Conocé las leyendas que originaron la devoción por la Difunta Correa y el Gauchito Gil

La Difunta Correa y el Gauchito Gil son parte de la fe pagana en Argentina, que se originaron a partir de historias reales que más tarde se convirtieron en leyendas.

Así pasó con Deolinda Correa en San Juan, cuya muerte ocurrió en 1840. Era esposa de Clemente Bustos,  un lugareño de Angaco que fue reclutado por la fuerza por los grupos montoneros para participar de las guerras civiles, y llevado a La Rioja, y ella intentó ir tras él con su bebé recién nacido.

En un viaje a pie por el desierto sanjuanino, falleció de agotamiento, sin alimentos ni agua, y fue hallada al día siguiente por unos arrieros, quienes comprobaron que el niño seguía vivo, amamantándose del cuerpo muerto de su madre, lo que dio origen a la leyenda y a la posterior devoción de fe en esa provincia.

El gaucho Antonio Plutarco Cruz, por su parte, quien murió en 1870, tiene tres versiones distintas en su historia. 

Sí hay coincidencia en que por el año 1847, el gaucho comenzó a ser perseguido porque él no se quería alistar en el ejército en la lucha entre Unitarios y Federales, y había sido convocado por el ejército federal, pero como no estaba de acuerdo decidió huir.

El ejército lo encontró y lo mató el 8 de enero en un año impreciso, y esa es la fecha de su fiesta en Mercedes, Corrientes, ya que había nacido cerca de esa ciudad.

Una de las versiones dice que lo ataron a un poste o un árbol y dispararon pero ninguna bala le entró al cuerpo, porque decían que era devoto de San La Muerte y las balas no le entraban, entonces lo degollaron.

Otra versión reza que después de varios intentos de fusilamiento una bala le entró en el corazón. La tercera versión es que fue colgado de un algarrobo y degollado, porque decían que además tenía el poder de hipnotizar a la gente.

Sin importar los detalles de su muerte, lo cierto está en que la devoción nació de una anécdota, ya que hay quienes cuentan que el gauchito le dijo al soldado que lo iba a matar que al llegar a su casa iba a encontrar a su hijo enfermo y que iba a morir, pero si el hombre se acordaba de Gil su hijo sanaría.

El soldado llegó a su casa y efectivamente encontró a la esposa llorando porque el hijo estaba enfermo, muriendo, y entonces desertó del ejército, volvió al lugar donde dejaron el cadáver del gaucho, lo enterró, le pidió perdón y el hijo se salvó.