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Jubilaciones: del origen al presente

10/03/2020 10:33 Opinión
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Jubilaciones: del origen al presente Jubilaciones: del origen al presente

Por Gerardo Floridia

Economista

Especial para EL LIBERAL

E l sistema jubilatorio, tal cual lo conocemos, es una creación moderna, que data de finales del siglo XIX. Previo a esto, las familias ahorraban en ladrillos, y como la esperanza de vida era menor en los hombres que en las mujeres, cuando el marido moría, la viuda iba a vivir con algún hijo y alquilaba la propiedad, procurándose un ingreso fuerte para su vejez. Esta costumbre que tenían nuestros bisabuelos, duró hasta 1889 cuando el canciller de alemania Otto Von Bismarck estableció el “seguro por vejez e incapacidad”, primer registro de un sistema jubilatorio, por el cual, las personas aportaban durante toda su vida al Estado y podían jubilarse a partir de los 70 años. Sin embargo, Von Bismarck nunca aclaró que la esperanza de vida en ese momento, era de 35 años para los hombres y 38 años para las mujeres, de modo que los alemanes aportaban y se morían, dejando una gran caja para que el gobierno financie el excesivo gasto público.

Pasaron más de 100 años desde la época de Bismarck al presente, y los sistemas jubilatorios en el mundo se han constituido esencialmente en 3 alternativas: 1) el sistema de capitalización, por el cual, cada persona aporta a un fondo público o privado durante toda su vida, y recibe esos aportes al cumplir determinada edad. 2) el sistema de reparto (caso argentino), mediante el cual, los trabajadores activos aportan para mantener a los jubilados actuales, y cuando esos trabajadores activos se jubilan, la generación siguiente tiene que mantenerlos y 3) un sistema mixto que implica una combinación entre los dos anteriores.

Argentina: ayer y hoy

Nuestro país, desde principios del 1900 adoptó sistemas jubilatorios sectoriales (caja de los ferroviarios, caja del personal de comercio, caja de los trabajadores de empresas públicas, etc) a tal punto, que dichas cajas para 1955, representaban alrededor de 20,3% del PBI. Cuando el gobierno de Onganía se encontró sin dinero para financiar el gasto público, estableció mediante las leyes 18.037 y 18.038, la unificación de todas las cajas en tan solo tres, y todas manejadas por el Estado, estableciendo los requisitos de edad, aportes, entre otros. A mediados de los 90’, el gobierno argentino hace la reforma más drástica del sistema previsional instituyendo un sistema mixto, que combinaba el sistema de reparto público y la capitalización individual como alternativas de las futuras jubilaciones: el primero, administrado por el Estado, y el otro por las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP) y Compañías de Seguro de Retiro (CSR), ambas del sector privado, y que debían garantizar a los afiliados y beneficiarios del régimen de capitalización idéntica cobertura y tratamiento que la brindada por el régimen previsional público.

El sistema diseñado en los 90’, estuvo vigente hasta el año 2008, período en el cual, el excesivo nivel de gasto público se volvió insostenible y llevó al gobierno a evaluar de dónde sacar dinero para cubrir dicho gasto. Para ello, primero intentó incrementar las retenciones al campo, mediante la conocida resolución 125, y al verse imposibilitado de hacerlo, estatizó las AFJP mediante la ley 26.425/08, absorbiendo el dinero de las jubilaciones a través del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) y estableciendo un sistema de reparto. Para tomar dimensión real de esto, al año 2015, el 65% del FGS eran títulos y bonos públicos, es decir, que el gobierno argentino le había “pedido prestada” la plata de los jubilados a Anses, lo que terminó con múltiples juicios iniciados por los mismos jubilados al Estado Argentino.

Números sobre la mesa y comparación con otros países

 

A enero 2020, los jubilados y pensionados que aportaron durante toda su vida, totalizan 3.127.562 personas, con un presupuesto anual de $1.342.667 millones, incluyendo $114.000 millones por reparación histórica. Los ingresos de la Anses en 2020 por contribuciones patronales y aportes patronales (que es donde se hace caja para pagar jubilaciones) son $ 1.551.808 millones. De modo, que se alcanzaría para pagar jubilaciones dignas sin inconvenientes.

El problema aquí, fue cuando luego de la estatización de las AFJP en 2008, se decidió incorporar al sistema previsional mediante moratoria a 3.577.896 personas, que no habían aportado nunca. Lo que implicó duplicar la cantidad de personas jubiladas y dividir la torta existente entre un mayor número de personas, tornando el sistema previsional insostenible y empeorando la calidad del mismo.

A modo de evaluar, lo que menciono arriba basta referenciar el conocido índice Melbourne Mercer Global Pension Index (MMGPI), publicado por Australian Centre for Financial Studies (ACFS) que evalúa 37 sistemas jubilatorios del mundo abarcando de la población global, y que analiza variables como la sustentabilidad, calidad e integridad de los sistemas previsionales. Argentina en la última edición se quedó con el puesto 36, de los 37 sistemas participantes, debido a los motivos mencionados en este artículo.

Conclusiones preliminares

En términos muy sencillos, muchos jubilados cobran cifras insignificantes, puesto que más del 65% del fondo que se había formado por sus aportes “se prestó al gobierno para cubrir gastos”, del restante hubo que dividir sus jubilaciones casi a la mitad, para pagarles a los que no habían aportado nunca y que ingresaron al régimen, y por último, y no menos importante, la caja con la que se paga jubilaciones se forma de los impuestos proporcionales que pagan los trabajadores activos actuales, al haber perdido estos últimos, poder adquisitivo por la inflación y existir un gran número de empleo en negro (no aportante), “la caja” se redujo drásticamente.

En Argentina, el 50% del presupuesto va a Anses, y ese porcentaje se distribuye en 34,6% para jubilados y pensionados (hayan aportado o no) y 15,4% a decenas de planes sociales. Como el dinero no es infinito, si el Estado decide incrementar uno, casi necesariamente se ve obligado a recortar el otro. Y esto es lo que sucedió en nuestro país este último trimestre. Argentina debe plantearse un debate maduro que evalúe cuál sistema es mejor y acorde a nuestra realidad, para que tengamos una vejez digna. Si no lo hacemos ahora, en un tiempo será demasiado tarde. l

 


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