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EL LIBERAL . Santiago

Santiagueños legendarios: Andrés Chazarreta, el patriarca del folclore (primera parte)

La estampa de Chazarreta en los estudios de Radio “El Mundo”

La estampa de Chazarreta en los estudios de Radio “El Mundo”.

25/07/2020 21:04 Santiago
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Santiagueños legendarios: Andrés Chazarreta, el patriarca del folclore (primera parte) Santiagueños legendarios: Andrés Chazarreta, el patriarca del folclore (primera parte)

Desde los tiempos de Heródoto, considerado universalmente como el primer historiador, allá por el año 450 antes de Cristo, la historia como disciplina científica estuvo dedicada a recoger los acontecimientos vinculados a la vida política de los pueblos y al relato épico de las campañas militares como lo fundamental para la definición de las naciones. Esto ha permitido la reconstrucción intelectual de la evolución de las sociedades y los países, y acercar los procesos de expansión de los imperios y su decadencia. En su faceta social, la historia de las religiones también fue acompañando a la humanidad en su desarrollo histórico.

El siglo XIX mostró un cambio sustantivo al reconocer la cultura como agente de cambio en las naciones, y muchos intelectuales en el mundo establecen el inicio de la disciplina científica de la historia de la cultura en la publicación de “Facundo”, el formidable libro de Domingo Faustino Sarmiento, ya que allí nace un abordaje mucho más amplio del contexto, que permite una comprensión más acabada del hecho histórico, gracias a la participación de los actores sociales como manifestación cultural de la evolución de los pueblos, no dependiendo éstos sólo de los avatares políticos y militares.

Ya en el siglo XX y en la Argentina, la impronta del gran historiador Ricardo Levene, mítico presidente de la Academia Nacional de la Historia durante treinta años, fundador de la Comisión Nacional de Museos y Lugares Históricos (hoy de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos) y su presidente durante dos décadas, logró ampliar la visión de la historia hacia las artes, la economía, la ciencia, el pensamiento y lo social, a partir de la edición del portentoso trabajo multidisciplinario llamado “Historia de la Nación Argentina”, una enciclopedia histórica de 22 tomos, indispensable para conocer nuestro pasado en forma exhaustiva. Al mismo tiempo otro historiador, José Luis Romero, un pensador notable muy poco divulgado, estableció la primera cátedra universitaria de Historia Social General, en la Universidad de Buenos Aires, que significó un avance extraordinario en la ciencia histórica nacional.

Sin duda, las artes y las ciencias constituyen un aspecto importantísimo que revela la visión que una sociedad tiene de sí misma y de su proyección ante el mundo y el futuro. Por eso, vamos a dedicarnos a la vida de don Andrés Chazarreta, el más importante hombre del folklore nacional, porque su trascendencia en la definición de la identidad argentina desde Santiago del Estero, va mucho más allá de una danza, una música o un canto, y se convierte en fundamental para conocer el pasado, entender el presente y pensar el futuro de la comunidad nacional que los argentinos aspiramos concretar.

Infancia de don Andrés.

Familia y educación

Andrés Avelino Chazarreta nace en la ciudad de Santiago del Estero el 29 de marzo de 1876, cuando en la provincia gobernaba Gregorio Santillán, en el ocaso de los Taboada. No se sabe quién es su padre, aunque se supone que era un mulato, y queda huérfano de madre a los cuatro años. Su abuela Agustina se hará cargo de la familia y morirá a los 115 años, en 1902. Hace sus primeras letras en las escuelas públicas de la ciudad, y en 1889 pasa a la Escuela Normal Nacional fundada el 25 de agosto de 1880 por el presidente Nicolás Avellaneda. El joven Andrés se graduó como maestro en 1895 y ejerció el magisterio durante las siguientes tres décadas. Hombre de profunda fe religiosa, fue docente en las escuelas de San Francisco y La Merced, además de enseñar en cursos nocturnos brindados por el Círculo Católico de Obreros y ser profesor en los Instituto de Internados “Rivadavia” y “Muñoz”.

Desde niño mostró pasión por la música, y al llegar a la adolescencia interpretaba temas en armónica, violín, acordeón, mandolina y piano, siendo su aprendizaje autodidacta, salvo por el poco tiempo que estudió solfeo bajo la tutela del maestro Octavio Esteban. Llegó a ejecutar música en dieciséis instrumentos. Su condición de artista se desarrolla en tres aspectos: la interpretación, la composición y la investigación. No obstante, siempre trabajó en labores ajenas a la música, siendo secretario e inspector de escuelas del Consejo de Educación, cajero de la Dirección de Rentas, además de subdirector educativo del Regimiento de Infantería, todas instituciones de Santiago del Estero.

Su vida familiar tuvo la marca del sufrimiento. Se casa con Gabriela Grijera Lescano, quien fallece al dar a luz al primogénito del matrimonio. Tiempo después, recupera la felicidad cuando se casa con Ana Palumbo, una hija de inmigrantes italianos llegados de Capracrotta (una tierra que dio origen a ilustres familias santiagueñas y argentinas), a quien le dedica su primera composición, una mazurca llamada “Anita”, en 1904. Tendrá otros cuatro hijos: Agustín, Ana Mercedes, Josefina y Andrea. Las tres mujeres se dedicaron a la música.

Fue admirado por sus contemporáneos, entre ellos el escritor cordobés Leopoldo Lugones, quien lo elogió en un artículo publicado en Francia, marcando el inicio del reconocimiento internacional de Chazarreta. El tucumano Ricardo Rojas, luego de su presencia en Buenos Aires, lo ensalza en el diario “La Nación”, donde el propio don Andrés explica cómo logró su arte: “Escuchando y sintiendo de cerca los cantos de mi pueblo, con los que llegué a familiarizarme, y embebido de todos sus motivos y anhelando, por otra parte, que no se perdieran por descuido o indiferencia, resolví iniciar mi obra en 1906, arreglando “La zamba de Vargas”, pieza que desde mi infancia había aprendido oyéndola cantar todos los días a mi abuelita Agustina, tal cual es y conservando el sabor de sus motivos silvestres”.

Músico, intérprete, director, compositor

Sus comienzos como intérprete frente al público son a principios del siglo XX siendo integrante de una orquesta que se presentaba en los salones distinguidos de Santiago del Estero. El 25 de agosto de 1906 estrena como solista la “Zamba de Vargas”, fruto de sus investigaciones de campo, en el santiagueño teatro “Cervantes”. Ya era un eximio guitarrista. En 1911 formó su compañía, bajo el formato del circo criollo, con la que recorrió con gran suceso todo el norte argentino a lo largo de una década. También creó una compañía infantil, antecesora de las orquestas académicas, con la que impulsa una gran divulgación folklórica. Intentó con sus músicos presentarse en el teatro “25 de Mayo” de su ciudad natal, pero se lo rechazó con el argumento de ser “recintos exclusivos para compañías de primer orden”. Gobernaba la provincia Manuel Argañaraz.

Finalmente, ese mismo año, logró presentarse con sus músicos en el teatro “Pasatiempo del águila” y fue un éxito notable de gran repercusión popular. Al poco tiempo, ocurre lo mismo en su primera presentación en San Miguel del Tucumán. El 16 de marzo de 1921 su compañía, con decenas de bailarines, músicos y cantantes, debuta en el teatro “Politeama” de Buenos Aires, concretando la primera representación folklórica con alcance nacional. Chazarreta había sido contratado por tres funciones, pero el inmediato éxito prolongó la temporada a 96 actuaciones durante tres meses. Cruza el río de la Plata y presenta su espectáculo en el teatro “Solís” de Montevideo, hasta entonces reservado a la ópera y a conciertos sinfónicos, siendo aplaudido a rabiar por el público oriental, lo que le permite iniciar un largo ciclo de giras por La Plata, Rosario, Córdoba y Paraná. Como curiosidad, el empresario que lo contrató, Juan Mauri, terminó casándose con la cantante de la compañía.

Chazarreta logra presentar en las grandes ciudades del país la música de todo el país, hasta entonces sólo representada marginalmente en los cantos camperos de Carlos Gardel y Agustín Magaldi, y desde entonces le otorga un lugar privilegiado al folklore en el arte mayor argentino. Retornará cada dos años a Buenos Aires y entre 1937 y 1943 estuvo a cargo de audiciones en las radios del Estado, Belgrano y El Mundo, que con sus cadenas de repetidoras llegaban a todas las provincias argentinas. El 10 de abril de 1941 funda la Academia de Danzas Nativas, expresando al inaugurarla: “Debemos imponer nuestras danzas, que por su galanura, nos dan un ejemplo de moral, contrariamente a las extranjeras que nos están invadiendo desde hace años y van corrompiendo las juventudes”. Al año siguiente organiza la Orquesta de Arte Nativo, que llegó a tener veinticinco músicos y de la que fue director el resto de su vida.

Fue el primer folklorista que grabó discos. En la compañía de discos “Nacional” registró por primera vez dos temas: “Gato arpiado” y “La Pepita”. Más adelante y durante treinta y cinco años fue artista exclusivo de la RCA Victor, como solista, director de la orquesta, en dúos, tríos y cuartetos. También fue el creador de las bandas sonoras de varias películas argentinas: “El linyera”, “Malambo” y “La casa del recuerdo”. Su discografía abarca once álbumes de obras para piano, dos de composiciones para guitarra y más de cuatrocientos temas folklóricos.

Es el autor de 295 composiciones propias. Probablemente “Criollita Santiagueña” sea la mayor joya de su producción Sadaic. y el pleito sobre la autoría de “La López Pereyra” se resolverá siete años después de su muerte. Una injusticia. El trabajo de Andrés Chazarreta es tan vasto que no bastan estas letras para contarlo todo. Por eso, si Dios quiere, el próximo domingo seguiremos con la obra de este ilustre santiagueño y su herencia para la posteridad, desde estas páginas de “El Liberal”.


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