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EL LIBERAL . El Evangelio

El misterio del pan vivo Juan 6, 51-59

18/08/2018 23:35 El Evangelio
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El misterio del pan vivo Juan 6, 51-59 El misterio del pan vivo Juan 6, 51-59

Jesús se presenta como

el pan vivo bajado

del cielo, el que Dios da.

Es el donante de la vida

para los que creen en

él. Su “carne” es alimento

de vida en tanto y en

cuanto creemos en él y

nos adherimos a su persona

haciéndonos parte

de su proyecto de salvación

para el mundo.

Los judíos dudaban,

diciendo: ¿cómo puede

éste darnos de comer su

carne? No aceptan que

la salvación pueda venir

de la entrega de un hombre.

Más aún, rechazan

que el Hijo de Dios

se haya hecho hombre

(encarnación) y que su

muerte sea fuente de vida

para todos. La cruz

aparece aquí como un

escándalo, inaceptable

para la mentalidad religiosa

de Israel.

En respuesta a las objeciones,

Jesús mantiene

el anuncio que tanto

les ha molestado: al añadir

la sangre a la carne,

significa que el pan que

el dará, es su misma persona.

Los invita a “comer

y a beber”, es decir,

a recibir la revelación

del sacrificio del Hijo del

Hombre. Si creen esto,

los discípulos vivirán de

la misma vida del Hijo

de Dios.

La carne y la sangre

son verdadera comida

y bebida, porque

sacian perfectamente

el hambre y calman la

sed. Creer en Jesús, adherirse

a su persona, es

aceptar el misterio de

su muerte como un don

que da la vida. El que

cree en el sacrificio del

Hijo del Hombre que

vence la muerte tiene la

vida eterna.

Más aún, el que cree

en Jesús permanece en

él, vive en íntima comunión

con él. Esta relación

recíproca que se

establece entre el Hijo y

el creyente es expresión

de la relación que une al

Padre y al Hijo. Creer en

Jesús, es ser introducido

en la comunión divina.

Jesús es el lugar de comunión

entre Dios y los

creyentes.

Conclusión

En este relato Jesús

urge a sus oyentes

a creer en el Hijo del

Hombre que se ha dado

a sí mismo, atravesando

la muerte para que ellos

vivan. El fruto de esta fe,

es la vida para siempre,

la permanencia (comunión)

del Hijo y el creyente.

Desde una perspectiva

sacramental, Jesús

invita a los creyentes, a

los que ya han entrado

en comunión con él, a

reavivar su fe y a significar

esta comunión por

medio de la práctica de

este sacramento: éste da

paso al misterio del que

ha hablado Jesús. La comunidad

que celebra en

su liturgia la presencia

del Resucitado no separaba

esta presencia del

recuerdo de la muerte

por la que Jesús había

amado a los suyos hasta

el fin. La Eucaristía

actualiza el don que nos

hace el Hijo del hombre

de sí mismo. A la vez, actualiza

la comunión del

creyente con aquel que

vive por el Padre y nos

introduce en el

misterio de

la comunión

de

vida entre

el Padre

y el

Hijo.

Lo que debes saber
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