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EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Lucas 1,26-38.

07/12/2017 23:37 El Evangelio
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Evangelio según San Lucas 1,26-38. Evangelio según San Lucas 1,26-38.

El ángel Gabriel fue enviado

por Dios a una ciudad de

Galilea llamada Nazaret, a una

virgen que estaba comprometida

con un hombre perteneciente

a la familia de David,

llamado José. El nombre de la

virgen era María. El ángel entró

en su casa y la saludó, diciendo:

“¡Alégrate!, llena de

gracia, el Señor está contigo”.

Al oír estas palabras, ella

quedó desconcertada y se

preguntaba qué podía significar

ese saludo. Pero el ángel

le dijo: “No temas, María,

porque Dios te ha favorecido.

Concebirás y darás a luz

un hijo, y le pondrás por nombre

Jesús; él será grande y será

llamado Hijo del Altísimo. El

Señor Dios le dará el trono de

David, su padre, reinará sobre

la casa de Jacob para siempre

y su reino no tendrá fin”.

María dijo al ángel: “¿Cómo

puede ser eso, si yo no

tengo relaciones con ningún

hombre?”. El ángel le respondió:

“El Espíritu Santo descenderá

sobre ti y el poder del Altísimo

te cubrirá con su sombra.

Por eso el niño será Santo

y será llamado Hijo de Dios.

También tu parienta Isabel

concibió un hijo a pesar de su

vejez, y la que era considerada

estéril, ya se encuentra en

su sexto mes, porque no hay

nada imposible para Dios”.

María dijo entonces: “Yo

soy la servidora del Señor,

que se cumpla en mí lo que

has dicho”. Y el ángel se alejó.

Comentario

Cuando llegó la plenitud

de los tiempos, del mismo

modo que al sexto día, el poder

y la sabiduría divina formaron

al hombre a partir de

la tierra, al principio del sexto

año del mundo, el arcángel

Gabriel fue enviado a la

Virgen, y ella dio su consentimiento.

El Espíritu Santo descendió

sobre ella, su alma ardiendo

como un fuego y santificando

su carne con la pureza

más perfecta, “la virtud del Altísimo

la cubrió de su sombra”

afín que ella pudiese soportar

semejante ardor. Es así como

por obra del Altísimo, instantáneamente

un cuerpo fue

formado, un alma creada y al

mismo tiempo los dos fueron

unidos a la divinidad en la persona

del Hijo, afín que el mismo

fuese Dios y Hombre, las

propiedades de cada una de

las dos naturalezas permaneciendo

salvadas.

¡Oh! ¡Si pudieras tan solo

comprender un poco cuál fue,

y de qué inmensidad, el incendio

encendido entonces en el

cielo, el refrescamiento provisto,

el consuelo acordado!

¡A qué dignidad fue elevada la

Virgen María! ¡Cual fue el ennoblecimiento

del género humano

y cual fue la condescendencia

de la Divina Majestad!

¡si pudieras escuchar los cantos

de júbilo de la Virgen, subir

la montaña con Nuestra Señora,

contemplar los abrazos

de la Estéril y de la Virgen, y

la manera de como se cumple

el deber de saludarse, manera

que el humilde servidor reconoce

a su Señor; el heraldo, su

Juez; la voz, el Verbo!

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