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EL LIBERAL . El Evangelio

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 5, 33-39

05/09/2019 22:03 El Evangelio
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Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 5, 33-39

 

En aquel tiempo, dijeron a Jesús los fariseos y los escribas:

- “Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber”.

Jesús les contestó:

- “¿Queréis que ayunen los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven, y entonces ayunarán”.

Y añadió esta parábola:

- “Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque se estropea el nuevo, y la pieza no le pega al viejo.

Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino nuevo revienta los odres, se derrama, y los odres se estropean.

A vino nuevo, odres nuevos.

Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: Está bueno el añejo”.

Reflexión

Cuanta importancia le damos a las apariencias, cuantos comentarios hacemos cada día sobre la conducta de los demás, sin entrar ni el fondo ni en el por qué de las cosas. Cristo vino a cambiarlo todo, a romper moldes, a renovar las leyes y los corazones “a vino nuevo, odres nuevos”, nada de remendar viejas túnicas con telas nuevas ¡Cuánta ceguera, qué miradas tan cortas!

¿Sacrificios personales, ayunos? Claro que sí, en su momento pero con la mirada alegre y la cabeza perfumada (como el mismo Jesús nos dirá en otro momento). Nuestro corazón es un odre en el que debemos recoger el vino de la gracia, de la alegría de ser hijos de Dios; el vino joven de sabernos invitados por el Novio a sus bodas. Júbilo a todas horas, en todo lugar y en toda ocasión ¡que se note que hemos sido salvados por Cristo!

A lo largo de los Evangelios nos vamos a encontrar con los fariseos como ejemplo de la hipocresía, del vivir de las formas, del actuar solo por el qué dirán, del quedarse en las puertas sin entrar en la gracia con el corazón.

Y Jesús, para escándalo de las autoridades que seguían la Ley “al pie de la letra”, arremeterá contra ellos porque viene anunciando un tiempo nuevo, un vino nuevo del que nosotros somos herederos. Y con esa alegría, con esa mirada clara, debemos echarnos a los caminos sin miedo, al igual que Nuestro Padre Santo Domingo, para compartir la Palabra, invitando a todos a beber de ese vino y a vestir las nuevas túnicas que Jesús nos regala.

“No tengáis miedo” clamó el recordado San Juan Pablo II al mundo en el mismo instante de su proclamación como Papa. Y así es: no debemos tener miedo ni a proclamarnos cristianos ni a difundir el mensaje de Jesús, porque estamos revestidos de la mejor de las túnicas: la Gracia de Dios.

Estamos en el siglo XXI, nos rodea una sociedad abierta y tolerante y nuestra Iglesia hace años que pasó por el filtro de la renovación del Concilio Vaticano II. Pero siguen persiguiéndonos viejos demonios que nos retienen en viejas normas, costumbres, ritos, o fórmulas. Cosas viejas que velan lo importante, lo esencial en la vida de los hombres.

Los de siempre, los escribas y fariseos, se escandalizan de los discípulos de Jesús; no siguen las leyes antiguas del ayuno y la oración. Jesús, una vez más, deja clara su postura; recurre a la alegoría del novio. Jesús es el novio, y el novio evoca banquete de bodas, y este banquete es para la fiesta, la amistad, el compartir gozosamente sentimientos felices. l


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