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EL LIBERAL . Santiago

Don Bartolo: el patriarca de la república moderna

16/12/2017 22:19 Santiago
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Don Bartolo: el patriarca de la república moderna Don Bartolo: el patriarca de la república moderna

Bartolomé Mitre nació el 26 de junio de

1821, en la casa ubicada en la esquina

de Lavalle y Esmeralda, a metros de la

iglesia San Nicolás de Bari, que se encontraba

donde hoy se yergue el Obelisco

porteño. Fue bautizado allí dos días después, siendo

su padrino el viejo director supremo José Rondeau.

Sus padres eran Ambrosio y Josefa Martínez. En la sangre

de Bartolo confluían herencias griegas, irlandesas y

españolas. Ambrosio Mitre se trasladó, con su esposa y

sus tres hijos varones (en 1833 llegará la niña), a Carmen

de Patagones durante los tiempos de la guerra contra

el imperio del Brasil. Don Ambrosio era el tesorero del

fuerte. La flota brasileña intentó, el 7 de marzo de 1827,

tomar el más austral enclave militar argentino, y sufrió

una derrota espantosa donde perdieron todas las naves y

sus tripulaciones fueron tomadas prisioneras. Entre los

defensores se contaron Ambrosio y su hijo Bartolomé,

que así tuvo su bautismo de fuego.

Bartolomé fue enviado más adelante a la estancia de

Gervasio Ortiz de Rozas, en los pagos de Chascomús, para

participar de las tareas campestres. Pero el hermano

de Juan Manuel de Rosas se lo devolvió a Ambrosio diciéndole:

“Dígale a Don Ambrosio que aquí le devuelvo

a este caballerito, que no sirve ni servirá para nada, porque

cuando encuentra una sombrilla se baja del caballo

y se pone a leer”. Aparece aquí una de las condiciones de

quien iba a ser el primer presidente constitucional de la

República unificada: su voracidad de lector autodidacta.

Su ambición intelectual será manifiesta en la escritura

de poemas, las expediciones arqueológicas, su condición

de traductor, e incluso es curioso que haya compuesto

un tango al que llamó “El Monito”.

SUS EXILIOS Y EL ESTADO DE BUENOS AIRES

La situación política del país comienza a enrarecerse

y Ambrosio decide partir al exilio en el Uruguay. Bartolomé

comienza a incorporarse a las luchas políticas del país

oriental, participando de las batallas de Cagancha, junto a

Fructuoso Rivera y de Arroyo Grande. Fue parte del sitio

de Montevideo, donde conoce al caudillo italiano Giuseppe

Garibaldi, de quien imitará su peinado de allí en adelante.

En 1846 viaja exiliado a Bolivia, donde se convierte

en el director de la Escuela Militar. Será luego deportado a

Perú, y de allí a Chile. En Santiago conoce a Juan Bautista

Alberdi. Como curiosidad de su estancia en Bolivia, se

lo reconoce como arqueólogo al escribir un libro sobre las

ruinas de Tiawanaku. De Chile lo expulsan y termina llegando

a Buenos Aires luego de la caída de Rosas.

En los tiempos de la organización nacional se enrola

entre los porteños contrarios al Acuerdo de San Nicolás,

encabezados por Valentín Alsina. Durante las luchas civiles

es herido el 2 de junio de 1853 durante uno de los tantos

combates contra las tropas confederadas, en el sitio

de Buenos Aires. Un tiro le pega de lleno en la frente, provocándole

una herida con fractura del hueso frontal, de la

que es operado en el campo de batalla por Ireneo Portela.

Siempre lució el callo (queloide) formado sobre la fractura.

No permitió de ese momento en adelante que le tomaran

fotos con la cabeza descubierta y mandó confeccionar

un sombrero tipo chambergo amplio y liviano que

siempre usaba estando en la vía pública.

Como ministro de guerra comandó las tropas porteñas

en la batalla de Cepeda, el 23 de octubre de 1859,

contra el Ejército de la Confederación, al mando del presidente

Justo José de Urquiza, sufriendo una derrota que

puso en peligro la existencia del estado de Buenos Aires.

Retirado su ejército hacia Buenos Aires, en un hecho casi

desconocido por los argentinos, el canciller del Paraguay,

general Francisco Solano López, medió entre Mitre y Urquiza,

y fue el garante del Pacto de la Unión Nacional, firmado

en la estancia de Terrero, en San José de Flores.

Esto permitió la supervivencia de Mitre, ya que Urquiza

cumplió su palabra y retiró el ejército rumbo a Santa

Fe. Y las negociaciones concluyeron con la aceptación de

Buenos Aires de su condición de provincia argentina.

GOBERNADOR Y PRESIDENTE

Fue elegido gobernador de Buenos Aires. Se reformó

la Constitución Nacional y la falta de acuerdo sobre

los diputados de Buenos Aires, concluyó el 17 de setiembre

de 1861 con la victoria del ejército porteño en Pavón,

batalla que aún hoy se discute por su desarrollo aunque

sus consecuencias fueron definitivas. La República Argentina

se organizaba para siempre unida bajo la misma

Constitución. Fue elegido jefe provisorio del Poder Ejecutivo

y a principios de 1862 fue elegido presidente de la

República. Fue el primer gobernador bonaerense elegido

por el pueblo que llegó a la

presidencia, y el último.

Llegó a la presidencia

el 12 de octubre de 1862, a

los 41 años. Era un liberal

nacionalista. Eligió el segundo

domingo del mes,

para establecer el traspaso

de mando a la usanza

estadounidense: un día fijo

de la semana. A su sucesor

no le gustó la idea. Sarmiento

respetó el 12 de octubre

que hasta hoy es el

día en que más presidentes

asumieron en nuestra

historia. Pudo establecer

la Corte Suprema de Justicia, ofreciéndole la presidencia

a su opositor porteño, el autonomista Valentín Alsina,

que no aceptó el convite. Eso permitió que el santiagueño

José Benjamín Gorostiaga fuera el primer presidente

de la Corte en la historia. Impulsó el orden constitucional

en las provincias, forzando en algunos casos la

situación política a su favor. Desde entonces, el predominio

de los Taboada en la provincia de Santiago del Estero

quedó consolidado por su alianza con el gobierno nacional

de Mitre. Será Santiago, junto a Corrientes, el bastión

de los mitristas en el interior del país.

Sin duda, la guerra de la Triple Alianza, contra el Paraguay,

junto a Brasil y Uruguay es la acción más discutida

de su presidencia. Luego de la invasión paraguaya de

la provincia de Corrientes, la declaración de la guerra fue

inevitable. Pero la decisión de Mitre de encabezar el ejército

aliado directamente en el frente de batalla lo exhibió

como un militar de pocas luces, que terminó cargando

con el peso del desastre de Curupaytí, la mayor tragedia

militar argentina de la historia, con cerca de diez mil

muertos en una carga de infantería.

Este tiempo puso en vilo a su familia, formada por

Delfina de Vedia y sus seis hijos, que permanecieron en

Buenos Aires. Mitre verá morir a tres de sus vástagos, pero

lo ocurrido con Jorge, el hijo adolescente al tiempo del

inicio de la guerra, será su tragedia familiar más horrible.

RETIRO Y POPULARIDAD

No pudo imponer a su candidato, Rufino de Elizalde,

como su sucesor, e intentó volver a la presidencia en

1874, encabezando una revolución que fue aplastada por

el gobierno de Sarmiento, y casi le cuesta la vida. Sentenciado

a muerte por un consejo de guerra, el presidente

Avellaneda, le conmutó la pena por un destierro en Mendoza

y un castigo ejemplar: escribir la historia de San

Martín. Así nació una de las dos obras cumbres de Mitre

como historiador: “Historia de San Martín y la emancipación

americana”. Junto a la “Historia de Belgrano y la

independencia argentina” son la referencia de la historiografía

liberal sobre los tiempos de la fundación del país.

Si bien no se retiró nunca, sus tareas en el diario “La

Nación” y el cariño de la gente, fundamentalmente los

porteños, lo convirtieron en Don Bartolo. Se fabricaron

cigarritos “Mitre”, cervezas “Mitre”, vajillas con su imagen

y las publicidades usaban su recomendación, que era

como palabra santa. El mayor aporte a la elegancia de

Don Bartolo fueron los pantalones “Mitre”, con los bolsillos

delanteros al ras de la cintura, para enganchar la mano

con el pulgar en el cinturón y poder proteger los otros

dedos fácilmente.

Sus sombreros

lo acompañaron

siempre, para

proteger esa

herida de la frente

y por eso casi

no hay fotografías

de la cabeza descubierta

de Mitre.

Hay que recordar

que la foto oficial

como presidente

es la única de un

primer magistrado

de perfil. Don

Bartolo siempre

tuvo algunos detalles

de coquetería.

En 1885 murió

Avellaneda. En

1888 murió Sarmiento.

Así, la opinión pública lo consideró el gran sobreviviente

de las tres presidencias fundadoras de la Argentina

moderna. Era el homenajeado habitual de este

tiempo fundacional. A tal punto, que el día que cumplió

ochenta años, la calle Piedad, en Buenos Aires, vio cambiado

su nombre por Bartolomé Mitre. Y la muerte lo alcanzó

a una edad provecta, poco común en su tiempo. El

21 de marzo de 1906, en su casa de la calle San Martín, falleció

frente a la angustia popular. Fue velado en la Casa

Rosada y el desfile de la gente fue innumerable. Fue

sepultado en el Cementerio de la Recoleta, donde treinta

años después se iba a levantar un mausoleo monumental

para él y su esposa, Delfina. Su primer monumento se levantó

en San Andrés de Giles. En el centenario de su nacimiento

se inauguraron centenares de placas de bronce

en todo el país, en las calles que llevan su nombre.

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