Lectura del Santo Evangelio según San Marcos 10,13-16 Lectura del Santo Evangelio según San Marcos 10,13-16
acercaban a Jesús niños
para que los tocara, pero
los discípulos les regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó
y les dijo: “Dejad que
los niños se acerquen a
mí: no se lo impidáis; de
los que son como ellos es
el reino de Dios. Os aseguro
que el que no acepte el
reino de Dios como un niño,
no entrará en él”.
Y los abrazaba y los
bendecía imponiéndoles
las manos.
Reflexión
La primera lectura nos
relata parte de la historia
de Dios con el hombre.
Fue Dios quien creó al
hombre. Le creó muy superior
a todos los otros
seres, de tal manera que
solo él “fue revestido de
un poder como el suyo y
lo hizo a su propia imagen”.
Por eso, no solo “le
formó boca y lengua y ojos
y oídos”, sino que dando
un salto muy alto le regaló
también “la mente para
entender, lo colmó de
inteligencia y sabiduría”.
Con estas “armas”, sería
capaz de distinguir entre
bien y mal, disfrutar de las
maravillas de toda la creación,
descubrir las grandezas
que había hecho el
Señor en la creación y alabar
su santo nombre.
Al autor del Eclesiástico,
todavía en el Antiguo
Testamento, todo esto le
parece mucho y tiene razón,
pero para él la vida
del hombre tenía un límite:
la muerte, con la que todo
se acababa. “El Señor formó
al hombre de la tierra
y le hizo volver de nuevo
a ella”. Tuvo que venir Jesús,
el Hijo de Dios, para
que las maravillas que
Dios ha hecho con el hombre
se alargaran después
de la muerte, con nuestra
resurrección a un mundo
de total y eterna felicidad.
“Yo soy la resurrección y
la vida, el que cree en mí
aunque muera vivirá y vivirá
para siempre”.
Aceptar el Reino de
Dios como un niño.
El tema central de la
predicación de Jesús fue
el reino de Dios. “Se ha
cumplido el tiempo, y el
Reino de Dios está cerca:
convertíos y creed en
la Buena Noticia”. De manera
directa o indirecta
todas sus palabras giraban
en torno al Reino de
Dios, esa sociedad formada
por todos los que aceptan
la invitación de Dios a
que sea él su Rey y Señor
y que guíe y dirija toda su
vida. Un Reino que ya empieza
en este mundo pero
que tendrá su plena realización
al final de los tiempos,
después de nuestra
resurrección, cuando
“Dios, sea todo en todos”,
y el mal sea destruido para
siempre y nuestra felicidad
sea total.
Jesús nos pide que
aceptemos el anuncio del
Reino de Dios por él predicado
con la ingenuidad
de un niño, que siempre
cree todo lo que su padre
le dice. “El que no acepte
el Reino de Dios como un
niño, no entrará en él”. Es
decir, creyendo de arriba
a abajo todo lo que nos
dice Jesús sobre él, en el
que depositamos toda
nuestra confianza. Jesús
es amor y es la verdad,
nos ama entrañablemente
y no nos puede engañar. El
Reino de Dios ya ha empezado
a cumplirse y su realización
perfecta se va a
realizar con nuestra resurrección.
“Sé de quién me
he fiado”.