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EL LIBERAL . Padre Koffi Gilbert

La mansedumbre

03/02/2018 22:02 Padre Koffi Gilbert
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La mansedumbre La mansedumbre

Hoy vamos a hablar de una

virtud de la Iglesia, que ha salido

del corazón de Jesús, ya que

él la ha vivido: la mansedumbre.

Jesús decía a sus discípulos:

“Vengan a mí los que van cansados,

llevando pesadas cargas,

que yo los aliviaré. Carguen con

mi yugo y aprendan de mí que

soy paciente y humilde de corazón,

y sobre todo soy manso. En

su calma encontrarán el descanso,

pues mi yugo es suave y mi

carga liviana”.

La mansedumbre es una virtud

que da la posibilidad a muchas

personas de controlar sus

impulsos y todo lo que hay adentro

para poder tener una buena

relación con los demás.

La mansedumbre es una fuerza

interior y una enorme convicción

para enfrentar situaciones

difíciles o adversas sin recurrir a

la violencia o caer presa de sentimientos,

cólera y rencor. Con

todo lo que vivimos hoy, como la

libertad, la violencia, el orgullo,

como cristianos debemos imitar

a Jesús manso. A él que ha

aceptado cumplir la voluntad de

Dios.

La mansedumbre nos ayuda

a desarrollar el autodominio

y a fortalecer nuestra condición

personal y espiritual.

Felices los manso porque recibirán

la tierra y la herencia”,

son la bienaventuranza de Jesús.

Mateo 5.5.

Jesús acepta cumplir esa voluntad

para salvar la humanidad.

Jesús no acepta por debilidad,

sino porque tiene la misión

de dar la posibilidad a la humanidad

de vivir en la salvación.

La mansedumbre se gana con

la lucha diaria contra uno mismo.

Es la virtud de los pacíficos,

que son valientes sin violencia,

que son fuertes sin ser duros.

A veces pensamos que las

personas que viven de esa manera

no tienen carácter o la posibilidad

de decir “no”, y por eso hay

que ir en contra. Pero no es así.

Jesús ha venido para enseñarnos

la no violencia, para mostrar

que es posible hoy vivir con paz,

vivir nuestras relaciones con los

demás sin buscar enfrentamiento

generando violencia en los

otros.

Hoy necesitamos esa virtud

en nuestras relaciones para

dar testimonio de ese Dios que

nos ama. Sin esa virtud podemos

cometer muchas cosas, demostrando

lo contrario. Hay que

mostrar la verdadera imagen de

Dios, que es un Dios manso, misericordioso,

de paz.

Hay que saber que esa virtud

es el fruto del Espíritu Santo.

Debemos dar testimonio de eso.

Y sobre todo debemos pensar

que Dios está con nosotros, que

siempre nos da la posibilidad de

actuar.

San Pablo, hablando a los colosenses

dice: “Pónganse pues el

vestido que conviene a los elegidos

de Dios. Sus santos muy

queridos, la compasión, la ternura,

la bondad, la humildad, la

mansedumbre, la paciencia”.

Entonces, nuestras relaciones

no pueden dejar de lado esas

virtudes, para poder perdonarnos

y vivir como elegidos.

Sopór t ens e y pe rdónense

unos a los otros, si uno tiene

motivo de quejas. Como el Señor

los perdonó a su vez hagan ustedes

lo mismo. Por encima de esa

vestidura pongan como cinturón

el amor para que el conjunto sea

perfecto.

Así es como debemos vivir

hoy en nuestras familias. Hoy

hablamos de violencia de género,

de violencia en la familia. Pidamos

hoy a Cristo su fuerza,

que nos ayude a poner en práctica

esa virtud en nuestras relaciones.

Nuestro mundo y nuestra

familia lo necesitan para vivir

en paz.

Que Dios aleje todo lo que es

convicción y el espíritu orgulloso;

que dejemos toda la vanidad

y lo que nos haga vivir la

venganza sin perdonar. Cuando

no hay perdón podemos experimentar

la venganza como poder.

Nuestra Madre ha dejado todo

para estar al servicio de Dios

y de la humanidad. Que Ella nos

ayude en nuestro camino hacia

el destino final para dar testimonio

como Ella lo hizo con paciencia,

paz y sobre todo con serenidad.

Que nuestro mundo llegue a

aceptar y vivir esa virtud, por el

bien de todos.

Amén.

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