Dolar Oficial: - Dolar Blue:- Dolar CCL:- Dolar Bolsa: - Dolar Mayorista: -

EL LIBERAL . El Evangelio

Evangelio según San Juan 17,20-26.

16/05/2018 22:39 El Evangelio
Escuchar:

Evangelio según San Juan 17,20-26. Evangelio según San Juan 17,20-26.

Jesús levantó los ojos al cielo

y oró diciendo:

“Padre santo, no ruego solamente

por ellos, sino también

por los que, gracias a su palabra,

creerán en mí.

Que todos sean uno: como

tú, Padre, estás en mí y yo en

ti, que también ellos sean uno

en nosotros, para que el mundo

crea que tú me enviaste.

Yo les he dado la gloria que

tú me diste, para que sean uno,

como nosotros somos uno -yo

en ellos y tú en mí- para que

sean perfectamente uno y el

mundo conozca que tú me has

enviado, y que yo los amé cómo

tú me amaste.

Padre, quiero que los que tú

me diste estén conmigo donde

yo esté, para que contemplen la

gloria que me has dado, porque

ya me amabas antes de la creación

del mundo.

Padre justo, el mundo no te

ha conocido, pero yo te conocí,

y ellos reconocieron que tú me

enviaste.

Les di a conocer tu Nombre,

y se lo seguiré dando a conocer,

para que el amor con que tú me

amaste esté en ellos, y yo también

esté en ellos”.

Comentario

Estando con unos pocos

discípulos a su alrededor, Jesús

mira la multitud de sus futuros

seguidores, nos mira a nosotros.

él fue enviado a todos, incluso

a cada uno de nosotros

que hemos respondido a su llamada,

y a todos les dará su palabra,

el nombre y la gloria para

que tengan vida. Siguiendo la

dinámica de la hora como centro

de la historia, podemos contemplar

a Jesús rezando por cada

uno de nosotros. Sus palabras

resuenan en nuestros corazones.

Sabemos que no estamos

solos, que cada uno de nosotros

constituimos, con nuestros

dones, la presencia de Jesús

en el mundo para que su palabra

siga expandiéndose cada

vez más.

Cuando transmitimos sus

palabras estamos reverberando

su voz en el tiempo y el lugar

donde nos encontramos. Es en

este sentido que debemos entender

la petición “que todos

sean uno”. Pero la unidad que

Jesús pide tiene como modelo la

unidad que existe entre el Padre

y el Hijo: “como tú, Padre, en mí,

y yo en ti”, es decir, el Hijo glorifica

al Padre y el Padre al Hijo.

Todo lo que Jesús hace procede

el Padre y vuelta al Padre. Y lo

que Jesús quiere es justamente

eso: que cada persona entre en

esa unidad, que cada cristiano

pueda tener la conciencia que

sus acciones proceden de esa

unidad, tienen origen y destino

divinos. Si el discípulo es capaz

de conformar su vida con la

de Jesús, todos podrán reconocer

en él la presencia del Hijo, y,

por la presencia del Hijo, la del

Padre.

Por eso, podemos decir con

el salmista: “Tú eres mi bien”. El

Señor es el lote de mi heredad

y mi copa; mi suerte está en tu

mano. Bendeciré al Señor, que

me aconseja, hasta de noche

me instruye internamente. Tengo

siempre presente al Señor,

con él a mi derecha no vacilaré”

(Sl 15).

Como la acción de Jesús,

también la nuestra está muy limitada

a un espacio y un tiempo

determinados. él desea contar

con otros, desea contar con

nosotros, para continuar su

obra en el mundo. No importa

que tengamos límites. él lo sabe.

La decisión de anunciarle

llena nuestra vida de confianza

y esperanza por un mundo

mejor, no importa si lo que hacemos

es muy poco, pues, como

dice el papa Francisco en

la Evangelii Gaudium “Al que

arriesga, el Señor no lo defrauda,

y cuando alguien da un pequeño

paso hacia Jesús, descubre

que él ya esperaba su llegada

con los brazos abiertos. éste

es el momento para decirle a Jesucristo:

“Señor, me he dejado

engañar, de mil maneras escapé

de tu amor, pero aquí estoy

otra vez para renovar mi alianza

contigo. Te necesito. Rescátame

de nuevo, Señor, acéptame

una vez más entre tus brazos

redentores”.

Lo que debes saber
Lo más leído hoy