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Arlt, una obra siempre potente en el cruce entre literatura y periodismo

25/04/2020 21:17 Viceversa
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Arlt, una obra siempre potente en el cruce entre literatura y periodismo Arlt, una obra siempre potente en el cruce entre literatura y periodismo

Roberto Arlt, quien naciera

el 26 de abril de 1900,

hace exactamente 120 años,

integra el abc de la literatura

argentina junto a Jorge

Luis Borges y Julio Cortázar:

la inicial de su apellido es la

primera de aquella tríada

que marcó el siglo XX, en su

caso con cuentos, novelas,

obras de teatro y piezas periodísticas

que ponían el foco

en lo excéntrico y marginal,

a través de una escritura

cruda y poderosa y una mirada

siempre atenta al detalle.

Roberto Godofredo

Christophesen Arlt era hijo

de inmigrantes, se crió en

una familia pobre, tuvo una

relación tortuosa con su padre

y nunca terminó la escuela

primaria; llegaría a ser

un periodista reconocido y

un escritor módicamente

exitoso y representado, pero

hasta lograr ese status debió

ejercer los oficios más variados

y soportar diversas penurias

económicas.

A los 16 años abandonó

la casa familiar: nada le

fue fácil, pero todo en su vida

parece haber sucedido de

forma vertiginosa.

Mientras leía de forma

desaforada y autodidacta,

trabajó como ayudante en

una librería, pero también

en un taller mecánico, en el

puerto, en una fábrica de ladrillos

y como pintor.

Su trampolín hacia la escritura

y la literatura fue el

periodismo. En enero de

1926 Arlt empezó a colaborar

en la revista Don Goyo;

en 1927 pasó a integrar

la redacción del mítico diario

Crítica como cronista de

policiales, y en 1928 se mudó

a las páginas de El Mundo:

ese mismo año inauguró

el que será uno de sus mayores

legados textuales, las

piezas breves y agudas donde

desmenuza la vida cotidiana

de la ciudad relatando

la modernización urbana y

sus efectos, llamadas “Aguafuertes

porteñas”.

Si bien el periodismo le

permitirá ganarse la vida y

granjearse un nombre, ya en

1926 publica su primera novela,

“El juguete rabioso”, a

la que seguirán años de frenética

labor, cuyo resultado

está a la vista: en 1929 lanza

la primera edición de “Los

siete locos” y en 1931 aparece

“Los lanzallamas”.

Luego de eso, y aunque

Arlt había escrito cuentos

desde su primera juventud,

en 1933 aparece su primer

volumen de relatos, reunidos

bajo el título de “El jorobadito”,

inaugurando una

nueva parte de su obra que

nunca cejará, ya que Arlt publicará

desde entonces decenas

de cuentos; a los que

habrá que sumar desde entonces

también obras de teatro

como “Trescientos millones”,

“Separación feroz”,

“Prueba de amor” y “Saverio

el cruel”, entre otras.

La crítica y docente Sylvia

Saítta, una de las mayores

especialistas en la obra

arltiana y autora entre varios

libros y ensayos de “El

escritor en el bosque de ladrillos.

Una biografía de Roberto

Arlt” responde sobre el

lugar que ocupa el escritor

en la historia de la literatura

argentina reciente, y acerca

de cuáles fueron las lecturas

que rescataron su figura y la

pusieron a integrar el canon

de las letras nacionales.

“Creo que, desde las intervenciones

críticas de los

años cincuenta, tanto de

Raúl Larra, su primer biógrafo,

como de los integrantes

de la revista Contorno

-Oscar Masotta, Carlos Correas,

Ismael y David Viñas,

Juan José Sebreli, Noé Jitrik,

Adolfo Prieto- Roberto

Arlt ocupa un lugar central

en el sistema literario

argentino.

Un lugar que, lejos

de algún tipo de cuestionamiento,

fue fortalecido

en los años ochenta por

las lecturas de Ricardo Piglia,

Beatriz Sarlo y Horacio

González”,destaca la ensayista.

“La edición en continuado

de inéditos de Arlt; la

persistencia de su dramaturgia

en los teatros argentinos;

las renovadas versiones

gráficas y mediáticas de

sus novelas o cuentos, son

ejemplos de su actualidad”,

agrega.

Consultada sobre los rasgos

esenciales de la literatura

de Arlt que mejor han sobrevivido

al paso del tiempo,

Saítta cita al Borges del

ensayo “Sobre los clásicos” y

responde que “los textos de

Arlt sobreviven el paso del

tiempo precisamente porque

la lectura siempre renovada

de su obra se realiza en

tiempo presente.

La actualidad

de su literatura es tal,

que podemos recorrer los

distintos momentos de la

crítica -desde la crítica ideológica

a la perspectiva de género-

para ver cómo literatura

de Arlt resiste”.

¿Un ejemplo de estas

nuevas formas de leer?

“Basta mencionar a Remo

Erdosain”, dice Saítta, “uno

de los protagonistas de ‘Los

siete locos’: mientras en el

siglo veinte fue leído en términos

de la alienación del

hombre moderno, hoy lo

consideramos decididamente

un femicida”.

Como quedó dicho, y como

él mismo supo escribir,

Arlt se hizo un lugar en el

ambiente literario a los codazos,

aprovechando cada

minuto libre, que eran pocos,

para escribir, y simplemente

“por prepotencia de

trabajo”.

¿Pero cuál sería su huella,

a 120 años de su nacimiento,

y a casi 80 de su

muerte? ¿Se puede establecer

una genealogía distinguible

para poder señalar

quiénes trabajarían hoy en

la Argentina a la literatura

en líneas similares a las que

transitó Arlt en la primera

mitad del siglo pasado?

Si bien a Saítta le cuesta

establecer “una genealogía

distinguible”, estima que

“hay un deseo de ser Arlt en

quienes escriben en el cruce

de la literatura y el periodismo,

pero es solo un deseo.

Si

me apuran, como diría David

Viñas, señalaría a quienes

escriben crónicas y periodismo

de investigación,

como Cristian Alarcón, Leila

Guerriero o Josefina Licitra”.

Los rasgos más evidentes

de la perdurabilidad de

la obra de Arlt en la producción

escrituraria actual, entonces,

estarían en una manera

de mirar la realidad, de

observarla en detalle, abordarla,

pensarla y retratarla

desde los textos de no ficción;

y de dar a conocer esos

resultados en el espacio de

las publicaciones escritas.

Arlt murió el 26 de julio

de 1942 a causa de un paro

cardíaco que lo sorprendió

en su casa de la ciudad de

Buenos Aires, donde había

regresado después de haber

asistido al ensayo de una

de sus obras en el Teatro del

Pueblo.

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