El verdadero chocolate, un placer saludable

Lic. María Celeste Mazucco Ortiz (Nutricionista M.P. 074). GENESIS. IMEG.

Desde 1.995, cada 13 de Septiembre se celebra el Día Internacional del Chocolate, fecha elegida en honor a los nacimientos de: el escritor Roald Dahl, autor de “Charlie y la Fábrica de Chocolate”; y el fundador y dueño de la Compañía e Chocolates Hershey, Milton S. Hershey.

Argentina es el país que más consume chocolate en América Latina, por lo cual es relevante conocer que dentro de la amplia gama de chocolates que, actualmente, nos ofrece el mercado, el más saludable y recomendable, para consumo moderado, es el chocolate amargo, aquel que contiene entre un 60% y 100% de cacao, es decir con un menor o nulo agregado de azúcar y/o leche. Podemos encontrarlo endulzado con estevia o con agregado de coco o de frutas secas como nueces, almendras, avellanas o maní.

El consumo frecuente, pero moderado, de chocolate negro, principalmente amargo (con un 60% o más de cacao), tiene múltiples beneficios para la salud cardiovascular, pero no solo le hace bien a nuestro corazón:

? Disminuye el riesgo de sufrir fibrilación auricular y arritmia, por su alto contenido de flavonoides según un estudio realizado por la Universidad de Harvard. Otro estudio de investigación, demuestra que en personas sanas o ligeramente hipertensas, la ingesta regular de chocolate amargo, disminuye la presión arterial, beneficio otorgado por los flavonoides, que son mayores al contenido en el vino tinto, el té verde y algunas frutas.

? Alivia el estrés y mejora el humor por el aumento de la “dopamina”, llamada también “la hormona de la felicidad”.

? Contiene “antioxidantes” y “grasas buenas”, que protegen nuestras células del daño causado por los radicales libres (moléculas consideradas responsables del envejecimiento y varias enfermedades como cáncer).

? Mejora el flujo sanguíneo al cerebro (disminuyendo el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular- ACV-) y a las retinas (lo cual influye positivamente en la visión).

? Contiene nutrientes como grasas “buenas”, hierro, cobre, manganeso, calcio y fibra, lo cual varía según contenga o no agregados como: frutas secas, frutas desecadas, coco, cereales, semillas, etc.

Es relevante destacar que la ingesta del llamado “chocolate blanco”, no produce ningún beneficio para la salud, por el contrario ocasiona un incremento de “azúcar y grasas en sangre” (glucemia y colesterol LDL), lo cual disminuye la salud cardiovascular.

Pero cuando comemos un chocolate negro no pensamos en todas sus propiedades nutricionales, sino en el placer que nos genera su consumo. Y en estos tiempos de estrés, debemos seleccionar adecuadamente el tipo y cantidad de chocolate, para hacer “una pausa en el día”: tomar un té verde con 1 barrita de chocolate amargo (60% o 70% u 80% cacao, con o sin frutas secas), esta “colación antioxidante”, es rica y saludable para el cuerpo y la mente; pero en exceso puede ser nocivo tanto para el cuerpo (por el alto contenido calórico de varias porciones de chocolate) como para la mente (por el sentimiento de culpa y pérdida de control que genera un atracón de dulces). Como todo en la vida, tenemos que buscar el equilibrio, entre las dietas estrictas (con muchas prohibiciones que solo generan sentimiento de culpa y atentan contra la salud integral) y la mala alimentación, con alta densidad calórica y baja densidad nutricional (calorías vacías, sin nutrientes), lo cual podría favorecer el desarrollo de varias enfermedades como obesidad, diabetes, hipertensión arterial, cáncer, etc.

Como dice la Dra. Mónica Katz tenemos que “legalizar el placer”, aprender a controlar las porciones, a comer variado sin eliminar grupos de alimentos, por ejemplo comer una porción de chocolate amargo sin culpa pero tampoco consumir varias porciones en un día; por dos motivos, por un lado, porque ningún paquete de chocolate va a resolver problemas o quitarnos el enojo, el aburrimiento, la soledad u otro sentimiento que genera malestar, es decir, que debemos reconocer cuando tenemos “hambre emocional”, el cual no se resuelve comiendo y, por el otro, porque todos nos merecemos un cuerpo cómodo y sano.