de 1949. Derogada el 17 de abril de 1957 por el golpe de Estado que derroca a Perón en 1955.

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