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EL LIBERAL . Santiago

Bicentenario teñido por un temor sin igual

27/04/2020 01:11 Santiago
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Bicentenario teñido por un temor sin igual Bicentenario teñido por un temor sin igual

Impensado, fuera de todo cálculo, así es este aniversario número 200 de la autonomía provincial. Se habían preparado una serie de actos de recordación con presencia de autoridades y del pueblo, pero todo ha quedado en los proyectos. Los homenajes se harán on line, en la virtualidad del mundo digital, de la web y las redes sociales.

Todos los santiagueños (como el resto de los argentinos) estamos inmersos en un aislamiento obligatorio desde el 20 de marzo que nos mantiene en el resguardo de nuestros hogares con el fin de protegernos del Covid-19, el coronavirus que al día de hoy ha causado la muerte de cientos de miles de personas alrededor del mundo desde principios de año.

En nuestro país el número de fallecidos asciende a 192, según informe oficial de ayer domingo 26 de abril de 2020.

Santiago del Estero se mantenía hasta ahora con catorce casos positivos infectados, todos provenientes de otros lugares del país o del exterior, conforme expresan las autoridades sanitarias y con lo cual pueden afirmar que el virus no está circulando en nuestro querido Santiago sino que los afectados se contagiaron fuera de sus límites.

La Argentina se encuentra en la tercera fase de un total de cinco planeadas por el gobierno nacional de Alberto Fernández para tratar de evitar que la pandemia provoque una explosión de infectados y ello haga colapsar el sistema de salud, lo que a su vez causaría la posibilidad cierta de muerte de innumerables personas, tal como está pasando hoy en grandes ciudades de los Estados Unidos, de Italia, España y el Reino Unido, entre otros países del mundo.

Son momentos de suma angustia en los hogares de nuestra Patria chica. El encierro, una medida que nos guarece, pero que claramente es incómoda aunque absolutamente necesaria, provoca una ansiedad que crece hasta la desesperanza. Miles de familias la están pasando mal. Otras han logrado unirse más, pero en la generalidad de los casos, lo que comenzó el día 1 de la cuarentena como un nuevo tiempo para el encuentro, se ha ido convirtiendo en una preocupación que no siempre se puede manejar. Así como se han creado canales on line para atender casos de salud física, también existen los mismos vínculos en el área de la salud psíquica y espiritual.

Pero el encierro no es la causa primigenia de la angustia que se apodera de todos. Hay otra fuerza devastadora: la falta de actividad que viene con el confinamiento. Hay cientos de industrias privadas, de profesiones independientes y de oficios que están paralizados. En el país más de 300 mil trabajadores fueron suspendidos o despedidos. Las empresas no trabajan y no pueden solventarse. Todos los analistas en materia económica vaticinan cierres, quiebras y el recrudecimiento del desempleo.

Así como los jefes de familia en cada hogar, los empresarios en sus organizaciones agudizan el ingenio para encontrar una salida a este callejón que cada vez se oscurece más y hace presumir el final más doloroso para sus emprendimientos.

Los 200 años de nuestra autonomía provincial nos sorprenden sumergidos en la preocupación por la subsistencia. Sobrevivir al virus y sobrevivir a la parálisis de la economía. Hay todavía en las autoridades nacionales la propensión a sostener la falsa dicotomía de la vida o la economía, del tener que decidir acciones para preservar la salud de la gente o medidas para apoyar la economía que le da de comer y que es el motor del crecimiento de toda la sociedad.

No se puede atender una y descuidar la otra. Ambas tienen la máxima prioridad. El futuro se presenta incierto. Es probable que el aislamiento perdure al menos hasta junio, pero las consecuencias del parate en la economía nos van a perseguir todo este año y el próximo.

Es muy difícil tener una mirada positiva en medio de semejante contingencia. Al crecimiento de la peste se suma que el problema (y el desconcierto) que causa se vive a escala mundial, por lo tanto no hay escapatoria. Hay indicios de que comienza el desabastecimiento de alimentos y el cierre de empresas grandes también.

No hay demasiado espacio para una esperanza, pero hay que aferrarse a ella. A una posibilidad de que comience a revestirse la influencia del virus y poco a poco retornemos a una normalidad que no será aquella que conocimos antes de la irrupción del Covid-19. Todos los expertos infectólogos hablan de una nueva forma de concebir “la normalidad” de nuestras vidas. La incertidumbre mayor es no saber cómo será el porvenir y a partir de cuándo empezaremos a dejar atrás la pandemia.

Mientras tanto, el aniversario de los 200 años de nuestra autonomía podría servirnos de ejemplo para sobrellevar este momento, servirnos para saber que todos los logros se consiguen con esfuerzo, con inteligencia y voluntad. Podría ser también un símbolo de la fragilidad de la condición humana y de que nada tenemos que dar por sentado sino trabajar para lograrlo y revalidarlo día tras día.

Dios nos ayude a preservar nuestras familias, nuestro trabajo y el bien común de nuestro nunca más amado como ahora Santiago del Estero. En el presente trabajo, evocamos el pasado bajo la mirada de cuatro historiadores y también analizamos el presente, teñido por los temores y las inquietudes arriba ya descriptos.


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