Dolar Oficial: - Dolar Blue:- Dolar CCL:- Dolar Bolsa: - Dolar Mayorista: -

EL LIBERAL . Viceversa

La imaginación en TENSIóN NARRATIVA

29/09/2018 22:33 Viceversa
Escuchar:

La imaginación en TENSIóN NARRATIVA La imaginación en TENSIóN NARRATIVA

Su amiga Leila Guerriero

había sentenciado que “un periodista

que no lee, es lo mismo

que un carnicero a quien le

da asco la carne”. Desde adolescente,

Federico Bianchini se

inmiscuyó en el ámbito literario,

hasta que vio en el periodismo

“una opción” para que

le paguen por escribir.

Un cronista nato que no

descuida las herramientas básicas

de la narrativa para contar

una historia, sabe meterse

de lleno a esas aventuras de

consecuencias azarosas. Aprovechando

su visita a Santiago,

Federico dictó en la Unse un

taller intensivo de herramientas

narrativas para profesionales,

estudiantes de periodismo

y de comunicación social.

En diálogo con EL LIBERAL,

el escritor habló de su faceta

de cronista en el periodismo

y la ficción, el experimento

de la creatividad narrativa y el

uso de las herramientas que se

utilizan en la ficción para poder

contar una historia verosímil.

También, contó acerca

del crowdfunding o financiamiento

colectivo, para poder

publicar sus libros, una herramienta

que habilita internet,

y que exige que los que solicitan

el apoyo financiero ofrezcan,

a cambio, determinadas

“recompensas” según el aporte

realizado. Pero además de todo

eso, Bianchini presentó en

Santiago del Estero su primer

trabajo de cuentos “Personajes

Secundarios” (El bien del Sauce

edita), y para hablar de “qué

pasa cuando los periodistas escriben

ficción”.

¿Cuál es el material del

que te nutriste para armar

los cuentos de “Personajes

Secundarios”?

-Este libro “Personajes secundarios”

lo vine escribiendo

hace mucho tiempo. En

realidad, empecé escribiendo

ficción y en un momento,

me puse a pensar cómo podía

hacer para vivir de la ficción

y me di cuenta que era

muy complejo. Entonces vi

en el periodismo una manera

de acercarme a la escritura

de manera rentable. Paralelamente

escribía cuentos, hasta

que empecé a publicar crónicas,

y me acerco aplicando las

herramientas de la ficción al

periodismo, y después se generó

una cuestión de publicar

libros de crónicas y aparecieron

interesantes temas

que fueron tratados en “Antártida,

25 días encerrado en

el hielo” (Tusquets) y “Cuerpos

al límite” (Aguilar) y ahora

“Personajes Secundarios”.

¿Hasta dónde llega tu

libertad narrativa? ¿Empleas

las mismas herramientas

narrativas en la

crónica y en el cuento o

van por caminos distintos?

-Yo siempre hablo de la

analogía de un carpintero que

tiene que hacer una mesa o un

adorno. La crónica sería la mesa,

de ahí lo que se utiliza como

materia prima: la madera, el

hierro, martillo y demás herramientas.

Ahora, la intención y

el procedimiento son diferentes.

Hay muchas similitudes

en cuanto a lo que hacemos

hay que trabajar con palabras

en ambos casos, sin embargo,

son como dos juegos distintos

con reglas diferentes. Cuando

uno escribe ficción o hace periodismo,

la materia prima siguen

siendo las palabras, y las

herramientas retóricas que

se emplean en uno u otro caso,

son iguales. En la ficción,

lo que uno busca es construir

un verosímil, y que de alguna

manera las palabras desaparezcan,

y lo que se genere con

ese artificio narrativo, sea una

historia que se mete en la cabeza

del lector. En cambio en la

crónica, lo verosímil está dado.

Ya se sabe lo que sucedió y lo

que hay que hacer es otra cosa,

porque incluso el lector ya tiene

alguna noción previa de un

determinado hecho, porque lo

vio en alguna agencia de noticas

o porque es un tema conocido,

y entonces con la crónica

lo que se hace es una visita más

profunda a ese tema. Son distintos

juegos, pero interesantes

al fin.

Al tener una base de

lectura amplia y con cierto

entrenamiento de escritura,

pareciera ser más

fácil volcar tu experiencia

de narrar una historia al

mundo del periodismo, lo

cual explica la importancia

de leer siempre…

-Justamente esto tiene que

ver con la lectura. Muchas veces

me pasa en el taller con algún

alumno que quiere contar

un hecho en su crónica con frases

hechas y trilladas. Siempre

pregunto qué autor les gusta

leer y pido que lean algún texto

para saber cómo contarlo. Esto

tiene mucho que ver con la

representación de la crónica,

que a veces alguien dice “esto

es poético”, y no sé si es así,

en todo caso, esa persona cree

que es poético.

En Santiago es posible

advertir jóvenes que están

aportando otro estilo de

narrar y contar historias

desde la crónica, ¿vos como

te relacionas con tus

alumnos o jóvenes que recién

se vuelcan en el periodismo?

-Me hiciste acordar un caso

particular con mi hija de 7

meses. Cuando le hablo y, la

manera en que le cuento algo,

es impresionante como ella,

cuando hago una pausa, o pongo

un quiebre en el tono de voz,

su atención aumenta. Y esto

tiene que ver con que nosotros

desde muy chicos, aprendemos

a través de relatos, entonces

si a esa persona le interesa

construir un relato en el sentido

más neutro de la palabra,

como cualquier texto periodístico

que no deja de ser un relato,

me parece que es importante

la lectura. También es una

cuestión muy personal, y no

se puede obligar a alguien que

lea. Cuando doy un taller, digo:

“Leí un texto que me explotó

la cabeza, se los mando y si

pueden, lo leen…”, y así lo leen

muchos, y no vas en contra de

ellos, como obligándolos, pero

sí generas mayor curiosidad.

Siempre destacas que

hacer crónicas es una excusa

para vivir las experiencias,

para estar atento

de esos pequeños detalles

que van a enriquecer

nuestro trabajo…

- Eso es una cosa interesante,

pero también lo está quizá

al buscarlo en la nota cotidiana

en algo que uno cubre todo

el tiempo, cuando decides

ver el lado particular de las cosas.

A lo mejor, el recepcionista

de la Casa de Gobierno, sea

un personaje secundario para

muchos, pero para un periodista

puede ser un protagonista

de historias interesantes,

por qué no.

¿Qué lugar ocupa Abelardo

Castillo en tu formación

literaria?

-Hice varios años de taller

con él, y la verdad que fue

un hombre de una lucidez impresionante,

era una persona

que invitaba mucho a la lectura.

Hay muchos talleristas que

lo que hacen es decirte cómo

resolverían ellos un texto, pero

eso no es una ayuda, porque

eso, se dice en función de

criterios que el otro no tiene.

Abelardo hacía preguntas de

por qué había tomado tal decisión.

A fin de cuentas, una cosa

muy importante en la construcción

de un texto, es que cada

palabra o frase esté decidida.

Es decir que el comienzo

de un texto sea claro, está decidido

en función de lo que está

en el medio y lo que viene

en el final. Lo importante es lo

que uno decida, en función de

todo lo que quiere contar y tener

claro a lo largo de lo que

está escribiendo. Lo que tomo

de Abelardo es que era muy incisivo,

puntual y reflexivo en

torno al texto del otro. Ahora

en febrero salen los diarios de

Abelardo que es como otra faceta

de este gran escritor, más

allá de los cuentos y novelas,

ya que su faceta ensayística es

más que interesante.

¿Cómo te fue con la experiencia

de crowdfunding?

-Lo interesante y lo que se

recomienda cuando uno hace

un crowdfunding (micromecenazgo),

es generar una comunidad

y destinatarios de lo que

uno busca hacer. La idea del

crowdfunding no es que sea un

mecenazgo como el de siglos

atrás, donde alguien ponía plata

en función de lo que el otro

quisiera que se haga, sino que

alguien pone plata a cambio de

recibir otra cosa. Entonces, la

recompensa más barata es que

aparezca el nombre de quien

colaboró al final de la página

del libro. Después le regalamos

un libro, también una foto

ampliada de la tapa, y así sucesivamente.

Cuando yo lo hice,

no tenía muchas expectativas,

y finalmente fue buena la

experiencia del trabajo.

Vos popularizaste una

frase de Fogwill que dice

“Para escribir bien

hay que saber mentirse y

mentir a los demás” ¿cómo

lo interpretaste?

-Fogwill era un personaje.

Más allá de que su literatura

era seria. Alrededor de eso,

él generaba una especie de maquinaria

de prensa y escenas

todo el tiempo. Lo que me pasó

en esa pileta (donde le hizo

una nota para Anfibia) y

que incluso en la crónica, el tipo

buscaba generar un especie

de escena para que lo cuente el

otro. Yo creo que era un personaje

muy histriónico y tenía

una veta muy actoral en todo

lo que estaba fuera de su escritura.

Me parece que esto implica

un trabajo de paciencia y de

simpatía, y de conseguir que el

otro te permita acompañarlo,

estar cerca sin molestar al otro,

pero sí estar lo suficientemente

cerca para poder ir viendo

todos los detalles que te permiten

construir una nota.

Lo que debes saber
Lo más leído hoy