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Rogelio Frigerio: Ideólogos que no gobernaron, ideas que sí lo hicieron (Segunda Parte)

Los grandes desarrollistas- Rogelio Frigerio y Arturo Frondizi

Los grandes desarrollistas: Rogelio Frigerio y Arturo Frondizi

10/11/2019 01:34 Santiago
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1946 y las opciones de Frigerio

El año 1945 significó para la humanidad el fin de la Segunda Guerra Mundial, donde la violencia bélica alcanzó niveles inimaginables antes del comienzo de la conflagración, como los bombardeos masivos sobre la población civil; la extensión geográfica a todos los continentes, con la honrosa excepción de América del Sur; y el inédito experimento de las bombas atómicas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki, que provocaron centenares de miles de muertos, a la vez que terminaron con el conflicto.

Sin embargo, la toma de conciencia del grado de brutalidad ejercido por los nazis a través del Holocausto, y también el reconocimiento del Holodomor, la hambruna producida por las autoridades soviéticas contra el pueblo ucraniano, generó un espanto que culminó con un realineamiento entre las potencias del mundo que dividió el orbe, por medio de la “cortina de hierro” en dos grandes alianzas: el Occidente democrático y el comunismo autoritario.

Los horrores pasados sirvieron para que las disputas ideológicas, para consolidar el poder alrededor de estos dos grandes grupos de naciones, se canalizaran a través de episodios bélicos periféricos, en un proceso que la historia llama la “guerra fría”.

En ese mismo tiempo y contexto, la Argentina pareció mirarse a sí misma sin atender a lo ocurrido en el mundo, y en las elecciones del 24 de febrero de 1946, la representación nacional de los vencedores de la guerra, los aliados, reunidos en la Unión Democrática (desde los conservadores anglófilos hasta los comunistas filo-soviéticos, pasando por los radicales) fue derrotada por una conglomeración de partidos adscriptos al sindicalismo reformista, liderados por el Laborista, y de ciudadanos desencantados de las tradicionales agrupaciones políticas, entre los cuales hubo quienes simpatizaban con los perdedores de la guerra.

Para los militantes de la izquierda que esperaban todo, menos la victoria de un coronel sospechado de simpatías por el fascismo, el resultado electoral fue demoledor. Y es allí donde surge el temperamento de Rogelio Frigerio: una inteligencia superior junto a una voluntad formidable.

Vale recordar que su capacidad dialéctica iba de la mano de una gran libertad intelectual, que quedó de manifiesto cuando disolvió el grupo “Insurrexit” con la única finalidad de evitar su absorción por el partido comunista, que por entonces era tutelado directamente desde Moscú.

Vale destacar que siempre Frigerio utilizaba, aún para sus acciones personalísimas, el plural de la primera persona, sobre todo para indicar la participación de sus amigos en las acciones. Siguió siendo un estudioso potente de la estructura social y económica argentina, iluminada por los grandes pensadores políticos de la historia. Caído el peronismo en 1955, al año siguiente funda la revista “Qué”, su logro de divulgación ideológico más acabado.

Sus años de gloria y ostracismo

Su encuentro con Frondizi significó la alianza entre la tradición demócrata liberal del país, personalizada por don Arturo y la crítica intelectual de la economía y la sociedad nacional, significada por don Rogelio. Nunca se tutearon a pesar de que su amistad personal y política durará treinta y siete años, y dirá de Frigerio quien sería presidente: “Tiene una profundidad y un talento inigualados como estadista. Fue sobre la base de sus elaboraciones teóricas que planteamos la cuestión decisiva del subdesarrollo nacional, junto con la estrategia para superarlo. Por encima de la densidad de su versación económica está su acabada comprensión del mundo y de la sociedad, iluminada por férreas convicciones nacionales.

Es un estudioso y un político creador e imaginativo, de lo que dio prueba durante nuestro gobierno con su trabajo en la concepción global de la política de desarrollo, así como en la elaboración y ejecución de cuestiones tan espinosas como la estrategia petrolera, el planteo de la enseñanza libre y la formulación de nuestra política exterior, que se fundó sobre los pilares básicos de la coexistencia pacífica y la viabilidad consiguiente para un pleno desarrollo de las naciones”.

Frigerio fue el gestor del acuerdo entre Arturo Frondizi y Juan Domingo Perón (en el exilio), que permitió al radical intransigente ganar la presidencia en 1958. Durante ocho meses, desde la asunción de Frondizi, Frigerio ocupó el cargo de secretario de Relaciones Socio-Económicas, desde donde se estableció la estrategia de desarrollo del país, simbolizada en el lema: Petróleo y Acero, que en tres años alcanzó el autoabastecimiento energético y la instalación de decenas de terminales automotrices, alcanzándose el mayor nivel de inversiones extranjeras del siglo XX en el país. Luego de su renuncia a fines de 1958 siguió siendo el gran asesor en las sombras. Luego del derrocamiento de Frondizi y su prisión, Frigerio se autoexilió en Montevideo.

A mediados de los ’60, el encuentro entre Frigerio y Roberto Noble, dueño y director del diario “Clarín” permitió incorporar el pensamiento desarrollista en el matutino porteño. Noble dijo, antes de morir, a su esposa y sucesora en la dirección del medio gráfico, Ernestina Noble, que “hiciera caso a Frigerio”. Esa alianza duró desde 1969 hasta 1982. Fueron años de gran presencia de don Rogelio, a través de sus artículos, sus libros y sus conferencias, en el ámbito del debate político argentino, sobre todo a través de una agrupación de militantes e intelectuales desarrollistas, a la que se llamó la “usina”.

Fue un defensor de la “Hora del Pueblo”, acuerdo entre los partidos políticos argentinos para la salida democrática de la dictadura llamada “Revolución Argentina”, entre 1971 y 1973. Repetirá su entusiasmo por la concordia política en la “Multipartidaria”, formada en 1982. Se opuso a las políticas económicas y sociales de la dictadura llamada “Proceso de Reorganización Nacional, entre 1976 y 1983. Jamás resignó su carácter y en 1977, durante una reunión con Massera, el almirante integrante de la Junta Militar que gobernaba desde 1976, llegó a insultarlo.

La candidatura presidencial y su lento retiro

La oposición sólida de Frigerio y Frondizi a la guerra de las Malvinas, manifestada a través de una declaración pública a pocos días del 2 de abril de 1982, fue atacada violentamente, hasta el extremo de nombrarlos como traidores a la Patria. Sin embargo, con el tiempo, fue revisado ese juicio apresurado y aquellas palabras sirven aún hoy como ejercicio de reflexión de la importancia del pensamiento libre en momentos de crisis. A la salida de la dictadura, el prestigio de Frigerio y el reconocimiento a Frondizi, sumado al entusiasmo de la militancia desarrollista, hicieron que el Movimiento de Integración y Desarrollo fuera el primero en lograr el reconocimiento como partido político nacional y participó de las elecciones del 30 de octubre de 1983 con la lista 1. La polarización entre radicales y peronistas se llevó el 92% de los votos, y las tres fórmulas que seguían: Alende – Viale; Frigerio - Salonia y Manrique – Belgrano Rawson, dignos contendientes en otros tiempos y en otras elecciones, apenas juntaron el 4% de la voluntad ciudadana. El MID sólo alcanzó el 1,2%.

Participó de los grandes debates nacionales de la década de 1980 e inició un lento retiro que coincidió con el comienzo de la decadencia de su partido. Hacia el final de su vida pudo inventariar en su herencia decenas de libros, entre ellos “El estatuto del subdesarrollo”, “Petróleo y desarrollo” y “La cultura nacional”, que hablan de su interés polifacético y multidisciplinario.

Muerte y homenajes

Su deterioro intelectual contó con la mano amorosa de su familia, que protegió a Frigerio de hacer pública su decadencia. En esto fue muy diferente a la soledad final de su amigo Arturo Frondizi. Murió en Buenos Aires, a los 91 años, el 13 de septiembre de 2006, y fue sepultado en el cementerio porteño de la Recoleta, a pocos metros de su contendor ideológico, álvaro Alsogaray, que había muerto un año antes, a su misma edad. Algunos fantasean que en las noches de luna suelen verse sus almas en acalorada discusión. El fallecimiento de Frigerio fue tapa de los grandes diarios argentinos y noticia durante varios días. Varios de sus descendientes se dedicaron a los asuntos públicos, como su hijo Octavio y su nieto Rogelio, actual ministro del Interior.

Las polémicas sobre sus ideas y sus obras alcanzan al presente. Ha recibido menos homenajes de los que su figura merece, entre ellos el Premio Konex de Honor a la personalidad destacada de la comunidad argentina. El destacado economista Juan Carlos De Pablo, ha dicho que Frigerio fue uno de los tres argentinos del siglo XX que fueron capaces de transformar la realidad con su personalidad, inteligencia y energía. Su gran amigo, el compositor de tango y director de orquesta Atilio Stampone le dedicó un tango al que llamó “El tapir”, tal como se lo conocía a Frigerio. La sociedad argentina no suele ser amable con aquellos que marcan diferencias y sobre todo que evitan el conformismo. Frigerio fue uno de ellos y la lectura de su pensamiento es un ejercicio posible para buscar caminos hacia el desarrollo argentino, a través de la integración. Desde Aristóteles hasta Marx, y desde Tocqueville hasta Santo Tomás de Aquino, su ina. . l

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