Juez aguó el despegue de Irazábal en homicidio de Cristian Darío Moya

Encubrimiento, verdades a medias y la fetidez del bajo mundo narco, representan la trilogía en que la Fiscalía cimenta el presunto "homicidio simple" de Cristian Darío Moya: por lo pronto, el juez de Control y Garantías, Carlos Ordóñez Ducca, legalizó y convirtió en detención la caída de Dionisio Antonio Irazábal, quien habría ejecutado a la víctima de un tiro por la espalda.

En audiencia, el magistrado desestimó ayer el combo de pedidos de la defensa: no al cambio de calificativa (culposo por homicidio doloso) y no a la falta de mérito; convalidó los secuestros y ordenó la ampliación de la investigación penal a un testigo.

El prólogo del horror estalló el 30 de octubre en casa de Walter Fabián Bustamante, en Bº Independencia. Allí, Irazábal habría herido de un tiro por la espalda a Moya. Luego, lo condujo al CIS Banda y señaló que todo se debió a un involuntario accidente.

Allí centra su estrategia la defensa de Irazábal. Pero donde ésta contempla una lamentable tragedia, el equipo del fiscal Pablo Moya cree divisar una muerte capaz de desandar el negocio de las drogas, y cuyos impulsores hoy se aferran al prudente silencio. Desde esa lógica, con Cristian Darío Moya muerto, no habría "vivo" o riesgo alguno de detención a la vuelta de la esquina.

Como sea, la Fiscalía recibió en la víspera un guiño aprobatorio en Ordóñez Ducca, es decir tiempo para unir las piezas sueltas, aceitar una hipótesis, buscar testigos, a la espera de las conclusiones de informes y/o pruebas científicas.

Nadie lo verbaliza, pero por lo bajo intuyen que en el detenido y en Bustamante descansan las respuestas a los interrogantes lógicos: ¿dealers, droga, deudas, ajuste de cuentas, consumo?