Evangelio según San Lucas 12,8-12. Evangelio según San Lucas 12,8-12.
me reconozca abiertamente delante
de los hombres, el Hijo del
hombre lo reconocerá ante los
ángeles de Dios.
Pero el que no me reconozca
delante de los hombres, no
será reconocido ante los ángeles
de Dios.
Al que diga una palabra contra
el Hijo del hombre, se le perdonará;
pero al que blasfeme
contra el Espíritu Santo, no se le
perdonará.
Cuando los lleven ante las sinagogas,
ante los magistrados y
las autoridades, no se preocupen
de cómo se van a defender
o qué van a decir, porque el Espíritu
Santo les enseñará en ese
momento lo que deban decir”.
Comentario
Cuando os conduzcan a la
sinagoga, ante los magistrados
y las autoridades, no os
preocupéis de lo que vais a decir,
o de cómo os vais a defender.
¡Cuánto me gustaría creerme
por completo estas palabras
de Jesús , y no preocuparme de
lo que tengo que decir (sobre todo,
si lo tengo que decir en ruso...)
Bromas aparte, tuve un
compañero de Noviciado en Loja
(Granada, España) de República
Dominicana, que se tomaba estas
palabras al pie de la letra. De
hecho, casi no preparaba las reuniones
de catequesis, porque
el Espíritu Santo os enseñará lo
que tenéis que decir...
Los mártires de los primeros
siglos sí entendían estas palabras.
Ellos vivían en una sana
tensión, esperando la venida de
Jesús, y por eso se esforzaban
en ser coherentes. Y precisamente
por eso, porque eran coherentes,
porque su vida y sus
palabras estaban entrelazadas,
sabían lo que tenían que decir.
No vivían en compartimentos
estancos. Incluso ante los verdugos.
Y más de uno tuvo oportunidad,
casi seguro, de dar testimonio,
sin abogado defensor y
sin derecho al hábeas corpus.
El sábado es el día que, tradicionalmente,
se dedica al recuerdo
más concreto de María.
Mujer de pocas palabras, pero
precisas. Y de grandes obras.
Nosotros hablamos y hablamos
y hablamos, enviamos SMS, redactamos
correos, vemos la tele,
oímos la radio... Cada día, miles
y miles de palabras salen de
nuestros labios o llegan a nuestros
oídos. ¿De qué hablamos?
¿Qué escuchamos? ¿Se nota
que somos cristianos, también
en esta faceta de nuestra vida?
Dejando de lado los momentos
en que no queda más remedio
que hablar del tiempo (ascensores,
salas de espera, colas
en la compra...), siempre hay
ocasiones para dar testimonio.
Con las palabras, pero sobre todo
con las obras. Al volante (si
conduces), en las aulas (si estudias),
en el trabajo, ¿cómo eres?
Porque no estamos hablando de
dar testimonio en el día del Juicio
Final (entonces será un pelín tarde),
sino en el día a día, en nuestra
vida ordinaria. Ahí se ve cómo
está nuestra fe. E igual que
se puede pecar de pensamiento,
palabra, obra y omisión, también
podemos dar testimonio de muchas
maneras.