Dolar Oficial: - Dolar Blue:- Dolar CCL:- Dolar Bolsa: - Dolar Mayorista: -

EL LIBERAL . Opinión

¿Existieron los Reyes Magos?

29/12/2019 02:22 Opinión
Escuchar:

¿Existieron los Reyes Magos? ¿Existieron los Reyes Magos?

Los extraños visitantes

Todos los años, al llegar la Navidad, recordamos a aquellos misteriosos personajes que arribaron a Belén para ofrecerle a Jesús sus presentes de oro, incienso y mirra. El único evangelista que conserva este relato es Mateo. Dice que procedían de Oriente, y que encontraron al niño gracias a una misteriosa estrella que los guió por el camino. Pero ¿qué sabemos exactamente de esos magos? ¿De dónde venían? ¿Por qué desaparecieron de la historia sin dejar rastros?

Ante todo, Mateo no dice que los recién llegados eran tres. Solo dice que: “Cuando nació Jesús en Belén de Judea, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén”. Habla, pues, de “unos” magos, sin precisar su número.

Tampoco dice que eran “reyes”. Ese dato pertenece a la leyenda posterior. El texto solo habla de “magos”. Pero este término no debe entenderse en el sentido actual de la palabra. En la antigüedad se llamaba “magos” a los estudiosos de las ciencias naturales, es decir, a los sabios que investigaban el curso de las estrellas en el cielo.

Pero ¿podemos tomar como histórico ese episodio de Mateo? A la luz de la historia y del contexto del evangelio, más bien parecería que no. Veamos por qué.

Una reunión improbable

a) Dice Mateo que cuando los magos llegaron a Jerusalén, lo hicieron guiados por una estrella que los guió desde Oriente. Ahora bien, una estrella que conduzca a los magos desde Oriente hasta Jerusalén (de este a oeste), luego los guíe de Jerusalén a Belén (de norte a sur), y finalmente se detenga sobre una casa, es un fenómeno astronómico imposible de aceptar. Por otra parte, no quedó registrado en ninguna crónica de la época.

b) Según el evangelio, cuando el rey Herodes se enteró de que los magos buscaban a un rey de los judíos que no era él, se asustó enormemente, y agrega: “Y con él, toda Jerusalén” (Mt 2,3). Pero resulta sorprendente que los habitantes de Jerusalén se asustaran, cuando ellos odiaban a Herodes y justamente esperaban con ansias la llegada de un nuevo rey. Más bien tendrían que haberse alegrado.

c) A continuación, dice el evangelista que Herodes “convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, para averiguar dónde debía nacer el Cristo”. Pero tal reunión resulta improbable, pues sabemos que los sacerdotes y escribas de Jerusalén tenían muy mala relación con Herodes, ya que unos años atrás el monarca había mandado asesinar a varios de sus miembros.

La conmoción en la aldea

d) Esta reunión, además de improbable, resulta absurda, pues da a entender que el nacimiento del Mesías en Belén era un dato recóndito y difícil de saber, y que fue necesaria una junta de expertos para averiguarlo, cuando por el evangelio de Juan sabemos que, en aquel tiempo, todo el mundo sabía que el Mesías tenía que nacer en Belén.

e) Tampoco es creíble la actitud de Herodes frente a los magos. Dice el texto que, cuando averiguó que el rey de los judíos nació en Belén, los manda diciendo: “«Vayan e infórmense con cuidado sobre ese niño, y avísenme para que yo también vaya a adorarle». Herodes no quiere ir a adorarlo; quiere ir a matarlo. Pero si Herodes está asustado por la posible aparición de un rival al trono, ¿cómo es que deposita toda su confianza en estos personajes recién llegados, y no manda a sus hombres tras ellos para obtener alguna información?

f) Podemos imaginar el revuelo que causaría, en una pequeña aldea como Belén, la llegada de estos insólitos visitantes de Oriente con su inusual carga de regalos. Sin embargo, cuando poco después llegaron los servicios de inteligencia de Herodes para apresar a Jesús, ¿no fueron capaces de descubrir en qué casa concretamente habían entrado, y tuvieron que “matar a todos los niños de Belén y sus alrededores”?

Comparado con el rey sabio

Como vemos, el episodio de los magos de Oriente resulta por demás problemático, tanto en lo literario como en el contexto histórico. Es posible encontrar explicación para alguna de estas dificultades. Pero para todas ellas juntas es difícil hallar una respuesta. Por eso, actualmente los biblistas prefieren pensar que el episodio de los magos, así como está en el evangelio, no sucedió realmente.

¿Por qué, entonces, Mateo lo incluyó entre los sucesos de la infancia de Jesús? Para responder a esto, debemos tener presente que Mateo compuso su evangelio para una comunidad de origen judío, que tenía una formación y una cultura judías. Y los judíos estimaban a los grandes personajes del Antiguo Testamento. Como Mateo no conocía muchos detalles de la infancia de Jesús, decidió relatar su infancia basándose en algunas personalidades del Antiguo Testamento. Y entre ellas, sobresalía la figura del rey Salomón.

Ahora bien, uno de los episodios más conocidos de la vida de Salomón era el de la visita de la reina de Saba. Los judíos solían contarlo con orgullo. Según este relato, un día se presentó en Jerusalén una reina anónima, venida de un lejano país llamado Saba; había oído hablar de la extraordinaria fama del rey israelita, y quería conocerlo personalmente. Ese episodio de la reina de Saba era tan popular entre los judíos, que el mismo Jesús lo citó.

Si ahora analizamos el relato de los magos que visitan a Jesús, veremos que es un paralelo del relato de la reina de Saba que visita a Salomón.

Al final desaparecen

1) En el relato de Salomón, una reina anónima viajó a Jerusalén desde un lejano país de Oriente (1 Re 10,1). En el caso de Jesús, unos magos anónimos viajaron a Jerusalén desde un lejano país de Oriente.

2) En el relato de Salomón, la reina era sabia (1 Re 10,1). En el caso de Jesús, los magos eran sabios.

3) En el relato de Salomón, ella buscaba al rey de los israelitas para venerarlo (1 Re 10,6-9). En el caso de Jesús, ellos buscaban al rey de los judíos para adorarlo.

4) En el relato de Salomón, la reina fue guiada por una estrella. (Detalle que lo encontramos en la tradición judía). En el caso de Jesús, los magos fueron guiados por una estrella.

5) En el relato de Salomón, la reina de Saba llegó planteando preguntas difíciles de resolver, y halló las respuestas (1 Re 10,3). En el caso de Jesús, los magos llegaron planteando una pregunta difícil de resolver (“¿Dónde está el rey de los judíos?”), y hallaron la respuesta.

6) En el relato de Salomón, la reina le ofreció a Salomón sus regalos: oro, incienso y piedras preciosas (1 Re 10,10). En el caso de Jesús, los magos le ofrecieron al niño sus regalos: oro, incienso y mirra.

7) En el relato de Salomón, la reina regresó a su país y desapareció de la historia (1 Re 10,13). En el caso de Jesús, los magos regresaron a su país y desaparecieron de la historia.

Aceptarlo porque es sabio

El relato de los magos, pues, no es un hecho histórico. Fue creado por Mateo, basándose en la visita de la reina de Saba a Salomón. Este modo de contar la vida de una persona era muy común entre los teólogos judíos de aquel tiempo que, más que la precisión histórica, buscaban transmitir una enseñanza o un mensaje.

Y los lectores de Mateo sin duda descubrieron el mensaje: que Jesús es el nuevo Salomón, más grande aún que el anterior. El nuevo rey sabio enviado por Dios a la tierra, con una sabiduría extraordinaria como nunca la hubo antes. Por eso cuando este niño sea adulto, habrá que prestarle mucha atención, aunque sus palabras resulten a veces desconcertantes. Porque en él reside toda la sabiduría divina. l

 Poniendo un número fijo

Los magos de Oriente cautivaron pronto la devoción y la fantasía popular de los cristianos. Ya en el siglo II se los convirtió en reyes, debido a un Salmo que decía: “Los reyes de Tarsis y de Saba le traerán sus regalos; todos los reyes se arrodillarán ante él”. Y se pensó que los magos eran estos reyes que habían venido a cumplir la profecía.

Más tarde se fijó su número. Primero se pensó que eran dos (como se ve en una pintura hallada en la catacumba de los santos Pedro y Marcelino, en Roma). En el siglo III, se elevó su número a cuatro (según las imágenes de la catacumba romana de Santa Domitila). Y hasta se llegó a hablar de doce magos en algunas listas de la Edad Media. Finalmente quedó fijo su número en tres, por los tres regalos que le ofrecieron al niño. Pronto se empezó a buscar el simbolismo de estos regalos. A fines del siglo II, san Ireneo afirmaba que le llevaron oro porque Jesús era rey, incienso porque era Dios, y mirra porque era hombre.

Un viaje interminable

En el siglo VI se les puso nombres: Melchor, Gaspar y Baltasar. Y en el siglo VIII, se los imaginó de razas diferentes; se empezó a decir que uno era blanco, otro amarillo y el tercero negro.

Según una antigua tradición, los magos murieron en Persia, y sus restos fueron llevados a Jerusalén. En el siglo IV santa Helena los trasladó a Constantinopla en el año 490. Más tarde el emperador Manuel los donó al obispo de Milán. Pero en 1162 Federico Barbarroja saqueó la ciudad, y trasladó los cuerpos a Colonia (Alemania), en cuya Catedral descansan actualmente. Sin embargo, los estudios realizados al cofre con sus restos han descubierto que allí yacen los restos de cuatro personas, dos hombres y dos mujeres.

De hecho, los magos viajaron mucho más después de muertos, que lo que lo hicieron en vida. 

El sol sale para todos

Según San Mateo, cuando Jesús vino al mundo, unos magos de Oriente se enteraron de su nacimiento. No pertenecían al pueblo judío, ni conocían al Dios verdadero, ni practicaban la auténtica religión. Solo observaban los astros y estudiaban ciencias naturales. Pero mediante la aparición de una estrella, Dios les hizo saber de la llegada del rey de los judíos al mundo. También los sumos sacerdotes y los escribas judíos se enteraron de su nacimiento, pero por otro camino: leyendo las profecías de las Sagradas Escrituras. Finalmente, también el rey Herodes se enteró del nacimiento de Jesús, por sus asesores políticos.

Es que Dios quiere hablar con todos los hombres, y emplea el lenguaje que cada uno puede entender. A Herodes le habló a través de sus consejeros. A los doctores de la Ley, a través de la Biblia. Y a los magos, a través de sus estudios astronómicos. Dios no rechaza a nadie. No excluye a nadie de la salvación. Ni siquiera a los magos que, para la mentalidad judía, eran extranjeros despreciados que vivían en la ignorancia y la superstición. También a ellos les dirigió su palabra, y de una manera en que pudieran entender.

Hoy en día, en que algunas personas (divorciados, homosexuales, madres solteras, enfermos de sida), por uno u otro motivo no encuentran demasiado lugar en la Iglesia, y a veces son excluidas en nombre de Dios, los reyes magos, lejos de constituir una historia ingenua e inocente para contar a los niños, representan el magnífico anuncio de que nadie debe quedar afuera del amor de Dios. l

 


Lo que debes saber
Lo más leído hoy