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EL LIBERAL . El Evangelio

Lectura del Santo Evangelio según San Juan (10,31-42)

11/04/2019 22:21 El Evangelio
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Lectura del Santo Evangelio según San Juan (10,31-42) Lectura del Santo Evangelio según San Juan (10,31-42)

En aquel tiempo, los judíos

agarraron piedras para

apedrear a Jesús.

Elles replicó: “Os he hecho

ver muchas obras buenas

por encargo de mi Padre:

¿por cuál de ellas me

apedreáis?”.

Los judíos le contestaron:

“No te apedreamos por

una obra buena, sino por

una blasfemia: porque tú,

siendo un hombre, te haces

Dios”.

Jesús les replicó: “¿No

está escrito en vuestra ley:

‘Yo os digo: sois dioses’? Si

la Escritura llama dioses a

aquellos a quienes vino la

palabra de Dios, y no puede

fallar la Escritura, a quien

el Padre consagró y envió

al mundo, ¿decís vosotros:

‘¡Blasfemas!’ Porque he dicho:

‘Soy Hijo de Dios’? Si no

hago las obras de mi Padre,

no me creáis, pero si las hago,

aunque no me creáis a

mí, creed a las obras, para

que comprendáis y sepáis

que el Padre está en mí, y yo

en el Padre”.

Intentaron de nuevo detenerlo,

pero se les escabulló

de las manos.

Se marchó de nuevo al

otro lado del Jordán, al lugar

donde antes había bautizado

Juan, y se quedó allí.

Muchos acudieron a él y

decían: “Juan no hizo ningún

signo; pero todo lo que Juan

dijo de este era verdad”.

Y muchos creyeron en él

allí.

Comentario

Siempre me ha asombrado

la autoridad que debía

emanar de la persona de

Jesús.

Rodeado de enemigos,

deseosos de matarlo, pero

él se escabulle. Qué respeto

debía de imponer.

Es que, aunque a muchos

les disgustara, la vida

de Cristo confirma la obra

de Dios, con su vida y con

su Palabra. Con su actividad,

se dividen los ánimos:

se ofrece bastante luz para

poder creer, pero también

la suficiente oscuridad para

justificar el rechazo de adhesión

a Cristo.

También el fragmento

que hemos leído hoy concluye

afirmando que “muchos

creyeron en él”, pero no todos.

Algunos se dejan convencer,

mientras que otros

se atrincheran en su postura.

Estos últimos actúan

de buena fe, porque desean

“defender a su” Dios.

Durante la última cena

Jesús dirá a sus discípulos:

“Llegará la hora en la que os

quiten la vida pensando que

dan culto a Dios”.

¿Acaso estas tendencias

referentes a la fe no se

encuentran, aunque sea en

grado menor, en nuestro corazón?

Nuestra fe pasa con frecuencia

por altibajos. Es como

si la muchedumbre de

la que habla Juan estuviera

dentro de nosotros.

Jesús con su ejemplo

nos enseña cómo superar

oscilaciones tan peligrosas

dictadas por el sentimiento

o por el estado de ánimo, o

el escepticismo sutil que se

respira en la mentalidad de

nuestros días. La fe cristiana,

para que arraigue en lo

hondo de nuestro ser y permanezca

firme, a pesar de

los temporales de superficie,

precisa fundarse sólidamente

en la Sagrada Escritura,

que llega en el Nuevo

Testamento a su cumplimiento

y plenitud.

Frecuentar asiduamente

la Palabra de Dios es fortalecer

nuestra fe en esta Palabra

que tiene rostro: el del

Hijo igual al Padre.

Jesús fue fiel. Siempre.

Se dedicó a la obra de Dios.

Porque supo apoyarse en

los soportes adecuados. Tú

también tienes esos soportes:

oración, sacramentos,

Palabra de Dios.

Se está terminando la

Cuaresma. Lucha hasta el

último segundo. Las fuerzas

te las da el mismo Jesús,

que te dejó su Espíritu.

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