La salvación es amor y alegría La salvación es amor y alegría
No podía faltar en
Juan, el Evangelio de
los Símbolos, una referencia
al amor esponsal
de Dios. La Boda es una
fiesta donde se celebra el
amor y la vida. El vino representa
el don de Dios y
signo de prosperidad que
alegra el corazón.
En el AT para describir
el amor inmenso de Dios
por su pueblo se utiliza
muchas veces la imagen
de la boda: Dios ama a
su pueblo, como el esposo
a su esposa. Más aún,
con la imagen de la boda
se describen los tiempos
mesiánicos: el Mesías
cuando llegue sellará, de
parte de Dios, una alianza
eterna con su pueblo, un
amor sin límites raciales y
temporales.
En este contexto de
boda, Dios renueva su
alianza con Israel, representado
en María. La presencia
y actuar de Jesús,
rejuvenece y plenifica
la alianza. El cambiar
el agua, que simboliza la
creación, por vino, significa
que una nueva etapa
se abre en la historia
de la salvación de Dios.
El Reino que se esperaba
con temor y temblor,
ahora llega en la palabra
y obrar de Jesús. Dios sigue
amando a su pueblo,
no se olvida de él; aún en
los momentos que Israel
lo abandona, Dios sigue
siendo “esposo”, Padre de
bondad.
Las palabras de María:
“no tienen vino”, es un
grito de auxilio de Israel
a Dios que confiesa su situación
de desgracia y
muestra a la vez su apertura
para recibir el Reino.
Todavía no había llegado
“la hora” de Jesús,
es decir, su consumación,
pero igualmente actuará
en favor de su pueblo. Este
será el primer signo, y
prototipo de los otros que
Jesús realizará para mostrar
que el Reino ha llegado
con poder para acabar
con el mundo del mal que
menoscaba la dignidad
de las personas.
Dios es fiel, no abandona
nunca a su pueblo.
Las Bodas de Caná anuncian
ese amor incondicional
que se renueva y se
plenifica en Jesús.
Conclusión
Muchas de las expresiones,
celebraciones y
gestos del cristianismo
actual se han quedado sin
vino. Pretenden comunicar
la salvación, pero sin
amor, sin alegría. Se han
quedado en la etapa de
las tinajas de piedra. Ritos
superficiales, alejados
de la vida de las personas,
de sus anhelos más profundos,
palabras que juzgan
más que expresiones
de salvación rodean sus
predicaciones. Hay que
inundar la vida del “buen
vino”, del gozo y la alegría
de la salvación, anunciar
la cercanía de Dios que
es Padre de misericordia,
volver a los gestos de Jesús
y recrearlos en una
sociedad sin rumbo y llena
de hechos de tristeza.
Dios es bueno, Dios
es fiel, siempre perdona
y espera con los brazos
abiertos a sus hijos confundidos,
que han malogrado
la hermosa oportunidad
de vivir en la bondad.
Anunciarlo y hacerlo
presente será el cometido
de los cristianos en estas
horas cruciales de la historia de la humanidad.