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EL LIBERAL . El Evangelio

El Reino se parece a una boda

14/10/2017 22:20 El Evangelio
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El Reino se parece a una boda El Reino se parece a una boda

El Reino inaugurado por Jesús es como una fiesta de boda, un acontecimiento de gozo, de alegría, donde el compartir la mesa es un signo de comunión que iguala, que fraterniza. El simbolismo del banquete nos introduce en un kairós especial, un tiempo oportuno para recibir la buena noticia que trae Jesús y entrar en su Reino.

Sin embargo, los invitados no se preocupan por la invitación, algunos de ellos prefieren atender sus negocios, otros golpean y matan a los siervos que fueron a invitarlos.

El Rey, enojado por esta negativa envió a sus tropas para matar a esos homicidas y prender fuego a su ciudad.

Sin embargo, como la boda había sido preparada con esmero y dedicación, el Rey envió nuevamente a sus siervos a invitar a todos los que encuentren y así la boda se llenó de gente. Ese es el cometido del Rey, que todos participen de la boda de su hijo.

El Reino es accesible para todos, se trata de escuchar el llamado del Rey y entrar en la boda. Pero, es necesario hacerlo con el traje adecuado, es decir, ser fiel a la Palabra de Dios, que el evangelista exige a los discípulos.

El pueblo de Israel tenía el privilegio de entrar en el Reino por ser el pueblo elegido, pero rechazaron a Jesús y posteriormente a sus discípulos. Ahora, los nuevos invitados al Reino son aquellos que eran marginados por la clase dirigente, los últimos a quiénes Jesús rescató y con quienes compartía la mesa, a quiénes enseñaba las Bienaventuranzas y curaba de sus dolencias. Estos son los que ahora llenan la sala de la fiesta de boda. Pero esto no les asegura la salvación, es necesario ponerse el traje de fiesta, practicar las enseñanzas de Jesús, vivir en fidelidad a su palabra.

Conclusión

El clima que respiramos hoy se parece al de la parábola. Dios llama, invita a su fiesta, quiere que todos vivamos en comunión con él. Pero, parece que uno de los signos de la cultura actual es vivir como si Dios no existiera, rechazamos su invitación con múltiples excusas. Todas parecen ser importantes, pero no dejan de expresar la indiferencia religiosa que nos envuelve hoy. Como cristianos, debemos preguntarnos por qué la humanidad se aleja de Dios, y de la religión. Seguramente, la autonomía mal entendida, como si Dios compitiera con el ser humano, puede alentar este “olvido” de Dios. Pero también, muchas de las religiones no siempre han mostrado el verdadero rostro de Dios, su bondad infinita. Más aún, algunas han promovido la deshumanización y hasta guerras entre los pueblos.

A pesar de esto, Dios sigue invitándonos a su fiesta. Esta nunca se suspende. Dios quiere que la sala de bodas esté colmada. Siempre habrá una nueva oportunidad para la humanidad.

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