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EL LIBERAL . Santiago

Alergia y ojo seco

23/07/2018 00:00 Santiago
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Alergia y ojo seco Alergia y ojo seco

Las lágrimas desempeñan un papel fundamental en la salud de nuestros ojos. Saladas debido a su alto contenido en sodio, las lágrimas tienen la función de limpiar, oxigenar y defender de bacterias nocivas la superficie ocular. Pero sucede que, en determinados momentos de la vida, hasta un 30% de las personas no producirán la cantidad de lágrima adecuada para cumplir todas estas funciones (lo que se conoce como "lagrimodeficiencia"), o bien sí producirán la cantidad necesaria, pero se evaporará antes de tiempo. Esta deficiencia en la cantidad de lágrima es lo que se conoce comúnmente como "ojo seco". La alergia ocular estacional, por su parte, tiene un origen completamente distinto: surge como reacción alérgica en determinadas personas ante la presencia ambiental de polen (tanto de flores y árboles como de hierba). Su resultado más habitual es la denominada "conjuntivitis alérgica estacional", una afección que presenta bastantes similitudes sintomáticas con el ojo seco. Desde la Sociedad Oftalmológica de Santiago del Estero proporcionamos algunas de las claves para distinguir entre la conjuntivitis causada por una alergia estacional y el ojo seco. Es importante realizar un diagnóstico preciso de cada una de estas dolencias para que la prevención sea realmente efectiva, ya que lo que puede mejorar los síntomas de la alergia puede empeorar los del ojo seco. Diferencias más remarcables entre ambas patologías El ojo seco provoca más sensación de quemazón y escozor, mientras que la alergia es un picor que puede ir acompañado o no de estornudos. La persona que padece ojo seco nota cierto alivio al cerrar los ojos, y además su dolencia empeora durante el día, cosa que no sucede en la alergia. Quienes sufren ojo seco deben evitar los lugares secos o con aire acondicionado, ya que agravan los síntomas. En cambio, en la alergia es preferible aislarse del ambiente exterior manteniendo las ventanas cerradas y con el acondicionador de aire en funcionamiento si es preciso; se trata de evitar el contacto del alérgeno con la superficie ocular. La alergia no conoce edad; puede presentarse en cualquier etapa de la vida. En cambio, el ojo seco se relaciona con el paso de los años y, debido a factores hormonales que influyen en la calidad de la lágrima, suele afectar más a las mujeres posmenopáusicas. Se trata de dos patologías que no son graves, pero que ocasionan un buen número de visitas al oftalmólogo con el fin de evitar o paliar sus síntomas. En el caso de la alergia, existen desde hace algunos años una serie de colirios que reducen el picor y evitan que las células causantes de la alergia se desencadenen, todo ello sin los efectos secundarios que sí producen los corticoides. Finalmente, hay que recordar que determinadas lágrimas artificiales también son útiles en ambas patologías. El ojo seco, que afecta a alrededor del 30% de la población, es una patología que va en alza en la sociedad actual y en la que influyen diferentes hábitos (como la alimentación o el uso de pantallas) y factores ambientales, entre ellos, la contaminación. La polución del aire es un problema en aumento y de impacto global que, según la OMS, afecta al entorno de 9 de cada 10 personas en el mundo, con importantes consecuencias para la salud. Si bien sus efectos nocivos sobre el sistema respiratorio y circulatorio son muy conocidos, los oftalmólogos alertan que "todavía hay poca conciencia e información de su impacto dañino sobre los ojos". La superficie ocular está constantemente expuesta al exterior, por lo que no es inmune a los componentes tóxicos que están presentes en ambientes contaminados. En las grandes ciudades, sobre todo debido a la industrialización y al tráfico, la concentración de partículas en suspensión puede llegar a multiplicar por 7 las recomendaciones internacionales, mientras que gases como el dióxido de nitrógeno pueden hacerlo hasta por 5. Una de las primeras afectadas es la película lagrimal que nutre y protege el ojo y que parece ver alterada su composición, lo que empeora la calidad y la estabilidad de la lágrima y repercute en la inflamación de la superficie ocular, propiciando el síndrome del ojo seco. La contaminación es uno de los factores de riesgo potenciales de esta enfermedad multifactorial y crónica que cada vez se reconoce como más compleja. Algunos de los síntomas típicos que produce y que pueden agravarse en entornos con mucha polución son enrojecimiento ocular, sensación de cuerpo extraño, picor, cansancio en los ojos, lagrimeo, fotofobia o visión fluctuante, pero, "además de causar molestias oculares y problemas visuales, es importante recordar que el ojo seco también provoca lesiones corneales y conjuntivales". Dado que solo una fina capa de lágrima separa la córnea y la conjuntiva de los agentes nocivos del entorno, estos pueden inflamar ambas estructuras y provocar queratitis por el contacto con aguas contaminadas o sustancias tóxicas, así como conjuntivitis irritativas debidas a la exposición a humos, gases o diferentes productos químicos. Por otro lado, la polución puede agravar ciertas alergias oculares y aumentar la intolerancia de algunos pacientes a las lentes de contacto, cuyos hábitos de uso e higiene deben ser especialmente cuidadosos para evitar posibles complicaciones. No protegerse adecuadamente ante una radiación solar intensa y prolongada puede provocar molestias y lesiones en la superficie ocular (como sequedad, fotoqueratitis o pterigion), tumores palpebrales o conjuntivales y la aceleración de patologías degenerativas como la catarata. Por todo ello, algunas recomendaciones que ofrece la especialista para minimizar el impacto de la polución sobre la salud ocular son utilizar gafas de sol de superficie amplia y con filtros UV homologados, hidratar los ojos con lágrimas artificiales (preferiblemente de ácido hialurónico y sin conservantes), pestañear con frecuencia -sobre todo si estamos realizando tareas que requieren concentración-, evitar ambientes cargados de humo de tabaco u otros contaminantes y, ante cualquier sintomatología, consultar con el oftalmólogo.

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