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Entre la vida y la muerte: médico santiagueño será padre de mellizos en medio de la pandemia, en Barcelona

Rubén vive en España desde 2006 junto a su esposa María Laura y su hija Paula Trabaja en la Clínica Nuestra Señora de los Remedios

Rubén vive en España desde 2006, junto a su esposa María Laura y su hija Paula. Trabaja en la Clínica Nuestra Señora de los Remedios.

18/04/2020 21:12 Santiago
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Entre la vida y la muerte: médico santiagueño será padre de mellizos en medio de la pandemia, en Barcelona Entre la vida y la muerte: médico santiagueño será padre de mellizos en medio de la pandemia, en Barcelona

Entre la felicidad y la angustia. Sentimientos encontrados, que rara vez puedan expresarse con palabras, porque mientras decenas de vidas se apagan a su alrededor y las sirenas de las ambulancias parecieran haberse convertido en el sonido más natural de sus jornadas, dos corazoncitos que laten sin parar lo alientan a seguir, aún cuando el sol parece no asomar para nadie.

Así vive su presente el Dr. Rubén Ledesma, cirujano ortopédico santiagueño, radicado en Barcelona desde el 2006. Sí, vive justo ahí, en donde hoy el coronavirus cala hondo.

“Angustia. Angustia es la palabra que define estos días. Angustia por las vidas que se van, por todo lo que se vive a diario, porque ni siquiera sé si volveré a ver a mis padres que viven en Santiago y tienen entre 78 y 83 años”, expresa Rubén apenas inicia la conversación con EL LIBERAL. Pero de pronto, el tono de su voz cambia, como si la dosis de una inyección anímica recorriera por sus venas: “En mi casa nos cuidamos todo el tiempo, mucho. Vivo con mi esposa María Laura, mi hija Paula de 3 años, y vamos a tener mellizos en mayo”.

En medio de esa realidad, habiendo hecho ya una ligera presentación de su vida, Rubén se alista desde el otro lado del teléfono para dar detalles de lo que le toca atravesar por estas horas, en el marco de la incertidumbre que genera en el mundo la circulación del Covid-19.

“Estamos viviendo una situación bastante especial. Barcelona y Madrid son las zonas más afectadas de España. Hoy me encuentro trabajando en la Clínica Nuestra Señora de los Remedios. Tenemos dos plantas ocupadas exclusivamente para pacientes con Covid-19 positivo, que en este momento son alrededor de 70, y tenemos la Unidad de Terapia Intensiva colmada. Estamos realizando un trabajo arduo. Como traumatólogo asisto indirectamente a los pacientes, con todos los cuidados especiales que se requieren. Esto ha ocasionado que sea un tiempo muy difícil para mí, porque estoy casado, tengo una niña de 3 años, con mellizos en camino, y es una situación angustiante, porque cada vez que llego a mi casa no puedo abrazar a mi hija cuando viene corriendo a mi encuentro, y no puedo saludar a mi mujer, antes de cumplir con todo el protocolo de seguridad e higiene. Psicológicamente, la situación afecta y mucho”, explica el médico, con la esperable voz entrecortada al revivir la situación que a diario debe atravesar.

Y sigue, con detalles, del momento exacto en que la angustia se multiplica: “Duele todo. Mi hija poco entiende de lo que sucede y al grito de un ‘¡No!’ debo frenarla cuando abro la puerta de mi casa y se viene para saludarme.

“Es algo muy angustiante porque no se sabe hasta qué punto esto puede estar afectando al mundo. Parece ser insuficiente todo lo que se hace, dado que el virus produce mucha contaminación, al punto que uno mismo no sabe si es portador del Covid-19, mucho menos si se trata de un caso asintomático. Aquí el sistema de salud es muy bueno, pero tiene grandes falencias, porque afrontar una pandemia con estas características, si no estás preparado puede generar un desastre. Es así como hoy tenemos más de 20.000 muertos. Es un índice muy alto, uno de los más altos del mundo”, remarca el santiagueño.

“Ver que se muere gente y familias que sólo esperan sus cenizas, es un gran golpe”

El dolor se ha convertido en parte de sus días. Aunque él mismo considera que un médico debe estar preparado para los “golpes”, Rubén sufre por los fallecidos, pero también por esas familias que deben despedir a sus seres amados desde la distancia, aferrados a un cofre con cenizas.

“Ver morir gente es doloroso. A pesar de que uno está formado para tener una determinada frialdad ante lo que pasa, cuando uno ve que se muere gente, y detrás otro más, y ves familias que no pueden despedir a sus seres queridos, a la espera de las cenizas solamente, claro que desde el punto de vista psicológico es un gran golpe. Es difícil poder explicarlo, entenderlo y sobrellevarlo”, describe.

Y al mismo tiempo intenta ponerse en ese lugar: “El familiar, al poder despedirse, ver a su ser querido, poder tocarlo, llorarlo, hace que este tipo de despedida sea más llevadero. El proceso del duelo es otro. Pero aquí es todo lo contrario. No se pude tener más contacto que con sus cenizas. Aquí hay centros residenciales de adultos mayores en donde se murieron hasta 30 abuelos en un fin de semana, y nadie los pudo despedir. Es una serie de acontecimientos que es muy difícil de comprender y seguramente dejará una huella importante desde el punto de vista psicológico”.

Con angustia y el miedo, la difícil tarea de descifrar los sentimientos

El Dr. Rubén Ledesma busca las palabras exactas para descubrir lo que siente. Sin embargo, se queda a mitad de camino. No puede todavía saber qué es lo que le genera la situación. “Creo que no es miedo lo que tengo. Probablemente sea una angustia, por poder ser un portador y contagiar a otras personas. Es una situación especial que te hace ser más vulnerable psicológicamente, por saber que puedes ser portador y, sin quererlo, dañar a alguien. Estoy expuesto todo el tiempo, y esos pensamientos dan vueltas en mi cabeza. Trato de no darle importancia, pero me genera insomnio, angustia, incertidumbre. Pienso en mi familia, en lo que puede pasar y esos sentimientos se doblegan”.

Una luz en medio de la desgracia: sus mellizos nacerán en mayo

Rubén será padre de mellizos, una niña y un varón. ¡Y ya no falta nada! Será a principio de mayo, en medio de la pandemia, que la familia se agrandará.

“Nacerán en cuarentena. El Covid-19 ha alterado todos nuestros planes, pero el parto será con todas las medidas preventivas necesarias y sabemos que todo saldrá bien. Estamos muy felices con la familia porque es algo soñado”, explica Rubén, mientras se deja invadir por la emoción propia de toda la situación que atraviesa en Barcelona, en donde, en medio de la desgracia, espera el alumbramiento de sus próximos hijos.

“Mis padres viven en Santiago, y pienso que quizás no los vuelva a ver”

Rubén, mientras vivió en Santiago, lo hizo en el barrio Los Inmigrantes, de la ciudad Capital. Allí todavía hoy, se encuentran sus padres Roberto, de 83 años, y Berta, de 78. Felizmente, la tecnología los acerca casi a diario. Ellos aprendieron a usar todo tipo de red social que implique verlos, aunque sea a través de una pantalla.

Pero Rubén no se escapa de la realidad. Sabe, muy internamente, que sus papás se encuentran en el grupo de riesgo.

“Mis padres viven en Santiago, y al escuchar tantas cosas, uno es realista y pienso que quizás no los vuelvo a ver. En Argentina esto recién comienza y tienen por delante parte del otoño y el invierno, un período en el que las afecciones crecen, la atención a los cuidados de las personas mayores se ven afectados. Mi padre tiene 83 años y en los últimos cuatro inviernos ha tenido que ser internado por una gripe, que debido a su edad se complicaba el cuadro. Lamentablemente debemos saber que este tiempo puede ser el fin de muchas personas”, razona, entre pausas.

El embarazo de María Laura, su esposa, hizo que el viaje que estaba previsto para febrero de este año, se hiciera en noviembre del año pasado. Fue un gran acierto porque dada a las circunstancias mundiales, este 2020 no hubieran podido viajar.

“Nos vimos hace poco, por suerte, porque siempre trato de mantenernos unidos. Viajamos todos los años a Santiago. Por suerte ellos también aprendieron a usar las redes sociales y es una gran ventaja porque nos podemos ver siempre”, sintetiza.


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