Las sádicas torturas aplicadas a las hechiceras juzgadas

En los juicios contra las hechiceras, era común el empleo de torturas demasiado crueles. Su aplicación parece haber sido más cruda en Santiago del Estero, comparado a las jurisdicciones de Buenos Aires, Córdoba, San Miguel de Tucumán y Quito (Perú). Todos los fiscales que intervinieron en los procesos santiagueños (no así en los de SanMiguel de Tucumán) exigieron que se aplicaran fuertes tormentos a las reas.

Tal vez, por tratarse la hechicería de un delito que debido a sus características era muy difícil de probar, ameritó para los fiscales la ejecución del tormento, que garantizara a cualquier costo la confesión de las inculpadas.

Así, en distintos casos, éstas fueron condenadas a declarar amarradas al potro, y en otros casos, bajo el rigor del "sueño español", un método crudelísimo y en desuso en el siglo XVIII.

"El dolor de las torturas hacía que las hechiceras respondieran lo que el juez quería oír y quizá mucho más: algunas mujeres no sólo se adjudicaban la autoría de los maleficios que les atribuían, sino que llegaban a describir con detalle cómo y de quiénes habían aprendido el arte, incluyendo al mismo demonio", explica Farberman en su trabajo.