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EL LIBERAL . El Evangelio

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas (8,1-3):

19/09/2019 23:37 El Evangelio
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Lectura del Santo Evangelio según San Lucas (8,1-3): Lectura del Santo Evangelio según San Lucas (8,1-3):

En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María, la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.

Comentario

No hace falta ser una teóloga feminista para vibrar con el evangelio de hoy. Los elementos sustanciales forman parte de nuestro acervo bíblico.

Hay un paralelismo entre lo que Lucas dice del grupo de los doce varones en el capítulo 5 y lo que dice en el capítulo 8 que hoy leemos del grupo de las tres mujeres (María Magdalena, Juana, Susana) y el resto de sus compañeras.

El “currículum” de estas mujeres, sus méritos para entrar a formar parte de la comunidad de discípulos, es desconcertante.

No se alude a cualidades especiales, ni a títulos de ningún tipo.

Lo que estas mujeres tienen en común, y lo que a Lucas le interesa subrayar, es que “habían sido curadas de malos espíritus y de enfermedades”.

Son mujeres que se sienten curadas por Jesús. Responden entregando sus personas (“lo acompañan por el camino”) y sus bienes.

Quizá sea posible extraer conclusiones enérgicas sobre el papel de la mujer en la iglesia de Jesús, sobre el paralelismo entre los doce y el grupo de mujeres.

La teología contemporánea ya ha explorado varias vías en este sentido.

Pero lo que en ningún caso debe pasar a segundo plano es el hecho más resaltado por Lucas: las seguidoras son mujeres curadas por Jesús.

La experiencia de la curación es la puerta de ingreso en la comunidad discipular.

¿No os parece que este hecho nos brinda una clave para entender por qué a menudo somos remisos en nuestra entrega? Si nunca hemos tomado conciencia de nuestras heridas y enfermedades, si no hemos experimentado el toque sanador de Jesús, ¿en virtud de qué extraño voluntarismo vamos a entregarnos con total dedicación a su persona y a su causa?l


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