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EL LIBERAL . El Evangelio

Si me aman guardarán mis mandamientos

16/05/2020 21:33 El Evangelio
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Si me aman guardarán mis mandamientos Si me aman guardarán mis mandamientos

Tras el anuncio de las obras: “el que cree en mí hará las obras que yo hago y aún mayores”, aquí se promete la presencia del Hijo en el hoy de los discípulos. La promesa de la presencia de Dios en la comunidad que atraviesa toda la tradición bíblica, llega aquí a su cumplimiento. La venida de Jesús a los suyos, después de la resurrección, trae como consecuencia la comunión entre el Hijo y el discípulo y el amor con que el discípulo será amado por el Padre. El Padre y el Hijo vendrán a hacer morada en el discípulo.

En ese marco, se enuncia la venida del Espíritu, el otro paráclito, que estará para siempre con los discípulos si guardan sus palabras.

Teniendo como telón de fondo la tradición deuteronómica que señala que amar a Dios y guardar sus mandamientos son una sola cosa para Israel llamado a la alianza, Jesús en el evangelio de Juan nos dice que el que lo ama guardará sus mandamientos, es decir, creerá en él, se adherirá a su persona y aceptará su misión. A éstos, se les anuncia que, por la intervención del Hijo, el Padre les dará otro Paráclito “para que esté con ustedes para siempre”. Después de la marcha de Jesús al Padre, la promesa de la presencia de Dios en la comunidad creyente, se realiza gracias al Espíritu.

El Paráclito es el “espíritu de la verdad” a quien el mundo no puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. Los que se niegan a creer en el Hijo no lo pueden recibir porque no lo conocen. Por el contrario, a sus discípulos Jesús les dice: “ustedes lo conocen porque él permanece a vuestro lado y estará en ustedes”. El Espíritu ya estaba junto a los discípulos en el ministerio de Jesús, pero no actuaba todavía en ellos. Después de la glorificación del Hijo, el Espíritu estará en los creyentes, como un río de agua viva.

Jesús asegura a sus discípulos que no los dejará huérfanos, su muerte no significa un abandono, por el contrario, viene a ellos. El Espíritu actuará en relación con la misión del Hijo, no viene a suplantarlo, ni a realizar otra misión, es la misma del Hijo. El Cristo resucitado y glorificado junto al Padre, es a la vez el “viviente”, el vencedor de la muerte, y sus discípulos también vivirán porque gracias a Jesús participarán de la comunión divina.

Después de la resurrección, los discípulos conocerán de verdad, quién era Jesús de Nazaret: el Hijo que es uno con el Padre, el Viviente por excelencia y descubrirán lo que significa para ellos creer en él.

Conclusión

Uno de los dramas del cristianismo actual es que muchos cristianos han recibido la fe como si se tratara de una doctrina, un cúmulo de recetas teóricas que poco sentido le dan a sus vidas. Urge poner en contacto a las personas con Jesús, que puedan hacer experiencia de su amor, de su ternura, de su misericordia que sana y salva. El Espíritu de Jesús en nosotros nos ayuda a vivenciar la paternidad de Dios, la presencia del Resucitado en los crucificados de la historia, la experiencia del amor fraterno como signo de pertenencia al Hijo, el anhelo de nuevos cielos y nueva tierra. Volver a Jesús, hacer experiencia de encuentro con él será la mejor Buena Noticia que los cristianos podemos aportar al mundo.


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