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LOS GOBERNADORES ARGENTINOS EN LAS ISLAS MALVINAS (Segunda Parte)

Por Eduardo Lazzari | Historiador.

22/04/2024 06:00 Viceversa
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LOS GOBERNADORES ARGENTINOS EN LAS ISLAS MALVINAS (Segunda Parte) LOS GOBERNADORES ARGENTINOS EN LAS ISLAS MALVINAS (Segunda Parte)

La subordinación del relato histórico a las circunstancias políticas, aun cuando sea realizado con buena intención y respeto a los hechos, no es una buena idea. Se ha discutido mucho sobre la malvinización y la desmalvinización en distintos tiempos posteriores a la guerra de 1982. Afirmamos con toda claridad que la conmemoración de los héroes que dieron la vida por la Patria en aquel conflicto, lo mismo que la suma consideración que merecen los veteranos de guerra, aquellos que combatieron en forma directa con el enemigo, es sin duda un deber patriótico, de la misma manera que la imposición de un relato único sobre lo ocurrido no debe aceptarse en honor a la verdad histórica, que permite y merece todas las visiones posibles.

 En la afirmación de la solidez y el buen talante que tienen los argumentos diplomáticos que la Argentina sostiene respecto de sus derechos sobre la soberanía de las islas Malvinas, las Georgias del Sur y las Sandwich del Sur, ser categóricos en el desprecio de la posición británica no ha sido beneficioso para las posiciones argentinas, ya que en el concierto de las naciones habiendo una mayoría de países que acompaña a nuestro país en el reclamo por la posesión real de los archipiélagos australes, el respeto por las formas es casi tan importante como la consideración del fondo de la cuestión. Ser firmes, tolerantes y dialoguistas puede ser una estrategia que nos acerque más a nuestros objetivos nacionales que dar golpes en la mesa y ofendernos.

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 Desde estas convicciones, es importante decir que el relato de la historia de las islas Malvinas, que pasaron por manos españolas, francesas e inglesas antes de 1810, debe ajustarse a la verdad de los hechos, y sobre todo hay que advertir que el período de cuatro años de existencia de la comandancia civil y militar de las islas, entre 1829 y 1833, muchas veces se ha contado en forma amañada, lavada de contenido, con la intención no del todo sana de presentar una visión idílica de lo ocurrido en Malvinas durante la efectiva posesión argentina. Por eso quien esto escribe cree necesario que es muy importante incorporar a la figura preponderante de Luis Vernet los personajes que protagonizaron lo ocurrido en el archipiélago luego de la renuncia del primer gobernador y los avatares sucedidos.

Juan Esteban Mestivier, el segundo gobernador

El segundo funcionario nombrado por el gobierno de la provincia de Buenos Aires como comandante civil en las islas Malvinas es el militar Joseph Francois Etienne Mestivier, nacido en Blois, una ciudad del centro de Francia a orillas del río Loira, quien es uno de los tantos oficiales veteranos de las guerras napoleónicas que después de la derrota final en Waterloo del gran militar nacido en Córcega decidieron enrolarse en los ejércitos revolucionarios de la antigua América española y se radicaron en el continente.  

Instalado en el país en la década de 1820, se enrola en el ejército para servir como artillero durante la guerra contra el imperio del Brasil, y es cuando traduce su nombre por José Esteban, como aparece en los documentos oficiales y en su propio legado militar. Es curioso que Paul Groussac, el legendario director de la Biblioteca Nacional y gran cronista biográfico de la historia lo llame Juan, aunque para la literatura y la crónica ha quedado simplemente como Esteban. Su relación con el sur del país comienza cuando es destinado a la dotación de la expedición hacia la bahía Blanca, bajo las órdenes del coronel Ramón Estomba, quien funda la Fortaleza Argentina, antecedente de la ciudad que lleva el nombre de su entorno geográfico. En el escalafón militar llega a ser sargento mayor. El 15 de octubre de 1830 se casa con la porteña Gertrudis Sánchez, con quien vive en Buenos Aires hasta que es nombrado como comandante en las Malvinas. Mientras tanto sigue con sus rutinas como oficial artillero en tiempos de paz.

La situación en las Malvinas en 1830

 Los albores de la década de 1830 muestran consolidada la fundación de Puerto Luis como capital de las islas Malvinas de la mano del gobernador Luis Vernet, que había demostrado sus habilidades como empresario ganadero y su capacidad como colonizador. Ya había unos 300 habitantes, pero la intención del gobierno de Buenos Aires de cobrar "tributos por la caza de ballenas y lobos (marinos)" encontraba la resistencia de los balleneros británicos y estadounidense que abundaban en el archipiélago.

 El 31 de diciembre de 1831 la fragata de los EE.UU. Lexington ataca la capital argentina de las islas, produciendo grandes destrozos, sobre todo en las escasas instalaciones militares, pero eso causó pavor en la población. Antes de un mes abandonaron los estadounidenses Puerto Luis, llevando algunos prisioneros, además de colonos que aprovecharon para dejar las islas. Desde la perspectiva histórica y del derecho es curioso que el capitán Silas Duncan no haya registrado en su libro de bitácora el ataque a la población argentina de las islas. Vernet viaja a Buenos Aires en agosto de 1832 para recibir instrucciones y a su vuelta a Puerto Luis sabe que va a ser reemplazado, por lo que organiza su regreso al río de la Plata, viajando definitivamente el 19 de noviembre. 

Comandante Civil y Militar de las Islas Malvinas

El gobernador porteño Juan Manuel de Rosas nombra al sargento mayor Mestivier como reemplazante de Vernet a través de un decreto del 10 de septiembre de 1830. Para Mestivier era un orgullo gobernar las tierras descubiertas por Louis de Bougainville, un marino al que admiraba y cuya historia había estudiado. El militar emprendió su viaje hacia Malvinas con su esposa, para instalarse con tranquilidad y una larga perspectiva, llegando al asiento de su gobierno el 10 de octubre, embarcado en la goleta "Sarandí", veterana de la flota de Brown comandada por el teniente coronel de marina José María Pinedo. 

Antes de emprender su viaje Mestivier recibe las instrucciones para su gobierno de parte de Rosas: "…pondrá todo esmero en que los habitantes se dediquen a la siembra de maíz, papas, porotos y otros vegetales… que se dan en aquel clima… En el caso impensado de ser atacado el punto que manda, hará la resistencia que se espera de su honor y conocimientos para dejar bien puesto el honor de la República… (lograr) que se mantengan la moral y decentes costumbres, tanto en la tropa como en los demás pobladores… instruyendo de ese modo al pueblo en los dogmas y preceptos de nuestra Religión".

 Hay discusión sobre el nacimiento del hijo de Mestivier: algunas crónicas lo ubican como un bebé que llega a las islas, y otros presentan el nacimiento en la propia Puerto Luis. El nuevo gobernador realiza una ceremonia de izamiento de la bandera nacional, pronunciando un discurso en el que proclama la soberanía argentina en las islas, reclamando el cumplimiento de las leyes del país a los balleneros. Tomó varias decisiones tendientes a reordenar la vida comunitaria, sumida en el caos desde el ataque de la "Lexington". Reordenó la asignación de los alojamientos, distribuyó los víveres, y castigó severamente a quienes ponían en duda su autoridad. 

 La falta de disciplina de los soldados de la guarnición malvinense fue reprendida duramente por Mestivier, sentenciando azotes y estacadas, lo que produjo gran malestar que sirvió para incubar la tragedia que sobrevendría a los pocos días de la llegada del gobernador. Al partir la "Sarandí" al mando de Pinedo para controlar las operaciones de los balleneros en las islas el 21 de noviembre, fue quedando claro que Mestivier no contaba con apoyo entre los oficiales, lo que provocó una rebelión violenta contra él.   

Su muerte, su ocultamiento y la verdad

En el más dramático episodio protagonizado por la guarnición argentina instalada en Puerto Luis, el 30 de noviembre de 1830 los soldados acaudillados por el teniente José Antonio Gomila se amotinan contra la autoridad de Mestivier, lo toman prisionero y lo asesina el sargento Manuel Sáenz Valiente de un bayonetazo, para luego seguir esos hombres descontrolados la orgía de sangre violando a la esposa, doña Gertrudis. El cadáver de Mestivier, que había quedado a la intemperie sobre la turba malvinense fue profanado unos días después y no se sabe su destino. Gomila robó el reloj del gobernador infausto. Los amotinados fueron juzgados años después y ahorcados.

Esta circunstancia, sumada al ataque de la fragata Lexington, sumió al poblado en un caos que no pudo controlar el reemplazante de Mestivier José María Pinedo, quien regresó pocos días después de la sublevación y asumió provisionalmente el gobierno. Pero la intrusión de la corbeta británica Clío en los primeros días de 1833 terminará con la evacuación del personal militar de las islas, historia que si Dios quiere, será relatada en estas páginas de "El Liberal" el próximo domingo.

La figura histórica de Mestivier fue ocultada intencionalmente por lo escandaloso de su muerte y en el relato histórico sobre las islas Malvinas que ha consolidado la Argentina, mezclado muchas veces con las necesidades políticas y diplomáticas, su nombre ha desaparecido y es un deber rescatarlo, habida cuenta que la verdad es siempre valiosa y aunque no deje bien parada la posición que uno intenta defender, siempre la verdad es la que permite tener una convicción profunda y una solidez argumental sin debilidades. Que no haya calles ni homenajes es un agujero en la memoria de los argentinos.

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